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El castigo para los Astros es justo, aunque muchos piensen lo contrario

El comisionado del Béisbol de las Grandes Ligas ha hablado. Luego de horas tras horas de investigación y pesquisas por parte de los detectives internos de Major League Baseball, finalmente Rob Manfred dio su veredicto final la semana pasada con respecto al caso de los Houston Astros; una conspiración de robo de señas que se remonta a la temporada 2017, cuando se alzaron con el título de la Serie Mundial.

Las dos personas más importantes dentro de la jerarquía de asuntos deportivos en la organización de los Astros (el manager AJ Hinch y el gerente general Jeff Luhnow) fueron suspendidos por la totalidad de la campaña 2020. Una suspensión doble a dos oficiales de primer nivel dentro del club por semejante lapso es una penalidad sin precedentes. Su jefe, el propietario de los Astros Jim Crane, posteriormente despidió a ambos. Si bien el informe de Manfred absolvió a Hinch y Luhnow y estableció que no fueron las mentes maestras detrás del ardid de robo de señas, sus reputaciones quedaron manchadas. El manager de los Boston Red Sox Alex Cora y el manager de los New York Mets Carlos Beltrán también fueron despedidos, pocas semanas antes del inicio de los entrenamientos primaverales, luego que sus roles dentro de la trama de robo de señas quedaron claramente establecidos en el informe de Manfred.

Asimismo, Manfred despojó a los Astros de sus dos primeros puestos de selección en las dos ediciones siguientes del draft amateur. Esta también es una medida sin precedentes. Los equipos de la pelota mayor han perdido puestos de selección en ocasiones anteriores, aunque no tantos y jamás había sido el caso con puestos de selección en primera ronda. (Los St. Louis Cardinals perdieron sus primeros dos puestos de selección en el draft 2017, a consecuencia del escándalo de hackeo que resultó en un veto permanente a un empleado de su gerencia. Sin embargo, St. Louis ya había perdido su puesto de selección en primera ronda del draft de ese año, como compensación por la firma del agente libre Dexter Fowler).

Al perder estos cuatro puestos de selección, los Astros también pierden el dinero de cupo de contrataciones vinculados con ellos, lo cual reduce la cantidad que pueden invertir en puestos de selección del draft durante los próximos dos años en más de la mitad. Ese dinero de cupo para bonos de contratación ahora será distribuido entre el resto de los clubes. Ciertamente, esos fondos perdidos tendrán una repercusión mayor en lo competitivo para los Astros durante los próximos años, en comparación con la multa impuesta por Manfred al club por $5 millones, la cual representa la cantidad más onerosa con la cual se le permite sancionar a un club, según la constitución del Béisbol Mayor.

Sin embargo… a criterio de muchos, estas sanciones no son suficientes. Algunos pidieron vetos permanentes a los individuos antes mencionados. Otros incluso llegaron a pedir una multa más cuantiosa para Crane, incluso a pesar de que no se le permite a Manfred hacerlo. Las suspensiones y multas para los peloteros involucrados fueron otro clamor de muchos, aunque esa opción habría entorpecido la investigación, haciendo que se demorara aún más. Y eso inevitablemente habría causado una ronda permanente de litigios con el Sindicato de Peloteros.

Otros querían algo más que puestos de selección en el draft o la reducción de dinero proveniente del cupo de firmas internacionales. Los clamores más fuertes provinieron de cuentas en redes sociales e incluso, una resolución del Concejo Municipal de Los Ángeles pedía el retiro del título de 2007 a los Astros. Esos mismos aullidos han pedido el retiro de la corona 2018 a los Red Sox... a pesar de que Major League Baseball aún no ha dado su veredicto sobre esa investigación, totalmente separada de la hecha a Houston.

Manfred, quien fue entrevistado por el canal Fox Business el pasado miércoles desde Davos, Suiza (donde se celebra el Foro Económico Mundial), dijo de forma bastante prudente: “Creo que existe una larga tradición dentro del béisbol de no intentar cambiar lo sucedido”.

