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La Chica del Banquillo: La resiliencia de González y Urías

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¿La Serie Mundial convierte a Julio Urías en el mejor deportista mexicano de la actualidad? (2:37)

'Cuándo ha alcanzado Julio Urías el nivel que tiene un boxeador como Canelo Álvarez.' (2:37)

Solo 12 mexicanos han conseguido ganar el trofeo del comisionado, una lista que este año fue ampliada por Víctor González y Julio Urías

Apenas 136 nacidos en México han podido cumplir el sueño de jugar en las grandes ligas. Sin incluir a los estadounidenses por nacimiento de ascendencia mexicana. Eso, habla de la exigencia de llegar al mejor béisbol del mundo. Y ya queda para otro renglón el capítulo de mantenerse en la gran carpa. Ni hablar de sobresalir. De tener madera -la condición y la oportunidad- para convertirse en una superestrella.

De esos 136, que abarcan desde Memo Almada en 1933 a Alejandro Kirk en el 2020, apenas 17 han podido jugar la Serie Mundial. Y si nos ponemos más estrictos en la búsqueda, solo 12 han conseguido ganar el trofeo del comisionado. Apenas 12. Un grupo privilegiado que ha podido rozar la más alta gloria de la mejor pelota del mundo. Unos 12 mexicanos, de una lista que este año fue ampliada por Víctor González y Julio Urías. Y de qué manera.

En el caso de González hablamos de un pelotero que el 31 de julio, ante los Cardinals, debutó en las grandes ligas con el uniforme de los Dodgers. A los 25 años. Cuando estaba barajando dejar de intentarlo. Cuando consideró que ya no tenía cabida. Que su tiempo había pasado. Dos años antes pasó por una Tommy John, por la Clase A, por la Liga Rookie, por Doble A. Por los Charros en la Liga Mexicana del Pacífico. Por la imposibilidad de lanzar strikes. Por la frustración. Y por el consejo de uno de sus mejores amigos, Julio Urías: no lo dejes. Aguanta. Por eso, en 2020 volvió al spring training y al final de la temporada tiene un anillo de campeón.

Justamente, comparte con Urías sus inicios con los Diablos Rojos, la llegada a los Dodgers y ahora un título de Serie Mundial. Por eso el abrazo cuando se coronaron. Por eso las lágrimas. El cerrador del partido con el pitcher ganador. Ambos, ejemplo de resiliencia. De combate. De lucha. De la guerra para llegar a lo más alto del montículo. Para ganarse el derecho de un jersey con su nombre. De lanzar una pelota. Y luego de estar en el clásico de otoño. Pocos, como ellos, entienden de resistencia. De seguir empujando. Porque cuando parece que no estás hecho para eso, aparecen las portadas con tu nombre acompañado de la frase “Campeones de la Serie Mundial”. Así de alucinantes son los sueños. Así de resilientes son Víctor y Julio.