MÉXICO -- Los Oakland Raiders tienen el mejor récord de la Conferencia Americana.
Vale la pena pausar por un momento y pensar en ello.
Sí, este equipo está empatado en la cima de la AFC con los New England Patriots, pero mientras que los discípulos de Bill Belichick no han sufrido una campaña perdedora desde el 2002, los Raiders son la franquicia espejo: no han culminado con registro positivo desde el mismo año.
Oakland todavía tiene muchas cosas por mejorar si piensa en un viaje al Super Bowl. Eso quedó de manifiesto en el Estadio Azteca, con todo y que los Raiders rescataron el triunfo gracias a una remontada que incluyó dos touchdowns en el último periodo para superar a los Houston Texans.
Derek Carr completó los 11 intentos de pase que lanzó a sus corredores --Jamize Olawale, Latavius Murray y Jalen Richard-- para un total de 199 yardas y dos touchdowns, y también pudo conectar cuatro veces con Amari Cooper para 57 y el touchdown que selló el triunfo, pero erró algunos pases muy accesibles que pusieron en riesgo el juego para Oakland, incluyendo un descuidado envío por el centro del campo que resultó en intercepción al inicio del segundo medio. La entrega de balón se convirtió, a la postre, en un touchdown ajeno.
Michael Crabtree sólo pudo atrapar tres de los siete pases que lanzó Carr en su dirección, para un total de 5 yardas, además de sufrir un balón suelto. La línea ofensiva, considerada ampliamente como una de las tres mejores de la NFL, tuvo problemas para controlar a los frontales defensivos de los Texans, sobre todo a Jadeveon Clowney, quien se hizo notar en el encuentro.
Pero sobre todo, la defensiva necesita dar el paso al frente.
En la noche, los Raiders dejaron caer dos intercepciones claras de las manos: una cortesía de Shilique Calhoun y otra más tarde del profundo de Pro Bowl, Reggie Nelson. Permitieron a Houston y a Brock Osweiler tomar confianza con el transcurrir de los minutos, y por momentos el nivel de juego mostrado sobre el campo estaba lejos de reflejar una marca de 8-2.
"El 8-2, eso es grandioso para nosotros", dijo el apoyador/ala defensiva Khalil Mack al término del partido, antes de acotar, "Al principio nos estaban pegando. El N° 10 [DeAndre Hopkins], hombre, le estaban entregando el ovoide".
El mariscal de campo hizo eco a esos sentimientos.
"Significa [la marca de 8-2], que estamos haciendo las cosas del modo correcto", expresó Carr. "Significa que vamos en la dirección correcta, que nuestro proceso y nuestro plan está funcionando, pero Khalil se parará aquí y les dirá lo mismo: no estamos ni cerca de donde queremos estar ni donde vamos a estar".
La primera excusa a la vista es obvia: se trata de un equipo joven. Es cierto y es válido. Sin embargo, también es cierto que en la NFL las condiciones cambian con tal rapidez que no es sencillo para un equipo brindarse el lujo del tiempo. Equipos que en el pasado reciente parecían estar en el mismo escalón que ocupan ahora los Raiders, como franquicias jóvenes que solamente requerían un poco de tiempo de maduración, se han venido abajo estrepitosamente.
¿Recuerdan el 13-3 de los Atlanta Falcons en el 2012?
Es equipo ni siquiera tiene ya al mismo entrenador en jefe.
¿Y los Indianapolis Colts del 2014?
Acumulan un registro combinado de 13-13 desde entonces.
Ganar no es sencillo en la NFL. Los Raiders lo están logrando, aunque quizás más sufrido de lo deseable. El siguiente paso en el desarrollo de la franquicia debe ser ganar confiadamente los partidos que deben ganar, es decir, aquellos ante rivales inferiores; como fueron los Texans.