<
>

Cristian Medina, el único sobreviviente de la "M.V.A." y la garantía en el mediocampo del Boca de Almirón

Medina, un indiscutido que es llamado a ser protagonista en el Maracaná ESPN.com

Boca Juniors está a un partido de volver a levantar la CONMEBOL Libertadores, el sueño que persigue desde hace más de una década, y muchos de los responsables de empujar al equipo argentino hasta a esta instancia son los jóvenes que se criaron en el club. Entre los principales protagonistas estará Cristian Medina, una joya de la cantera que este año se ganó su lugar en el once titular indiscutido.

En los primeros días de 2021, Diego Mazzilli, cazador de talentos del club, compartió una foto en sus redes sociales y rápidamente se convirtió en viral. Del lado izquierdo de la imagen, había un chiquitín muy delgado parado sobre la tierra, sonriendo con timidez, con las medias bien altas y un pantalón con el número 7 que le quedaba enorme. Del lado derecho, un jugador conduciendo con autoridad la pelota, debutando en Primera con el mismo escudo en el pecho. Dos épocas de la vida de Medina: el sueño y la realidad.

Oriundo de Moreno, en el oeste del Gran Buenos Aires, y formado en el club El Rayo de Malaver, Cristian se presentó a una prueba que organizó Boca en El Fortín de Moreno en octubre de 2012. Entre más de dos mil chicos, solo eligieron a tres para continuar con el selectivo. En 2013, el niño de 12 años se unió a las infantiles de Boca Juniors.

Muy rápido cautivó a los buscadores de promesas por su capacidad para desequilibrar y lo ubicaron en la zona de ataque. Sin embargo, sus condiciones evolucionaron y encontraron en él una innata ambición por participar de la construcción del juego y una excepcional mirada para generar asociaciones con sus compañeros.

Así se forjó un mediocampista completo, versátil, que acumuló virtudes sin perder en el camino sus características. Miguel Ángel Russo fue el director técnico que le dio su primera oportunidad en Primera, después de haberlo citado siete veces antes de hacerlo jugar. Su estreno fue ante Gimnasia exactamente el 14 de febrero.

Desde su debut en 2021 hasta hoy Medina no hizo más que méritos para apilar uno tras otro sus argumentos para ganarse la confianza de los entrenadores que sucedieron a Russo. No fue fácil, porque él mismo recuerda que tuvo que trabajar junto a los psicólogos de Boca sobre cómo sobrellevar esos momentos en los que solo le "tocaban 5 minutos y no quedaba otra que entrenar para demostrar".

Lo apoyaron los referentes y lo inspiraron sus compañeros de inferiores que iban concretando sus sueños, como Ezequiel Fernández o su amigo Exequiel Zeballos, quien paradójicamente hoy debe que ser "el contenido" porque una horrible lesión le arrebató la chance de jugar en el Maracaná.

Al igual que otros jugadores que son hinchas, Medina declaró que como "todos los bosteros" lo desvela levantar la Copa Libertadores. Y, a un partido de la final, se puede afirmar sin ningún tipo de duda que ha sido uno de los grandes responsables de ubicar a Boca en la gran instancia de definición.

Gracias a la continuidad que le dio Jorge Almirón, Medina le agregó verticalidad a su juego y se siente respaldado, y casi obligado, a pisar el área rival. De ese modo, se convirtió en el segundo goleador de este ciclo, por detrás de Miguel Merentiel.

En un Boca irregular y muchas veces desordenado, el joven de Moreno supo sostener los hilos del mediocampo para hacer pie en los partidos más difíciles. Tiene la complicada tarea de controlar los cambios de ritmo y siempre pone al servicio del equipo su gran despliegue físico. En momentos de confusión, Medina es una de las pocas garantías con las que cuenta Almirón.

Medina, el único sobreviviente de la M.V.A

Parece mentira que pasó tan poco tiempo de la colorida anécdota de Pol Fernández llamándolo Marquinhos, por sus rulitos y su parecido a quien por entonces era el zaguero del PSG de Messi. Parece en otra vida cuando los hinchas se ilusionaban con el mediocampo premium al que llamaron "M.V.A", por Medina, Alan Varela y Agustín Almendra.

Ese trío se rompió pronto, con la turbulenta salida de Almendra a Racing, sus declaraciones polémicas, sus peleas con Benedetto y, para coronar, su patada a destiempo al propio Medina en el último clásico que perdió Boca en el Cilindro. Ese golpe fue leído por muchos como desleal porque una lesión a 10 días de la final podía dejarlo afuera del partido de su vida.

Hace pocos meses (antes de los cuartos de final de esta Copa) se concretó la partida de Alan Varela a Europa y en La Boca se vivía como una daga en el corazón xeneize. Había incertidumbre y preocupación. Medina declaró cuánto iba a extrañar a uno de sus socios. Sin embargo, Boca se acomodó y resistió, en gran parte gracias a él.

Medina es el único sobreviviente de esa proyección que habían realizado los fanáticos xeneizes, que muchos ya ni deben recordarla. Hoy celebran la presencia del 39, que se adapta y responde frente a las exigencias. En sus pies está depositado gran parte del peso y la responsabilidad de hacer un buen papel en Río de Janeiro y evitar que sean solo los penales el único desenlace posible para llevar la séptima Libertadores a la vitrina.