Existe otra larga tradición dentro del béisbol, tan antigua como el deporte en sí: hacer trampa. Esto no es cosa nueva; aquellos que no han perdido la cabeza por el escándalo de los Astros han repetido alguna variación de la frase anterior en muchas ocasiones, en meses recientes. Sin embargo, repetirlas constantemente no hace justicia al concepto.

Iba a intentar compilar una lista de cada situación documentada en la cual un pelotero o manager ha tratado de conseguir un atajo para ganar ventajas competitivas en el terreno, gracias a la rica y larga historia del béisbol. Utilicé una dosis libre de búsquedas en motores de Internet y escarbé en mi biblioteca de libros de béisbol, consultando obras tales como “It Ain’t Cheating If You Don’t Get Caught” (“No constituye trampa si no te pillan”) de Dan Gutman y “The Baseball Codes: Beanballs, Sign Stealing and Bench-Clearing Brawls: The Unwritten Rules of America’s Pastime” (“Los códigos del béisbol: pelotazos, robo de señas y tánganas: las reglas no escritas del pasatiempo de Estados Unidos”) de Jason Turbow y Michael Duca.

Luego de escribir aproximadamente 2.000 palabras en mi lista, entendí que el ejercicio era demasiado abrumador, aunque iba a resumir todos los incidentes relativos al uso de sustancias prohibidas en una línea y asignar todo lo relacionado con las apuestas a una categoría distinta. En otras palabras: decir que las trampas siempre han formado parte de la historia del béisbol es más que una frase cierta. Es un eufemismo inmenso.

Les presento a continuación mi mejor intento de crear una cronología general: Omito la mayoría de los nombres y equipos, porque no son relevantes al tema en cuestión. Pueden conseguir los detalles de los incidentes aquí mencionados con una simple búsqueda de internet. Considero los siguientes ejemplos representativos que nos pintan una imagen, incluso a pesar de que apenas rasgan la superficie de lo que realmente ha ocurrido durante la historia del béisbol:

• Desde los inicios del béisbol hasta el presente: Los peloteros han experimentado con sustancias que sabían, creían o esperaban que les ayudara con su desempeño en el terreno.

• Década de 1880: Se introdujeron por primera vez los boxes para coaches, para así evitar la práctica común en la cual los entrenadores se apartaban de su puesto para interferir con la acción en el terreno, bien sea interfiriendo con los corredores o llegando incluso a imitar a un corredor con el fin de provocar un tiro errático.

• Década de 1890: Uno de los mejores equipos de la era burló las normas de distintas maneras: desde el endurecimiento de la superficie en frente al plato para ayudar a su grupo de tocadores de pelota a saltarse las bases cuando los umpires no estaban pendientes.

• 1900: Un equipo de la Liga Nacional colocó a un pelotero suplente detrás de una valla promocional de whisky ubicado en los jardines con un telescopio con el fin de robar señas al cátcher rival. El coach de tercera base de ese mismo equipo fue pillado con un timbre debajo de sus pies, escondido en una caja de madera. Dicho timbre recibía indicativos de las señales robadas, información que transmitiría al bateador. Fue delatado por una pierna constantemente nerviosa, producto de los corrientazos que recibía de los pulsos eléctricos.

• Década de 1900: Un manager miembro del Salón de la Fama, quien fungió como jugador y manager durante varios años, tonaba a los corredores rivales por el cinturón cuando intentaban tocar la base o les hacía zancadillas cuando corrían las bases. Mojaba el infield si beneficiaba a su staff de pitcheo. Fue manager hasta bien avanzada la década de 1930.

