De león a mono y el mono amarrado. Así ha sido hasta ahora el duelo entre los Astros de Houston y los Medias Rojas de Boston en la serie divisional entre ambos.
Aunque los Astros partieron como favoritos, el dominio sobre sus rivales ha sido absoluto, para colocar el compromiso al borde de la barrida.
Si el primer día el venezolano José Altuve fue el verdugo de Chris Sale y compañía, en el segundo juego le tocó al puertorriqueño Carlos Correa el papel de enterrador.
Su jonrón de dos carreras en el mismo primer episodio ante el zurdo Drew Pomeranz dictó temprano el paso del encuentro, que terminó con pizarra de 8-2.
En el sexto, con dos corredores en circulación, limpió las bases con un doblete ante el relevista Addison Reed, para terminar el encuentro con cuatro remolcadas.
Lo de Altuve es punto y aparte. Lleva cinco hits en siete turnos, con tres cuadrangulares, cuatro empujadas y cinco anotadas, un verdadero abuso al pitcheo rival.
John Farrell dirigió con desesperación y no con sabiduría. Debilitó su ofensiva al sentar al jovencito dominicano Rafael Devers ante el zurdo Dallas Keuchel y envió al cubanoamericano Deven Marrero a custodiar la antesala por ser un bateador derecho.
¿Y? Devers, a pesar de su condición de zurdo, ha demostrado ser capaz de batearle a quien sea, incluso bajo presión. Y si no, pregúntenle a Aroldis Chapman, contra quien el quisqueyano conectó un vuelacercas sobre un envío de 103 millas por hora.
La teoría de colocar bateadores de la mano distinta al lanzador es de las más discutibles del béisbol y aunque la postemporada es un animal distinto de domar, uno debe morirse con el hombre que te ayudó a llegar a este punto, sobre todo, si su reemplazo ni se le acerca en capacidad.
Los Medias Rojas están con el agua al cuello, pero no muertos y ahora tratarán de recuperarse en sus predios del Fenway Park.
Si un equipo sabe lo que es remontar, ese es Boston, que renació de un 0-3 para eliminar 4-3 a los Yankees de Nueva York en la serie de campeonato de la Liga Americana del 2004.
Claro, de eso hace 13 años y ya no está David Ortiz para liderar la remontada, pero el béisbol es impredecible como pocos deportes y el juego no se acaba hasta que se acaba.