La disciplina es una de las cualidades que más se inculca en la NFL y por esa misma razón es un elemento clave que suele ser subestimado por coaches y jugadores.
El concepto de indisciplina casi siempre es relacionado a acciones visibles y polémicas como agresiones físicas o verbales a rivales o árbitros, pero la indisciplina mental es igual o quizá más dañina y la Semana 2 de la temporada regular ofreció varios ejemplos de esto.
La muestra más obvia y notable de indisciplina mental es el fatal error que los Atlanta Falcons cometieron en la patada corta que catapultó a los Dallas Cowboys a completar la remontada y sumar una victoria que prácticamente parecía imposible de conseguir.
Si había dudas sobre la regla de la patada corta, éstas seguramente quedaron despejadas luego de lo sucedido en el AT&T Stadium, pero vale la pena recordarla: los jugadores del equipo que patea el ovoide no pueden tocar el balón hasta que éste avanza o rebasa las 10 yardas. El equipo que recibe puede tocar el ovoide en cualquier punto. Esto aplica a cualquier kickoff.
Cuando Greg Zuerlein ejecutó la patada corta con 1:49 por jugar en el último cuarto y el balón comenzó a recorrer su camino, alrededor de él había cuatro jugadores de los Falcons y lo único que cualquiera de ellos debía hacer era caer sobre el ovoide. Dallas ya no tenía tiempos fuera y Atlanta hubiera sentenciado el triunfo.
De forma increíble, los jugadores de Atlanta sólo miraron el balón y cuando éste recorrió 10 yardas, los Cowboys, más concentrados y mejor entrenados para este tipo de situaciones, lo recuperaron.
El origen del problema no está en los jugadores de Atlanta que sólo fueron espectadores en esa acción sino en el coach Dan Quinn y su staff, en particular, el coordinador de equipos especiales, Ben Kotwica, quienes, al parecer, no repasan con los jugadores las reglas básicas del futbol americano.
Es allí donde Bill Belichick, más allá de su personalidad y polémicas por dudosas prácticas, marca diferencia con la mayoría de los entrenadores en jefe de la NFL o al menos así lo hizo durante casi dos décadas: atención a los detalles, a las posibles situaciones de juego que se pueden enfrentar en cada partido, por absurdas que éstas parezcan, y a la creación de jugadas que pondrán a su equipo en buena posición de ganar.
Al final de cuentas, ese es el trabajo de un entrenador en jefe: poner a su equipo en la mejor posición de ganar.
Chiefs muestran su lado oscuro
Los Kansas City Chiefs no son ajenos a la indisciplina, en su caso, originada por errores mentales y de ejecución.
Después de sumar sólo un castigo en su primer juego de la temporada 2020, los Chiefs cometieron 11 en la Semana 2 y el último puso en riesgo la victoria sobre Los Angeles Chargers.
Los últimos tres castigos de Kansas City, todos ofensivos, estuvieron cerca de sentenciar el triunfo de los Chargers. En su último ataque del cuarto periodo, los Chiefs cometieron dos por sujetar. El primero hizo que los Chiefs enfrentaran una primera oportunidad y 20 que se convirtió en tercera y 20 y el segundo pañuelo, cuando estaban en la yarda 3 de Los Angeles, prácticamente le quitó a Patrick Mahomes la posibilidad de buscar el touchdown del triunfo en tiempo regular.
En su serie ofensiva del tiempo extra, los Chiefs se preparaban para un intento de gol de campo de 53 yardas de Harrison Butker que se convirtió en uno de 58 por una salida en falso de Nick Allegreti.
El espectacular estilo de juego de Mahomes, quien convirtió esa tercera y 20 con una carrera de 21 yardas, y la poderosa pierna derecha de Butker hacen olvidar fácilmente esos errores de ejecución y concentración que le complicaron la existencia a los Chiefs.
En Arizona hay un niño feliz
Quizá el hombre más feliz actualmente en la NFL vive en el área de Phoenix. Su nombre, Kyler Murray.
El quarterback de segundo año prácticamente parece niño en dulcería con el arsenal aéreo con el que cuenta, en particular, por ser Larry Fitzgerald y DeAndre Hopkins sus principales blancos en el juego aéreo.
En la victoria sobre Washington el pasado domingo, Murray completó 15 de 16 pases enviados a Fitzgerald o Hopkins para 118 yardas y un touchdown. Hopkins atrapó ocho de los nueve envíos que le hicieron para 68 yardas y su anotación fue en recepción de cuatro yardas. Por su lado, Fitzgerald atrapó los siete pases que le mandaron para 50 yardas.
En dos juegos, Murray ha completado 33 de 37 envíos lanzados a este par de receptores.
Si eso no es ejemplo de felicidad, ¿qué lo es?
Saints rezan por el regreso de Michael Thomas
La ofensiva de los New Orleans Saints lució muy distinta a lo que nos tiene acostumbrados durante el duelo de lunes por la noche que perdieron ante Las Vegas Raiders.
El desarrollo de varias acciones ofensivas de los Saints parecía lento.
La razón puede ser la ausencia de Michael Thomas (tobillo), receptor principal del equipo y en quien Drew Brees pone mucho del peso de la ofensiva.
En los dos primeros juegos de la temporada 2019, Thomas sumó 20 recepciones y 212 yardas, producción que es superior a la que tienen todos los receptores de New Orleans juntos luego de dos partidos en 2020, en los cuales sólo suman 17 recepciones para 180 yardas.
Las 180 yardas de los receptores de los Saints en 2020 es el penúltimo total en la NFL, sólo detrás de las 139 de San Francisco.