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Caroline Wozniacki: aprendí a escuchar mi cuerpo. Si uno se fuerza demasiado, va a terminar siendo peor

Esta es una historia exclusiva de la edición 2017 del Body Issue de ESPN The Magazine. Suscríbete ahora

Después de batallar contra una lesión de tobillo en gran parte de 2016, la estrella tenística danesa Caroline Wozniacki se encamina esta semana al All England Club sintiéndose renovada... y decidida. La veterana de 12 años de tours de la WTA habló con Morty Ain sobre su entrenamiento, su motivación y lo que tuvo que hacer para que su cuerpo volviera a estar saludable.


Siempre me dijeron que no había posibilidades de que una muchacha dinamarquesa se convirtiera en jugadora de tenis de nivel mundial. Nunca tuvimos a ninguna mujer entre las primeras 30. Y cada vez que yo respondía, "Quiero ser la N° 1 del mundo", las personas se reían de mí. Pero voy a encontrar la manera. No acepto un "no" como respuesta.

No tengo tanta potencia en mis golpes como algunas de las otras jugadoras, pero soy rápida y sé que puedo jugar partidos largos. Mi acondicionamiento físico es algo de lo que me enorgullezco. Creo que eso es algo que me ha ayudado bastantes partidos.

He ganado muchos partidos después de haber estado en desventaja. No es fácil cerrar un partido y yo estoy siempre allí, no importa cómo esté la puntuación. Mis adversarias sienten la presión. Saben que yo me vuelvo a meter gradualmente en el partido.

El año pasado fue difícil para mí. Nunca estuve lesionada antes, durante largos períodos y el año pasado cada pequeña lesión fue seguida por otra. Hizo que me diera cuenta que a veces una tiene que prestar atención a las señales de su cuerpo y dejar que sane. Cuando una ha estado 12 años en el tour [de la WTA], tu cuerpo trata de soportar el castigo y en algún momento te lo hará sentir. Creo que lo principal para mi es prestar atención a las pequeñas lesiones y asegurarme de que cuando retorne a las canchas, cada vez esté al 100 por ciento.

El peor dolor lo sentí en la primavera pasada. Tuve mi lesión de tobillo [durante una práctica el 7 de abril de 2016] y me rompí dos ligamentos. Fue como si mi tobillo se desconectara de la articulación. Estaba tratando de deslizarme en una cancha de arcilla a toda velocidad, y se me trabó. Yo estaba usando una tobillera y al día siguiente el médico me dijo que si no la hubiera usado, probablemente mi hueso hubiera quedado expuesto. Fue insoportable.

He seguido jugando a pesar de muchos inconvenientes. He seguido jugando con fracturas en los dedos de los pies y cosas así. Muchas veces una no dice nada; simplemente sigue adelante.

Soy una mala perdedora. Y también lo son todos los de mi familia. Si pierdo en cualquier juego con alguien de mi familia, no nos dirigimos la palabra por un par de días.

Mi hermano dejó de jugar al tenis después de la primera vez que yo le gané. Estaba tan furioso que rompió dos raquetas. Creo que yo estaba ganando el set cuando él rompió una raqueta. Y después, cuando perdió el último punto de ese set, rompió la otra. El dijo, "Estoy terminado. Perdí con una mujer. Y no solo es cuatro años menor que yo, ella es mi hermana". Todavía seguimos hablando de ese día.

Creo que lo más impresionante que he hecho fue correr la Maratón de la Ciudad de Nueva York en menos de tres horas y media. Estaba en mi lista de deseos. Hasta la milla 21, yo estaba bien. Pensaba, esto es fácil, voy a correr otra más. Pero en la milla 21, fue como si chocara contra un muro. Vi una tienda de batidos a la derecha y me dije, "¿No podemos parar y tomar un batido?" Y entonces [mis dos compañeras] comenzaron a hablar de batidos y como me hablaban a mi, me ayudaron a superar esa milla, milla y media en la que estaba realmente esforzándome. Fue lo más difícil que he hecho físicamente en toda mi vida.

Tengo la medalla en casa. Es el único trofeo que tengo en mi casa. Mis padres tienen todos mis trofeos de tenis. Yo solo tengo esa medalla de maratón.

Serena y yo y uno de mis amigos fuimos a un partido de los New York Rangers el día antes de la maratón. Se suponía que yo debía estar ingiriendo muchos hidratos de carbono, pero estaban sirviendo muchos mariscos y cosas que a mí no me gustan. Así que solo comí un tazón de palomitas de maíz. Esa fue mi cena la noche anterior a la maratón.

Yo solía ser una excelente nadadora. Cuando comencé, tuve que elegir entre natación y tenis. El único deporte en el que soy realmente mala – pero realmente mala – es el básquetbol. No tengo la técnica adecuada. Me veo horrible.

Mi entrenamiento de boxeo se hace muy físico. Me gusta que me lleven al límite y me gusta probar hasta dónde puedo llegar.

Es cierto, una vez me golpearon en la cara. Había un boxeador profesional que siempre entrenaba en turno anterior al mío. Un día se estaba preparando para una pelea y había periodistas presentes. Me preguntaron quién ganaría en una pelea. Yo respondí, "Bueno, es claro que yo ganaría. Él no le pega a las mujeres, no es cierto?" Así que el día siguiente, cuando llegué, me dijo, "caroline, al ring, ahora mismo". Así que hicimos un par de rounds, y cada vez que yo bajaba mi guardia, él me tocaría apenas en la cara, para hacerme notar que me podría haber golpeado. Y de repente, lo llevé contra las cuerdas y comencé a golpearlo. Él realmente no lo esperaba, y automáticamente su mano se proyectó hacia adelante y golpeó mi nariz y caí a la lona. Me dije, "Está bien, se terminó. Yo ya no necesito hacer esto".

Me sentí bastante mal, para ser sincera. No son muchas las personas que pueden decir que fueron golpeadas en la nariz arriba de un ring.

Cuando era más joven, realmente me mataba en el gimnasio hasta no soportarlo más. Con el pasar de los años, aprendí a escuchar más a mi cuerpo. Si uno se fuerza demasiado, va a terminar siendo peor.

Me he dado cuenta que no puedo perder tiempo angustiándome por lo que no tengo y debo aceptar lo que sí tengo. Está tan de moda tener curvas ahora. Está de moda verse saludable. Si no me veo como una súper modelo en la pasarela, eso está bien, porque me veo bien a mi manera.

Siempre fue bastante delgada hasta que llegué a la pubertad. Cuando una pasa de ser niña a ser mujer, es una transición que da un poco de miedo. En un momento me preguntaba, "¿Están cambiando las tallas de la ropa o me estoy agrandando?" Y pensaba, "No, seguramente las tallas son más pequeñas". Creo que estar a la vista del público y ser juzgada por todo lo que una hace y por tu apariencia, en definitiva terminó por ayudarme. Y me dije, "¿Saben qué? Las personas tendrán su opinión. Algunas te amarán y otras no”.

Para ser sincera, pocas veces me subo a una balanza. Cuando deje de jugar, no voy a obsesionarme tanto por mi peso. Me voy a preocupar por tener un estilo de vida saludable. Se trata más de cómo me siento.