DOHA, Qatar -- Fátima Regragui está cerca de cumplir 70 años. Cuando su hijo Walid era futbolista profesional (jugó en las ligas francesas vistiendo las camisetas de equipos tales como Toulouse y Ajaccio, aparte de sumar 45 apariciones con la selección de Marruecos), nunca viajó para verle en acción. Ni siquiera cuando jugó en París, donde vive actualmente, y donde nació Walid hace 47 años. Ni una vez.
Sin embargo, está en Doha desde el inicio de la Copa Mundial de la FIFA atendida por la Federación Marroquí de Fútbol, al igual que todas las familias visitantes de jugadores y cuerpo técnico. Y se podría decir que ha sido el amuleto de la suerte de su hijo.
La historia de Walid Regragui en este torneo es un cuento de hadas futbolístico. Hace ocho meses, cuando los Leones del Atlas clasificaron a Qatar 2022, el ex lateral derecho nunca podía imaginarse que se sentaría en el banquillo de la selección nacional durante el torneo. Surgieron rumores con respecto a su llegada para sustituir a Vahid Halilhodzic como técnico del conjunto, pero nunca pasaron a mayores. Pero este miércoles, se enfrentará a la Francia de Didier Deschamps por un cupo en la final del Mundial.
Regragui se crio en la urbanización de Montcoseil en Corbeil-Essonnes, en los suburbios del sur de París. Su padre era constructor y lo único que le pedía a su hijo era que fuera bien en la escuela. Y Walid obedeció. Fue inteligente. Obtuvo su título de bachiller antes de ir a la universidad para estudiar economía.
Mientras tanto, su carrera deportiva despegaba en las ligas inferiores, a partir de la quinta división y avanzando hasta llegar a la Ligue 1. Todo comenzó con Rudi García, ex director técnico del Lille, AS Roma y Lyon, que empezó su carrera como entrenador hace varios años en Corbeil.
"Rudi cambió mi vida", afirma Regragui. "Tenía 19 años cuando me entrenó y me dijo que podía hacerme profesional".
Este miércoles, García estará en la cabina de comentaristas del Estadio Al Bayt, transmitiendo para la televisión francesa durante el encuentro más importante de la trayectoria de su amigo.
Para todos quienes conocen a Regragui o lo han conocido durante su carrera como futbolista (incluyendo el artillero del seleccionado francés Olivier Giroud, que compartió un campamento de entrenamiento de pretemporada del Grenoble con él en 2007), nunca hubo dudas de que el parisino se convertiría en director técnico una vez dejara de jugar.
"Era sumamente inteligente, muy por encima del promedio. Y era del agrado de todos los jugadores en todos los vestuarios. Su habilidad social era fantástica", expresa Roland Courbis, que lo entrenó en el Ajaccio.
Esa habilidad social (Regragui también habla francés, árabe e inglés) es la que le permitió recuperar para su selección a Hakim Ziyech y Noussair Mazraoui. Ambos se negaban a jugar al mando de Halilhodzic. Después de conversar con Regragui, volvieron para convertirse en piezas clave durante esta aventura fantástica.
Antes de tomar las riendas del seleccionado marroquí tras la salida de Halilhodzic, Regragui ganó el título de la African Champions League con el WAC Casablanca, imponiéndose 2-0 al Al-Ahly en mayo pasado. Fue una forma de validarse a sí mismo que estaba listo para más. Aunque no esperaba sustituir a Halilhodzic en agosto, tan cerca del inicio del Mundial, asumió la oportunidad con brazos abiertos.
Vale la pena mencionar que Regragui no tenía presión inmediata para destacarse en Qatar: su contrato solo mencionaba el objetivo de clasificar, al menos, a las semifinales de la Copa Africana de Naciones en 2024. Al inicio, el Mundial era percibido como una bonificación. Ya no.
De los 26 jugadores convocados por el seleccionador, 14 no nacieron en Marruecos y algunos incluso llegaron a jugar a nivel juvenil con los colores de sus países natales (Canadá, Francia, Bélgica, Países Bajos, España e Italia) antes de elegir representar al país de sus padres o abuelos. El éxito de Regragui radica en cómo este ha sido capaz de unir a estos jugadores y compenetrar al plantel.
"Somos un equipo de verdad, una plantilla de verdad, donde todos luchan por todos y todo se debe a él", afirmó el creador Sofiane Boufal a ESPN.
Marruecos perdió a dos titulares, como lo son los volantes Imran Louza y Amine Harit (el último llegó este lunes a Doha para alentar a su equipo) debido a lesiones sufridas antes del inicio del torneo. Eso fue un golpe fuerte, pero Regragui los reagrupó y encontró los sustitutos y soluciones apropiadas.
Su formación táctica 4-3-3, de mentalidad defensiva, es sólida y su plantel está en buena forma física. Cada jugador entiende bien su rol. Marruecos se ufana de contar con la mejor defensa de la competición, tolerando solo un gol en cinco encuentros. Y con el balón, esta selección es altamente dependiente de Boufal y Ziyech. Sin embargo, funciona bien y no cambiarán nada.
Sin duda, Regragui está destinado a alcanzar grandes cosas como técnico. Después del seleccionado de Marruecos, tiene la meta de obtener un puesto en la Ligue 1. Pero mientras tanto, aún queda un trofeo por ganar. Regragui y sus jugadores hicieron historia al convertirse en la primera selección africana en clasificar a semifinales de una Copa del Mundo.
Ahora Fátima, y el resto de las madres y familiares de esta plantilla excepcional, están decididos a volver a casa con el trofeo en sus manos.