• Entre las décadas de 1900 y 1920: El pelotero ampliamente reconocido como el mejor de todo el béisbol fue objeto de rumores de que él afilaba sus spikes para intimidar a los oponentes cuando éste se deslizaba hacia una base (Este rumor, que corrió durante largo tiempo, ha sido refutado en varias oportunidades, o se ha indicado que la práctica se encontraba entre la normalidad de aquellos tiempos).

• Década de 1920: Muy bien, estamos hablando de Babe Ruth. En una anécdota contada, entre varios libros, en “The New Bill James Historical Baseball Abstract”, el exgrandeliga Dave Henderson notó que un bate propiedad de Ruth tenía corcho insertado, mientras Henderson visitaba una exhibición itinerante… 60 años después de que Ruth lo utilizara. También se ha dicho que el Bambino se había inyectado extracto de testículos de carnero, intentando aumentar su poder. El Babe, como es conocido por todos, es probablemente el atleta más célebre de la historia deportiva de Estados Unidos.

Desde los inicios del béisbol: El personal de mantenimiento de terreno empleado por los equipos han utilizado sus artes para ayudar al equipo local de distintas formas. Césped del infield crecido en exceso. Infields mojados. Cercas que se mueven dependiendo del oponente. Territorio foul resbaloso. Pelotas congeladas. Etcétera.

Desde los inicios del béisbol: Los pitchers han utilizado sustancias extrañas (saliva, aceite, jugo de tabaco, vaselina, etc) para que la pelota gane movimiento extra. Han lijado, afeitado, utilizado tachuelas, hebillas de cinturón con las pelotas, o han hecho que sus receptores afilen sus implementos. Un famoso practicante de dichas estrategias es un miembro del Salón de la Fama que se ganó el mote de “Black and Decker”, aunque siempre declaró que permitió que esa reputación se corriera para jugar con la psique de los toleteros. Otro practicante también fue exaltado al Salón de la Fama y hasta el día de hoy se ufana de dicha reputación ante los aficionados, mojándose los dedos y alzándolos al aire, ganándose la risa de los presentes.

En años recientes y en un sentido más técnico: Se ha acusado (y pillado) a los pitchers de utilizar alquitrán para mejorar su agarre de la pelota y en un intento de que cobre giros extra. El efecto es, según lo declaró un experto en el pitcheo, más sustancial que el uso de esteroides.

Desde la década de 1940 hasta el presente: Los infielders han intentado distraer a los bateadores interfiriendo con sus campos visuales, práctica que fue prohibida en la década de 1940. Vivió un renacimiento en la era actual debido a la proliferación de los shifts defensivos y el posicionamiento de los infielders por todo el medio del terreno.

1951: Un equipo ganador del banderín utilizó una trama de robo de señas en el cual un pelotero utilizaba un telescopio para mirar al receptor rival desde una ventana oscura del clubhouse en el jardín central. Utilizaba un timbre para transmitir sus hallazgos al bullpen, donde sus ocupantes los comunicaban a los bateadores. Este ardid, casi con toda certeza, ayudó a conectar el jonrón para sellar el banderín más famoso de la historia. El usuario del telescopio se convirtió en manager de los Giants y Cubs.

1960: Se dice que una exitosa franquicia con reputación de desarrollar grandes pitchers durante la historia del béisbol aumentó la altura de su loma de lanzadores de manera injusta para darle a sus serpentineros una ayuda extra.

1961: Un bateador tuvo el mejor año de su carrera con un bate que posteriormente confesó tenía corcho, aunque dicho toletero no rompió ningún récord histórico sagrado.

1963: Un pelotero miembro del Salón de la Fama, quien jugó para la franquicia más exitosa de la historia del béisbol, admitió haber lijado la pelota y aplicar su variante propia de “mugre” para ganar ventajas.

