El Tricolor realizó 25 disparos a portería, pero no pudo vencer la meta de Catar y la comunión con la afición sufrió un duro golpe
Jaime Lozano se fue cabizbajo de la cancha del Levi's Stadium. México superó a Catar en todos los rubros de la estadística, hizo 25 remates, pero no anotó ningún gol. Perdió y despertaron del espejismo de los dos primeros partidos en la Copa Oro.
La selección mexicana de Jaime Lozano ataca en manada. La filosofía del entrenador interino es ganar por más de un gol, aunque no pudo hacer patente su idea contra Catar, el representativo que simulaba ser el rival más débil del grupo.
Era la oportunidad de Santi Giménez, el atacante del Feyenoord desde hace meses reclama una oportunidad como titular en México y se la entregó Jaime Lozano en el tercer partido de la fase de grupos de la Copa Oro.
El delantero, que se formó en Cruz Azul, no pudo festejar gol y eso que tuvo al menos tres oportunidades claras para superar al arquero de Catar, Meshaal Barsham. En vez de demostrar que está listo para ser titular con México, el joven atacante estuvo a punto de irse expulsado por una rabieta con un zaguero rival. La acción terminó en tarjeta amarilla.
La culpa no sólo fue de Santi Giménez. Jaime Lozano ocupó el juego contra Catar como campo de pruebas y mandó a la cancha a Henry Martín, para acompañar al jugador del Feyenoord de Holanda. Mezcla de experiencia y juventud que tampoco funcionó.
De los 25 remates a portería, sólo seis fueron al arco. En el registro está que lo intentó Santiago Giménez, Henry Martín, Edson Álvarez, Luis Chávez, Charly Rodríguez, Israel Reyes, Diego Lainez, Erick Sánchez, Luis Romo, Uriel Antuna, Julián Araujo... Casi todos, ninguno pudo.
La falta de gol desilusionó a los seguidores de la selección mexicana. El amor e idilio por Jaime Lozano se convirtió en abucheos y el grito discriminatorio que retumba cada vez que despeja un arquero rival de México.
En el Levi's Stadium, México alguna vez perdió por goleada contra Chile en aquella trágica Copa América, ahora cae ante Catar en una Copa Oro que parecía perfecta.