El timonel morado ha ganado cuatro títulos nacionales con el Saprissa, lo que lo ubica en lo más alto de la historia morada
El clásico es hoy.
Liga Deportiva Alajuelense y el Deportivo Saprissa vuelven a enfrentarse en una nueva edición del partido que más emociones despierta en Costa Rica.
Las familias ticas se reúnen, como dicta la tradición, para vivir los noventa minutos que paralizan al país. Entre quienes viven esta jornada de manera especial está la familia de Vladimir Quesada, el entrenador morado, quien regresa al estadio Alejandro Morera Soto para dirigir al equipo más ganador del fútbol costarricense.
Vladimir Quesada se ha encargado de traspasar de generación en generación la dosis morada, pero no solamente se ejemplifica como un acto deportivo, ESPN tuvo acceso y autorización para mostrar cómo el entrenador morado tiene el fútbol como filosofía de vida, basando todo mayoritariamente en disciplina, respeto y amor al deporte.
El actual técnico del Saprissa lleva al club en la piel desde los 8 años, cuando empezó en Tibás.
Hoy, con sus nietos como cómplices, sigue mostrando que su vida entera gira alrededor del equipo que lo vio nacer.
Vladimir Quesada nunca necesitó posar ni levantar la voz para dejar claro lo que significa Saprissa en su vida.
Desde niño, con apenas ocho años, ya vestía la camiseta morada en las canchas de Tibás. A los 12, se incorporó a las ligas menores del club y, con el paso de los años, se convirtió en un referente que no solo vivió la camiseta, sino que ahora la comparte con hijos y nietos.
Las fotografías que tuvo acceso a ESPN lo dicen todo: Vladimir Quesada, sentado en el camerino o en las gradas del Ricardo Saprissa, rodeado de pequeños con su apellido en la espalda.
La nueva generación juega a ser morada, con los mismos uniformes que él usó hace décadas. Es, literalmente, la herencia de un ADN futbolero.
“Me siento bendecido, es el equipo en el que nací deportivamente hablando. Estoy agradecido con Dios, con este grupo de muchachos que han ganado cosas importantes y con la institución que siempre exige excelencia”, comentó a ESPN al ser consultado sobre su regreso al banquillo morado.
Disciplina, timidez y convicción
Quienes lo conocen de cerca lo describen como reservado, incluso tímido.
Vladimir Quesada no es de dar entrevistas exclusivas, es el primero en irse cuando el equipo sale campeón, lo celebra con sus jugadores a los que defiende, y agradece siempre, pero después de ello se retira a su seno más íntimo para celebrar con su familia.
Base su vida en la fe, y así lo ha dejado claro en las conferencia de prensa, cuando inicia agradeciendo al que denomina como el Eterno.
No disfruta demasiado la exposición pública, pero ha demostrado que liderar no depende de hablar más fuerte, sino de dar el ejemplo.
Su estilo refleja disciplina, humildad y un profundo respeto por el fútbol.
Esa misma sobriedad lo hizo tomar decisiones firmes: “Me buscaron de otros clubes, pero decidí quedarme aquí, porque Saprissa significa demasiado para mí”, aseguró en una de sus atenciones más recientes.
El niño que creció con el Morado puesto
Una foto en blanco y negro de finales de los 70 lo muestra como un niño más en la Selección de la Escuela de La Florida.
Ese equipo infantil fue el último paso antes de dar el gran salto al Saprissa. Desde entonces, nunca se apartó del club.
Hoy, casi 50 años después, sigue caminando por el césped del Ricardo Saprissa, esta vez con sus nietos jugando a su lado.
Nacido en 1966, Vladimir Quesada construyó su carrera con base en sacrificio y amor por el Saprissa.
Como jugador, fue un defensor incansable; como entrenador, ha sabido mantener al club en lo más alto, incluso en medio de críticas y dudas.
Quienes lo conocen lo denominan como amante de su familia, un esposo, padre, y abuelo que ve el fútbol como una filosofía de vida.