Décadas 1960, 1970, 1980, 1990, 2000 (por lo menos): Se han producido varios casos en los cuales bateadores de calibre All-Star han sido capturados y suspendidos por el uso de bates de corcho. En un incidente tristemente célebre, se capturó a un bateador que utilizaba un bate lleno con pelotas de juguete cuando se rompió en el terreno. En un incidente con bates de corcho, luego que se le confiscara el bate al pelotero en cuestión para examinarlo posteriormente, uno de sus compañeros se metió por los ductos del estadio hasta llegar al vestidor de umpires con el fin de sustraer el bate. Solo que lo cambió por el bate de un compañero en vez de uno propiedad del jugador acusado, facilitando que se descubriera el ardid.

1980: Se pilló y suspendió a un pitcher en un torpe intento de lijar pelotas con una tachuela. Posteriormente, llegó a decir que las pelotas que pudo lijar fueron bateadas en hit y lo único que logró con su ardid fue un corte en la frente con una tachuela. El pitcher llegó a convertirse en uno de los coach de lanzadores más respetados de todo el béisbol.

1984: El manager que acusó al pitcher del uso de tachuelas fue responsable de uno de los equipos más queridos de la década. Posteriormente, admitió al escritor George Will que contaba con un par de peloteros de ese equipo encargados de descifrar las señales de los receptores rivales desde un televisor en el clubhouse, para que cualquier corredor que llegara a segunda base pudiera transmitirlas al bateador.

2010: Un equipo de la elite de la Liga Nacional fue acusado de robar señas, utilizando binoculares desde el bullpen.

2010: Un equipo de la elite de la Liga Americana fue acusado de crear un elaborado ardid de robo de señas, que fue descrito en amplio detalle por ESPN The Magazine.

2015: Se produce el escándalo de robo de señas previamente mencionado.

2017: Se reveló que un gerente general de las Grandes Ligas había cometido múltiples violaciones de las políticas del béisbol en el mercado de peloteros internacionales. Este gerente general terminó siendo vetado del béisbol

2017: Se reveló que un equipo de la Liga Americana había robado señas y las comunicó con tecnología de relojes inteligentes.

Desde la eternidad: El mascoteo. Claro, ¿por qué no? Si vamos a martillar las reglas del béisbol, denunciemos esta práctica, la cual no es estrictamente ilegal pero puede ser percibida como una pobre demostración de deportivismo, si estuviéramos en 1905. Tenemos una zona de strike. Existen receptores que reciben pitcheos por fuera de dicha zona de strike y gracias a sus destrezas y capacidad de engaño, convencen a los umpires de que son strike. Esta práctica no solo es aceptada, sino que se recompensa generosamente. También es una destreza que caerá en la obsolescencia el día en el cual Major League Baseball comience a utilizar robots para la zona de strike.

Una anécdota que quiero compartir con un poco más de detalle volvió a ser relevante esta semana, no solo por el desastre de los Astros, sino porque un ex lanzador conocido como “Black” Jack McDowell volvió a evocarla. McDowell declaró que, cuando éste se incorporó a los Chicago White Sox en 1987, existía un sistema de robo de señas de vieja data en el antiguo Comiskey Park. Éste atribuyó su existencia al exmanager de Chicago Tony LaRussa, cuya última temporada en Chicago fue en 1986. Posteriormente, LaRussa refutó las acusaciones, aunque de forma bastante discreta. Cuesta entender cuál fue el sistema creado por LaRussa en Comiskey, pero no existen dudas de que sí hubo una estratagema de robo de señas en pie durante décadas en dicho estadio, según el hombre que lo inició: el veterano ejecutivo Frank Lane, quien intentó negociar a Stan Musial y arrebatárselo a los Cardinals. En una biografía escrita por Bob Vanderberg titulada “Frantic Frank Lane” (“El Frenético Frank Lane”), Lane afirma haber creado dicho sistema en la década de 1950, basándose en las sugerencias hechas por el exmiembro del Salón de la Fama George Kell, a quien había negociado. Kell indicó que existía un sistema similar en Fenway Park, cuando jugaba con los Red Sox.

