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Boca-Fluminense, una final de asociaciones civiles sin fines de lucro que también es una señal de Sudamérica hacia el mundo

La CONMEBOL Libertadores se definirá entre Fluminense y Boca, dos clubes manejados por sus socios y sin dueños privados ESPN.com

En agosto de 2021, el Congreso de Brasil sancionó la ley que permitió a los clubes de ese país convertirse en Sociedades Anónimas de Fútbol (SAF). Es decir que las instituciones quedaron habilitadas para transferir toda la gestión del fútbol desde el ámbito de la asociación civil sin fines de lucro a una empresa privada. El proceso de transformación comenzó de forma inmediata y hoy varios clubes brasileños históricos ya adoptaron el nuevo sistema.

El cambio generó rechazo entre los socios y angustia entre los hinchas, que con el nuevo formato de administración han perdido autonomía y poder de decisión. A diferencia de lo que sucede en España, donde existen las SADs (Sociedades Anónimas Deportivas), en Brasil solo se puede gerenciar el fútbol, que es sin dudas la actividad más rentable para los posibles compradores y al mismo tiempo el bien cultural más preciado del pueblo. En ese debate vive Brasil.

Pasaron poco más de dos años desde la sanción de la ley PL 5516/2019, pero ya una gran cantidad de clubes fueron vendidos a capitales privados. Equipos centenarios, con enorme arraigo popular en sus ciudades y en todo el país, como Cruzeiro, Vasco da Gama, Botafogo, Atlético Mineiro y Bahía ya fueron adquiridos por fondos locales y también extranjeros. Otros, como Athletico Paranaense o São Paulo están cerca de hacerlo.

¿Cuál ha sido el resultado hasta el momento? Ninguno de ellos ha logrado aún acercarse a los logros de aquellos que se mantienen como clubes sociales: Flamengo (actual campeón de América), Palmeiras (bicampeón de América 2020/21 y campeón de Brasil), Corinthians y Fluminense, finalista de la CONMEBOL Libertadores 2023. Es decir que los más prestigiosos y los que mejor imagen tienen fuera de Brasil aún son manejados por sus socios.

El equipo carioca disputará una final de "sociedades civiles" contra Boca Juniors el próximo sábado 4 de noviembre. Será un enfrentamiento entre clubes sociales. Un duelo mano a mano entre entidades manejadas en su totalidad por representantes elegidos de forma directa por los socios. En un tiempo en el que el negocio del fútbol se concentra cada vez más en unas pocas manos, esta final es una proclama de identidad que parte desde Sudamérica hacia Europa, donde ya casi no quedan asociaciones civiles sin fines de lucro, o algo similar, en sus grandes campeonatos.

Fluminense fue fundado en 1902 en el barrio de Laranjeiras (Río de Janeiro) como la primera institución de su país dedicada exclusivamente al fútbol. Esa zona de la ciudad estaba poblada por la aristocracia carioca. Allí vivían familias acaudaladas de origen europeo y en una de sus casonas se creó el club que buscará su primer título continental contra un rival de orígenes opuestos. Porque Boca nació en los suburbios pobres de Buenos Aires, donde fue alumbrado por inmigrantes italianos de bajos recursos. A comienzos de siglo tuvieron procedencias antagónicas, pero hoy representan ideales parecidos.

Las SAFs irrumpieron en Brasil por una decisión política que surgió del estado nacional que conducía Jair Bolsonaro en 2021 y encontraron en la crisis económica de varios clubes un terreno fértil para su desarrollo vertiginoso. El mal manejo de las dirigencias en la última década fue la excusa perfecta para la adopción de un sistema que, como ya ha quedado demostrado en diversos países de América Latina, atenta de forma deliberada contra la función social de los clubes. Ese es el principal motivo por el cual Argentina se mantiene como el único país del mundo que aún no ha permitido ningún tipo de Sociedad Anónima Deportiva.

En la nación de Boca, los clubes de fútbol son además espacios de contención para la sociedad. Ámbitos que el pueblo engendró para fortalecer su sentimiento de comunidad. En las últimas décadas hubo algunos intentos por impulsar el modelo español de administración, pero ni siquiera lograron llegar hasta la puerta del parlamento. De hecho, en 2022 la propia AFA presentó un informe en contra de las SADs.

Entre otras cosas, el documento afirma: "Nunca debemos olvidar que nuestros clubes son asociaciones civiles sin fines de lucro que tienen un deporte federado como el fútbol, pero que también cuentan con otras actividades deportivas, federadas y no federadas (muchas de ellas culturales), con gran contención social para su comunidad". Y da como ejemplo el rol que ocuparon los clubes durante la emergencia sanitaria del covid-19, en la que abrieron sus puertas como sitios de refugio, vacunatorios o incluso lugares de internación.

Brasil no logró cerrar sus puertas de forma definitiva a los capitales privados, pero hay varios clubes centenarios con millones de hinchas que se sostienen por sus socios y que mantienen su identidad. Argentina, en tanto, es un ejemplo en el cuidado del patrimonio histórico cultural y deportivo de sus instituciones. Hoy, Sudamérica vivirá su fiesta con dos clubes cuyos dueños son sus pueblos. Es una señal muy fuerte del continente campeón del mundo hacia el resto del mundo.