Para muchos amantes de la Fórmula 1, la década del 80 fue la mejor de la historia. Las comparaciones son imposibles, pero el duelo Ayrton Senna-Alain Prost tuvo ribetes épicos. Porque, además, fue una época en la que también coincidieron en pista pilotos como Nigel Mansell (campeón 1992), Nelson Piquet (monarca 1981, 1983 y 1987), Niki Lauda (1975, 1977 y 1984). Con otros nombres, que no consiguieron títulos, pero que dejaron su sello, como Jean Alesi y Gerhard Berger. Pero los flashes se los llevaron Senna y Prost.
La guerra entre ambos cruzó todas las barreras. El francés contaba con el apoyo total de Jean-Marie Balestre, quien presidió la FISA y la FIA. La primera batalla fue en el GP de Mónaco de 1984, cuando, bajo un diluvio, Senna logró avanzar hasta la punta con un humilde Toleman, superando a Prost, quien pidió bandera roja para detener todo. El deseo del Doctor fue orden, se tomó como final la clasificación de una vuelta antes de la suspensión y el francés fue el vencedor.
Los choques más álgidos fueron cuando compartieron equipo en McLaren, con los tremendos torneos de 1988 y 1989, y los dos choques de Japón (1989 y 1990, con Prost ya en Ferrari). La Fórmula 1 se alimentaba del duelo entre ellos.
La temporada 1994 comenzó sin Prost, quien después de un 1992 sabático, había vuelto para lograr su cuarto título en 1993 con Williams. Ayrton tenía todo arreglado con Frank Williams para sumarse al team de Grove en 1993, pero el Doctor puso como condición para firmar contrato que Senna no fuera su compañero. El inglés aceptó y el brasileño debió esperar un año. La muerte de Ayrton en Imola dejó a la categoría sin sus grandes figuras en muy poco tiempo.
Le costó mucho a la a la Fórmula 1 reponerse. La irrupción de Michael Schumacher fue clave para la F1. Williams reemplazó a Senna con Damon Hill, un gran piloto, pero lejos del talento y la personalidad de Ayrton. La edulcorada batalla Schumi-Hill fue el duelo que heredó la atención post Senna-Prost, pero fue efímera.
Desde F1 abonaron la llegada de Jacques Villeneuve, un apellido ilustre en la categoría. El hijo de Gilles arribó en 1996, fue campeón en 1997, tuvo duelos con Schumi, pero tampoco alcanzó para tapar el hueco que había dejado el retiro de Prost y la muerte de Senna.
Pasaron muchos años, pasaron duelos (Mika Hakkinen-Schumacher, Fernando Alonso-Schumi, Alonso-Lewis Hamilton, Hamilton-Nico Rosberg, Hamilton-Sebastian Vettel, Hamilton-Max Verstappen), pero jamás llegaron al nivel de Prost-Senna, dos ídolos, que probablemente no hubieran sido lo que fueron uno sin el otro.
"Cuando me retiré, hablaba mucho con Senna. Me llamaba mucho. A veces incluso dos veces por semana. Sentí que no estaba bien. Cuando estábamos corriendo nunca me llamó. Pero sin mí estaba como desorientado. Quizá fui su motivación", contó el francés muchos años después.