Frank estaba harto de ser la víctima de ladrones de señas en toda la Liga Americana y buscó la asesoría de Kell y el infielder suplente Bob Kennedy, quien posteriormente se convirtió en manager de Grandes Ligas.

“En el ‘55”, expresó Lane, “estábamos casi seguros de que se robaban nuestras señas en Kansas City, Detroit y Cleveland. Por eso, le dije a George Kell y Bob Kennedy: ‘Esos hijos de perra están robándonos las señas’. Entonces, Kell o Kennedy, o ambos, dijeron: ‘Pues bien, ¿por qué no lo hacemos nosotros?’”

Este sistema utilizaba la pizarra del estadio para transmitir las señas robadas al mover un “1” o un “cero” para indicar el tipo de pitcheo. Lane afirmó que el sistema se mantuvo en pie mucho después de que este abandonara el equipo. En otro parque, el legendario cuidador de terreno George Toma indicó haber supervisado un ardid similar en el Municipal Stadium de Kansas City. (Toma, a quien tuve el placer de conocer, fue uno de los grandes relatores de historias de todos los tiempos en el béisbol).

Regresando a la situación de los Astros: con todo el contexto anterior, ¿cuál habría sido el castigo apropiado? ¿Cómo habrían reaccionado los peloteros involucrados, aunque no se han mencionado públicamente nombres distintos al de Beltrán? ¿Deberían postrarse y rogar clemencia? Y si no se produce, ¿acaso deberán enviarlos directamente a las Tullerías para una cita con la guillotina?

Las sanciones impuestas ya son las más fuertes jamás administradas en su tipo. Hombres poderosos se han quedado sin empleo. Reputaciones que han sido perjudicadas de modo irreparable. Y la capacidad de una franquicia para permanecer en la elite del béisbol ha sido diezmada. Hablaremos un poco más de este último tema en un minuto.

Tratemos de mantener todo lo anterior en perspectiva. Los jugadores, entrenadores, managers y ejecutivos que participaron en esta clase de comportamiento lo hicieron mal, durante toda la historia del deporte. Existen razones por las cuales el béisbol mantiene en pie distintas políticas para alentar y asegurar que se mantenga el juego limpio. También forma parte del rol del béisbol cerciorarse que dichas políticas sean acatadas de la mejor forma posible.

Sin embargo, la tradición de buscar atajos al reglamento y más allá nunca se va a detener. Los jugadores de los Astros están siendo marcados con letras escarlata; no obstante, son apenas los últimos en sucumbir a tentaciones que siempre han intentado seducir a quienes participan en un deporte. Algunos atletas (no todos) se comportan de forma invariable tal como lo hacen los seres humanos en situaciones competitivas. Intentan saltarse todas las paradas en una búsqueda incesante del éxito. Es lo que hace la gente. Depende ahora de las instituciones poder gestionarlo.

No, no todos lo hacen en sentido literal. No todas las personas son iguales. Incluso, dentro de ese antiguo ardid hecho por los White Sox que describimos con anterioridad, Lane afirmó que algunos de sus peloteros (mencionando específicamente a Nellie Fox y Orestes “Minnie” Miñoso entre ellos) no querían conocer las señas. Parece que algo similar ocurrió dentro de los Astros e incluso, a pesar de su comportamiento audaz, el informe de Manfred sugiere que eventualmente dejaron de hacerlo porque, simplemente, los resultados no hacían que valiera la pena.

De hecho, no se ha producido un análisis estadístico convincente que ilustre cómo los Astros fueron ayudados por el robo de señas. Eso no los absuelve en ninguna circunstancia, pero sí nos sugiere que algo que ha sido práctica algo común en la historia del béisbol, que ha tenido muchas formas diferentes, no tuvo injerencia alguna en los efectos de la competición.

