Llegar a las semifinales de la CONMEBOL Libertadores es un mérito en sí mismo. El solo hecho de alcanzar esta instancia representa un éxito. Aún incompleto, pero éxito al fin por la dificultad que implica el trayecto hasta allí. Sin embargo, desde luego que debe hacerse un análisis más profundo que el del simple resultado para comprender las posibilidades de superar esta etapa. Y tras los festejos por la clasificación en Avellaneda, Boca Juniors está en ese proceso.
Boca debe mejorar si quiere vencer a Palmeiras. Y debe mejorar mucho. En diversos aspectos del juego. Debe ser más constante. Debe ser más arriesgado. Debe ser más sólido. Debe ser más contundente. Debe ser más decidido. Ya se ha gastado todo el crédito que regala el azar en los octavos y los cuartos de final. Ahora es el momento de sacar a relucir su jerarquía futbolística. Que la tiene y nadie puede dudarlo.
Hay un dato que explica sus virtudes y sus defectos. En las fases de eliminación directa, lleva cuatro empates consecutivos, con tres 0-0. Boca sabe que el empate le sirve, porque tiene un arquero experto en definiciones por penales y pateadores experimentados y certeros. Olfateó la clasificación en el final de los partidos contra Nacional y Racing y ese presagio se cumplió. Pero contra Palmeiras ya no puede apoyarse en experticia.
Palmeiras es un conjunto copero. Al menos este Palmeiras. Al mando de Abel Ferreira llegó a las últimas cuatro semifinales de Libertadores y se coronó campeón en dos de las últimas tres. Sabe jugar la Copa, con todo lo que eso significa. Tiene jugadores astutos y un funcionamiento que crece en este ámbito. Será, sin dudas, un rival muy superior a los que tuvo hasta ahora Boca. Desde el juego y desde el aspecto mental.
Boca tiene que jugar mejor. Quizás, ya no le sirve lo que le sirvió en la mayor parte de los encuentros contra Nacional y Racing. Quizás, cuidarse y arriesgar poco no sea suficiente contra un adversario que incluso así es capaz de lastimar. Es probable que necesite salir a atacar. Con criterio y picardía, pero también con más coraje. La valentía se demuestra también así.
El mejor momento del equipo de Jorge Almirón en octavos y cuartos fue el primer tiempo frente al cuadro argentino en la Bombonera. Es cierto que le faltó un delantero al esquema, pero se plantó en campo rival sin especular y, con Valentín Barco como bandera, dominó sin dejar dudas. Luego, la lesión de su figura complicó los planes, pero el camino fue marcado.
El sistema táctico elegido, con cinco defensores (podrán decir que Luis Advíncula y Frank Fabra son "carrileros", pero por naturaleza son marcadores de punta y lo que importa en este caso son las características de los futbolistas), puede servir para determinadas circunstancias, pero casi nunca le dio fluidez al juego ni tampoco profundidad por las bandas.
Boca tiene jugadores con gran criterio para atacar. En Avellaneda, Ezequiel Fernández jugó su mejor partido en el club y fue el mejor del visitante. Sabe cuándo pasarla hacia adelante y cómo encontrar líneas de pase. Se asoció muy bien con Cristian Medina y en esa sociedad puede estar la usina de juego de Boca, que si suma a Barco y a Edinson Cavani en ese circuito tiene posibilidades ilimitadas.
A Palmeiras se le puede competir. No es imbatible. Boca debe jugar como el gigante que es. Con inteligencia pero sin especular. Con valentía y garra. Tiene una oportunidad muy valiosa. La séptima está a solo tres partidos, pero no llegará sola. Debe ir a buscarla.