BARCELONA -- Ansu Fati. Recuerden su nombre. Después de un verano, y lo que falta, hablando, especulando, suspirando y discutiendo por (El no fichaje de Neymar y la cesión inexplicable de Dembélé) Neymar el Camp Nou se entregó a la magia de un chaval que aún no ha cumplido los 17 años, que se convirtió en el segundo (Ansu Fati, segundo más joven en ser titular con el Barcelona) titular más joven de la historia liguera del Barcelona y que necesitó solamente siete minutos, siete, para borrar del mapa a Ney y convertirse en la nueva sensación del barcelonismo.
Una hora necesitó, hasta que Valverde dio entrada a Luis Suárez en su lugar, para ganarse no el respeto, sino la admiración de una hinchada que no dudó en entregarse a su electricidad endiablada, a su impacto súbito, a su gol y asistencia, a su sombrero, a su vértigo, a su atrevimiento y a su golpe sobre la mesa. No ha cumplido los 17 años pero ya huele a estrella. El futuro, se sentencia, es suyo.
La alarma por la plaga de lesiones que ha atacado especialmente a la delantera ha acabado por ser una bendición para un Barça necesitado de recuperar la ilusión y ansioso por ver a uno de sus chicos explotando sin disimulo en el primer equipo. Este papel estaba reservado para Riqui Puig… Pero la sobrepoblación de mediocampistas le mantiene a la espera, con la puerta tan cerrada como abierta, de par en par, ha quedado para Ansu Fati, tan beneficiado por el sóleo de Messi y Suárez como por la mala cabeza de Dembélé.
Y, también, por la valentía de un Ernesto Valverde acusado a menudo por su poca confianza en los jóvenes y merecedor de todo el crédito con su atrevimiento en poner en escena a un chaval que ni ha llegado a debutar en el filial, después de un verano en que tuvo un pie fuera del Barça, atribulado como estaba su padre por las ofertas que se multiplicaban en casa.
El entrenador le dio un rato contra el Betis, el que fue su debut, en una tarde cómoda. ¿Un simple guiño a la galería? Se demostró que no al cabo de una semana, cuando acudió a él como salvador en Pamplona y respondió con un excelente gol de cabeza. Por fin, marchado Rafinha y recuperado, pero no al cien por cien Luis Suárez, llegó el momento definitivo. Titular. Y por la puerta grande lo aprovechó.
Valverde, que decidió no arriesgar de entrada con el uruguayo, bien podría haber colocado arriba a Sergi Roberto o poblar el centro del campo con Rakitic o Vidal… Pero solventó con mantener inamovible el sistema de tres delanteros y le dio ese espaldarazo a Ansu. Una señal al destino. ‘Sal y muéstrate’ debió decirle el entrenador al jovenzuelo. Vaya si lo hizo…
Ansu Fati. Recuerden el nombre de un chaval que pide el balón como si no existiera un mañana, que muestra un hambre descomunal y que necesitó este sábado siete minutos para convertirse en la mayor eclosión que se recuerda en el Camp Nou desde que en septiembre de 2007, tres semanas después de cumplir los 17 años, Bojan Krkic apareció por gracia de Frank Rijkaard.
En tiempos de urgencia, de rapidez insólita en hacer análisis definitivos, el joven de origen guineano ya llegó a ser considerado como el heredero verdadero de Messi, quien no dudó en apadrinarle directamente, se entiende que consciente de saber que ahí tiene el Barça a un diamante en bruto con mucho que decir.
Necesitó dos minutos para abrir el marcador rematando de primeras, excelente, un centro medido de De Jong. Ya apenas cinco minutos más para hacer una descomunal jugada por la banda izquierda, llegar a la línea de fondo y devolver la asistencia al holandés.
A partir de ahí la noche ya era, ya fue, suya. Dos remates envenenados, un posible penalti, un sombrero magnífico en área rival… Atrevido y hambriento, Ansu explotó por todo lo alto. Y dejó en el ambiente una pregunta de difícil respuesta: ¿Qué hará con él Valverde a partir de este sábado?
¿Neymar? Ansu Fati, gracias.