REDES SOCIALES vs. MAJOR LEAGUE BASEBALL

Considerando lo avanzado de la tecnología actual dentro del mundo del deporte, es importante que Manfred establezca claros límites entre lo aceptable y lo que no lo es, incluso siendo consciente de que siempre habrá quienes intenten conseguir atajos y lagunas en las reglas. Su castigo a los Astros no solo mejora la integridad de la liga, sino que sirve como una buena forma de desalentar cualquier carrera armamentista en el campo científico del robo de señas. Y ojalá que, antes de que esas lecciones comiencen a olvidarse, podamos ver nuevas tecnologías que eliminen ese elemento que siempre ha sido explotado: que los receptores y pitchers se comuniquen mediante señales manuales bastante rudimentarias.

Incluso a pesar de que los Astros han sido malditos al punto de convertirse en el ejemplo de comportamiento que no queremos volver a ver, no nos hagamos de la idea de que se encontraban muy por encima de los límites de algo que siempre ha formado parte de la tradición de este deporte. Apenas fueron el equipo pillado con las manos en la masa, gracias a la denuncia del excompañero Mike Fiers. Muchos equipos previos a los Astros han ido más allá del límite, pero fue Houston el que finalmente puso la gota que derramó el vaso.

De todas las sanciones impartidas por Manfred, el retiro de puestos de selección en el draft es la más perjudicial, asumiendo que Crane pueda llenar rápida y eficazmente los dos vacíos que tiene en el liderazgo del equipo con la posterior contratación de un nuevo gerente general y un manager. Houston se encuentra en la fase de su ventana de contendores en la cual su núcleo de jugadores, mayoritariamente formados en su propia granja, se está haciendo sumamente costoso de mantener, razón por la cual los Astros se han mantenido tan discretos en la temporada baja. Simplemente, Houston no puede gastar dispendiosamente hoy en día, sin quedar muy por encima del umbral del impuesto al lujo.

Mantenerse por debajo de dicho umbral será aún más importante ahora que tienen que gestionarse sin contar con puestos de selección de primer orden durante las dos ediciones venideras del draft. Los Astros ya estaban luchando con el tema de verse obligados a elegir en los últimos tramos de la primera ronda, en la cual las probabilidades de contar con peloteros de desarrollo exitoso son mucho menores que en las primeras instancias del draft. Aunque siguen siendo mejores en comparación con la tercera ronda, cuando los Astros tendrán su primera oportunidad de hacerse con talento aficionado.

Mientras tanto, su núcleo de jugadores de la propia cantera seguirá envejeciendo y se hará mucho más costosos de mantener. George Springer se convertirá en agente libre al finalizar la venidera temporada. Aún nos encontramos a dos campañas de ver cómo la extensión de Alex Bregman se dispara en valor anual. Jose Altuve cobrará $23 millones o más hasta la temporada 2024. Zack Greinke y Justin Verlander se harán agentes libres después de concluida la campaña 2021; pero hasta entonces, cobrarán aproximadamente la suma de $115 millones, incluso tomando en cuenta que Arizona pagará parte del sueldo de Greinke.

Esos puestos de selección perdidos no afectan de inmediato a Houston. Cualquier pelotero que los Astros puedan elegir esta temporada en el draft no les ayudará en 2020, ciertamente no en el terreno y tampoco podrán hacerlo como carnada para persuadir un canje.

A pesar de ello, el sistema de granjas de Houston ya está cayendo en los rankings de prospectos y seguirá perdiendo fuerza. Los Astros cuentan con algunos peloteros cotizados, tales como el outfielder Kyle Tucker y el abridor Forrest Whitley; no obstante, considerando como se ha perdido la flexibilidad en su nómina, necesitarán contar con estos peloteros a precio controlado para que les ayuden a ganar aquí y ahora, en vez de servir como posible material para un cambio con el fin de llenar un vacío en su roster. Ustedes saben, como ese que se abrió cuando perdieron a su pitcher estrella Gerrit Cole en el mercado de agentes libres.

