Carlos Alcaraz demostró una vez más que difícilmente una adversidad lo quiebre en pleno partido. Una inoportuna, como suelen ser las lesiones, se le presentó en el comienzo del match ante Sebastián Báez en Tokio.
En mitad de un intercambio en el fondo de cancha, con 2-2 en el marcador, su tobillo izquierdo se dobló y fue directamente al suelo como si fuese un futbolista que recibió una infracción. La gestión del trainer, estribo mediante y viendo que el dolor remitía, supo gestionar la situación perfectamente.
Ligeramente temeroso por su percance físico, no se lo vio tan cómodo en los juegos posteriores, apostando por intentar cerrar los puntos con su saque lo más rápido posible, estrategia que funcionó y le permitió no quedarse atrás.
Ya con la confianza de ver que su tobillo iba a aguantar, la segunda manga fue sencilla para el número uno del mundo. Desplegó su mejor versión, con tiros ganadores en todas posiciones, voleas estéticamente inmejorable y, en definitiva, una buena relación de tenis espectáculo-contundente.
A esperar la evolución y posterior diagnóstico, el español sabe que lo espera Zizou Bergs en segunda ronda. ¿Cómo estará ese bendito tobillo?
