El magnetismo de la Premier League la hace irresistible aunque implacable. El torneo brinda una bienvenida fría, suele tener poca paciencia. Carlo Ancelotti la conoce bien y sin temor lanzó un desafío reservado para los atrevidos.
Como visitante, hizo debutar a James Rodríguez con Everton que en una semana frenética aterrizó en Liverpool, firmó contrato, entrenó un par de veces, reiteró su confianza en el proyecto serio del club, se puso la camiseta 19 y salió a jugar contra Tottenham.
Asumió esta nueva responsabilidad con energía. De entrada pidió la pelota. Se ubicó por la derecha y asimiló rápido las reglas del fútbol inglés de toco y me voy. Se animó a buscar el área como media punta, además pulió su zurda con un par de remates de media distancia que pasaron cerca del arco de Lloris.
No se guardó nada en asistencias. Le dio varias en ataque a Richarlison, pero el brasileño las desperdició. Será cuestión de tiempo para ajustar la coordinación.
El técnico le dio 91 minutos. Una prueba a la que correspondió con ganas, fútbol y personalidad para aprobar un debut que se miraba con sospecha. James dejó claro que va por más y es una buena noticia. La Premier League ya le dio un apretón de manos.