Sin contar con peloteros provenientes de los primeros puestos del draft para suplir a su actual oleada de talento, para que llenen ciertos vacíos y estimulen a otros equipos a intentar cambios, el sustituto de Luhbow navegará por un mar picado. El sistema de granjas, casi con toda certeza, caerá hasta el sotano de los rankings de prospectos sin contar con talentos de primer nivel, a menos que los Astros consigan hacerse con gangas en los dos drafts venideros o causen sensación en el mercado internacional. La pérdida de esos puestos de selección perjuidica a cualquier organización, pero en el caso particular de los Astros, no pudo producirse en peor momento, considerando que se encuentran dentro de su ventana de contendores.

Por supuesto que los Astros aún cuentan con mucho talento y más allá de las distracciones que causa este escándalo, se encuentran lejos de la posición menos envidiable para un nuevo ejecutivo. Manfred pudo haber sido aún más severo en lo que respecta a puestos de selección y dinero internacional en un intento de obstaculizar por completo las oportunidades de que Houston pudiera mantenerse competitivo. Tal como lo mencioné cuando se produjo el escándalo, si se iba demasiado lejos, se penalizaba a la afición del equipo, tanto como al equipo en sí.

Manfred lo hizo bien, o al menos así ha sido hasta ahora; sin saber si este tema morirá de causas naturales con la conclusión de su investigación a los Red Sox o seguirá cobrando fuerza.

Sin embargo, las respuestas que tratan de pintar esto como una crisis existencial para este deporte, o comparar este escándalo con los Medias Negras de 1919, son un poco exageradas. Existe una distinción clave entre cada ejemplo de trampas mencionado en las líneas anteriores y cualquier incidente relacionado con apuestas descubierto, en su mayoría en las primeras eras del béisbol. En esencia: el problema con peloteros que apuestan es que es probable que estos no se adhieran al propósito definitivo de cualquier evento deportivo: intentar ganar. Con los Astros, Red Sox o cualquier otro equipo que se rumore hayan robado señas, al menos hay que reconocer que estos intentaban ganar, incluso si no nos gusta como lo intentaron hacer.

El furor percibido en algunos sectores es saludable; si la gente aún no disfrutara del béisbol, no estarían tan molestos como lo están, con todo el derecho del mundo. Y esta es la conclusión positiva de esto para cualquier persona preocupada con las consecuencias a largo plazo de este escándalo. Al público le sigue importando el deporte más estadounidense de todos, aunque siempre ha sido y siempre será un reflejo de nosotros mismos, más de lo que nosotros quisiéramos admitir.

TRES PEQUEÑOS DETALLES

1. Polo Grounds. Yankee Stadium. Fenway Park. Wrigley Field. Tiger Stadium. Dodger Stadium. Ebbets Field. Forbes Field. Baker Bowl. Shibe Park. Sportsman's Park. Truist Park. American Family Field. Cierto que esos dos últimos nombres no suenan igual, ¿o sí?

El año pasado, escribí con respecto a la gastada (aunque lucrativa) práctica de vender los derechos de nombre de los estadios a corporaciones. No es que esperaba que cambiase, tomando en cuenta la cantidad de dinero involucrada, pero, vamos, ¿acaso estos nombres de estadio no podrían ser más sosos o, francamente, estúpidos?

Simplemente, repetiré la conclusión de mi queja anterior sobre este tema: Como sabemos que los equipos no van a dejar de intentar hacer ganancias mediante esta fuente de ingresos, ¿podemos asegurarnos al menos de que el parque tenga una especie de nombre que cuente con sentido de permanencia y sea evocativo del lugar?

