El camino de la reconstrucción nunca es sencillo para un deportista. Es barajar, dar de nuevo, reacostumbrarse. Crear un nuevo microclima en el espacio que le toque. Ousmane Dembélé llegó a PSG para ser un rayo por la banda, capaz de desequilibrar con su gambeta precisa o con una aceleración disruptiva.
Fue Luis Enrique quien vio más allá. El entrenador asturiano, con su visión táctica habitual, reescribió el libreto del francés: lo sacó del costado y lo convirtió en un falso nueve. La apuesta, arriesgada en su momento, hoy es una de las claves que explican la presencia de PSG en la final de la UEFA Champions League 2024-2025 ante Inter, que se puede ver en vivo por Disney+ (solo para Sudamérica).
Dembélé y una transformación silenciosa, pero decisiva
La cifra es contundente: 33 goles en 47 partidos para Dembélé esta temporada. En enero y febrero marcó más goles que en toda la 2023/24 completa. El dato no es casual: el cambio de posición lo liberó. Al dejar de estar encapsulado sobre la raya, encontró el espacio, la influencia y el protagonismo que le faltaban. Volvió a ser uno de los mejores jugadores del mundo con una fórmula sencilla: ya no es un extremo vertical, es el eje de un sistema que gira a su alrededor.
Dembélé, además, hizo 25 goles en 25 partidos con PSG en 2025 (12 más que en los 42 partidos de 2024). Ningún jugador de las cinco ligas más importantes de Europa convirtió más goles que el delantero del equipo parisino.
El PSG de Luis Enrique: menos nombres, más equipo
El Paris Saint-Germain que se medirá con Inter el 31 de mayo en Múnich no es el de los flashes y las cámaras. Aquí, ahora, no hay galácticos. Ya no está Kylian Mbappé, ni Lionel Messi, ni Neymar. Pero hay una idea, una estructura, y un colectivo que funciona. Bajo el mando de Luis Enrique, el PSG abandonó la dependencia de las individualidades y abrazó la identidad táctica.
En ese contexto, Dembélé brilló como nunca. En la serie de despegue ante Liverpool en octavos de final -clave para llegar a la definición del torneo- fue la figura. Marcó el gol de la clasificación y fue el gran disruptor del sistema inglés, bajando a recibir, estirando la defensa rival y generando espacios para los volantes ofensivos como Vitinha y Barcola. Fue falso nueve en el rol, pero genuino líder ofensivo en impacto.
Frente a Arsenal en semifinales, el delantero francés convirtió en el partido de ida, tras cinco encuentros consecutivos sin hacerlo.
La lógica detrás del falso nueve en PSG
El recurso del falso nueve no es nuevo, pero pocos entrenadores lo aplican con tanta precisión como Luis Enrique. Lo había hecho en Barcelona con Messi, y ahora vuelve a hacerlo con Dembélé. El concepto exige que el delantero se desprenda de su posición clásica para desordenar estructuras defensivas. Pero para que funcione, el equipo debe compensar colectivamente. Y el PSG lo hace como un reloj suizo.
Cuando Dembélé retrocede, sus compañeros atacan los espacios. Cuando se tira a una banda, los laterales rotan posiciones. Es una coreografía que se ensayó durante meses en silencio, y que ahora le permite a PSG tener un ataque impredecible.
Una final de Champions que tiene identidad
El Inter de Simone Inzaghi será el rival. Otro equipo con estructura, sin figuras rutilantes, pero con funcionamiento. La final de Múnich promete ser un duelo táctico, donde PSG apostará a la movilidad de su "nueve mentiroso" para abrir la muralla italiana. Dembélé, quien supo ser un jugador desequilibrante pero intermitente, se presenta como el arma principal en un equipo que aprendió a jugar en bloque.
Dembélé, un símbolo del nuevo PSV
Con Dembélé en modo goleador, el PSG ya conquistó la Ligue 1 con seis fechas de antelación. Y ahora va por la Champions, el trofeo esquivo que se le resiste desde siempre. El francés, que alguna vez fue criticado por su irregularidad, es hoy el símbolo de una nueva era: la del PSG que juega en equipo, que ejecuta con precisión táctica y que deja atrás la obsesión por los nombres para centrarse en el funcionamiento.
El 31 de mayo, en el estadio de Múnich, Dembélé buscará completar su metamorfosis con un título que redefina su carrera. De extremo inconstante a falso nueve decisivo.
Tarda en llegar, pero al final, hay recompensa.
