El delantero de la Selección Mexicana llegó a la asociación, le permitió jugar futbol y salir de su localidad donde había problemas de violencia
En Colombia, Futbol Paz cambia las armas por el balón. La asociación lleva 15 años funcionando, acostumbra a entrar a las zonas en las que el conflicto con el narcotráfico o guerrilla se encuentra en su punto más álgido, para arrebatarle niños y llevarlos al futbol, como fue el caso de Julián Quiñones, recién naturalizado mexicano y listo para hacer su debut con la Selección Mexicana.
“Colombia es un país constituido por 32 departamentos, hay un conflicto y eso ha hecho que las personas dejen sus lugares de origen. Un 40 por ciento de las familias se tienen que desplazar por el narcotráfico, guerrillas y paramilitares”, comentó Carlos Alberto Arias, uno de los Coordinadores de Futbol Paz.
Futbol Paz fue un caso de estudio durante el tercer Congreso Internacional del Deporte y la Cultura Física, organizado por la UNAM y la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde se analizó el papel del deporte como pacificador en conflictos.
Julián Quiñones no es el único emabajador con éxito de la casa hogar Futbol Paz. En sus registros, en los que actualmente hay 210 niños, presumen a dos futbolistas que estuvieron en la pasada Copa del Mundo de Qatar 2022, además del delantero de River Plate, Miguel Ángel Borja.
“Tenemos a dos que representaron a nuestro país en el último Mundial de mayores, en Qatar, Yerry Mina, que es de Cauca, a 50 kilómetros de Calí y Davinson Sánchez, que juega en el Galatasaray de Turquía. Nuestros referentes mundiales son el señor Miguel Ángel Borja, que juega en el River Plate, que estuvo en Europa, es de Tierralta Córdoba, una de las zonas más afectadas por el narcotráfico. El último es un caso que conocen, que es Julián Quiñones, que juega en América, que llegó a los 13 años y en el convenio con Tigres fue llevado a México, ahora tiene la doble nacionalidad, puede representar a México”, explicó Carlos Alberto Arias.
Los goles o cada paso que da uno de los egresados de la Futbol Paz también sirven para cambiar armas por futbol, ya que la casa hogar se mantiene gracias a los “mecanismos de solidaridad” y “derechos de formación”, que la FIFA le exige a los clubes compradores.
“En el caso de Miguel Ángel Borja, es tanto el impacto hacia él, que él mismo montó una fundación en su propio lugar, en Tierralta Córdoba, y atiende a 300 niños, y les genera una posibilidad de vida, mayor o mejor a la que le podemos dar en Futbol Paz”, señaló Alberto Arias.
Tigres de la Liga MX es uno de los clubes que han apoyado a la iniciativa que tiene su centro de mando en Cali, Colombia, de ahí el vínculo de Julián Quiñones con México. El proceso no sólo es formativo, sino también implica un “desarrollo efectivo”, para niños que han perdido el núcleo familiar por los problemas con narcotráfico o guerrillas.
“Calí está muy cerca de grandes zonas, en donde hay grupos armados en Colombia. Calí se convierte en uno de los municipios que más desplazados recibe en el país. Al inicio teníamos 30 chicos, en 2014, teníamos dos grupos de 60 jugadores, gracias a la bondad y anuencia de Tigres”, hace el recuento César Valencia, también de Futbol Paz.
“En el año 2023, impactamos siete categorías, de 210 jugadores, donde nuestra principal tarea es formar a jóvenes en lo deportivo y en lo personal. Los ayudamos a que sean personas útiles”, agregó el coordinar de la asociación.
En Colombia, han encontrado maneras de evitar que los jóvenes carguen armas, al cambiarlas por un balón.
“Somos esa segunda familia, que porque al papá lo secuestraron o perdió la vida por el conflicto, pueda desarrollar su potencial llenando ese vacío. El conflicto provoca que la parte efectiva no esté llena, nosotros desarrollamos esa parte, para que también exploten sus capacidades y tengan éxito deportivo”, narró Robert Carabalí, otro de los Coordinadores de Futbol Paz.
“Hay un tema que es importante, nosotros buscamos el tema deportivo, pero ponemos importancia en la formación de valores, porque estos jóvenes son producto del conflicto armado, que vienen de temas de violencia fuertes, tenemos que trabajar de forma especial, en la disciplina, en el respeto, cosas que en la agudez del conflicto no existen, el respeto por la vida. Tratamos que el joven que llegué aquí sea arropado con afecto, para que pueda desarrollar los condicionantes que poseé”.