Los cambios de nombre a los parques en Atlanta (Truist, que comenzará en la temporada 2020) y Milwaukee (después de una temporada más como Miller Park), aportaron la oportunidad perfecta para ambas franquicias de implementar esa tendencia y pudieron haber honrado al mismo gran jugador de la historia del béisbol. Una de estas franquicias pudo haber bautizado su estadio por Hank Aaron, permitiendo que los patrocinadores corporativos contaran con el nombre del estadio y todos los letreros y branding anexos.

Entonces, en 2021, cuando estemos en Milwaukee, en vez de decir: “Vamos al Aff”, pudimos haber dicho: “¿Quieren ir al Aaron Field?” Mucho más satisfactorio, ¿no creen?

2. Un buen movimiento hecho por los Braves esta semana al contratar al agente libre Marcell Ozuna por un año y $18 millones, que en parte ayuda a compensar la partida de Josh Donaldson. Sin embargo, no solo la versión 2019 de Ozuna es un bateador de menor calibre en comparación a la versión 2019 de Donaldson; tampoco juegan la misma posición.

Para que esta contratación sea todo un éxito para los Braves, la clave podría radicar en que Austin Riley, quien jugará su segundo año en las Mayores, se convierta en un productor consistente, o al menos se haga un plan satisfactorio para compartir labores en la esquina caliente con Johan Camargo. Camargo viene de una temporada con bajo nivel, aunque fue parte importante de la campaña revelación de Atlanta en 2018 como utility. Riley es un prospecto cotizado, aunque tuvo dificultades en sus intentos de hacer contacto consistente, a medida que avanzaba su campaña de novato. A pesar de ello, si la tercera base termina siendo un punto débil, los Braves pueden colocar a peloteros a complementarse en dicha área durante la temporada y al reforzar su alineación con el bate de mayor repercusión que aún quedaba disponible en el mercado, en vez de hacerlo por la via del cambio, mantuvieron mucha flexibilidad para seguir añadiendo piezas, considerando su amplia dotación de prospectos.

3. Mi colega David Schoenfield hizo un buen análisis de la votación al Salón de la Fama, en el cual indicó cómo las boletas de votación “privadas” (no reveladas al público) tuvieron un impacto severo y perjudicial sobre los porcentajes de candidatos asociados con el uso de sustancias prohibidas, tales como Barry Bonds y Roger Clemens.

Me pregunto si ese mismo grupo tuvo repercusión similar en el bajón sufrido a ultima hora por Scott Rolen, aunque por razones sumamente diferentes. Rolen aún contó con un fuerte ascenso este año, que le es bastante favorable si tomamos en cuenta las trayectorias de las candidaturas de elegidos recientes, como Edgar Martínez y Larry Walker. A pesar de ello, me sorprendió ver como Rolen cayó hasta quedar finalmente con el 35% de la votación después de un monitoreo que le daba alrededor del 50% durante la mayor parte del proceso.

Los votantes que publicaron sus elecciones apoyaron mucho más a Rolen, quien cuenta con excelentes argumentos para convertirse en miembro del Salón de la Fama, basándonos en sus estadísticas avanzadas. Sus estadísticas tradicionales no impresionan igual, debido a una carrera relativamente breve para un tentativo miembro del Salón de la Fama. Por ende, si bien existe relativa desconexión entre los votantes públicos y privados a la hora de optar por candidatos como Bonds y Clemens, también podría existir en el caso de candidatos impulsados por las estadísticas novedosas, tal como es el caso de Rolen.

Si bien es cierto que cualquier llamado público que haga con el fin de que consideren candidaturas como las de Bonds, Clemens, Sammy Sosa, entre otros, seguramente caería en oídos sordos en estos momentos, permítanme al menos hacer uno a favor de Rolen. Estudien sus argumentos. Lean. Fue un gran pelotero, uno de los mejores de todos los tiempos en una posición con pocos representantes en el Salón de la Fama. El grupo de nuevos votantes del próximo año será pequeño. No existe un mejor momento para darle un segundo, tercer y cuarto vistazo a la carrera de Scott Rolen.