Uno de los asesores, auxiliares, entrenadores, segundo técnico, que apoyó mucho a Pep Guardiola fue Tito Vilanova, como lo hablamos en la columna anterior. Él hacía mucho hincapié en cómo recibir la pelota, explicaba que se tenían que buscar elementos y espacios de recepción para sostener, para sujetar jugadores, para detener, el espacio de recepción de un jugador era una alarde. Todo esto lo aplicó Guardiola en sus equipos.
Pep es uno de los más grandes y tremendos entrenadores en la historia, tal vez uno de los mejores que han pasado por el Barcelona, haciendo un extraordinario equipo en su momento. Cuando lo visito en España, en mi etapa como auxiliar de la Selección Mexicana, no me pudo recibir, pero después me da una cita en Múnich, Alemania. A su gran representante, Manuel Estiarte, le dije que venía del equipo nacional de México y de inmediato me abrió las puertas de una manera muy agradable.
En el encuentro, Pep Guardiola se presentó conmigo y me dijo: “por su puesto que me acuerdo de usted, Mario, nos vimos en un hotel de México, en Reforma”. Eso se debe a que la primera vez que hablé con él, lo encontré en un restaurante de un hotel en México, Guardiola estaba desayunando con su papá e hijo, me concedió 20 minutos; en ese momento, yo estaba al mando de Pumas y viajaba al otro día para jugar contra Guadalajara.
Ese día me preguntó "de qué quieres hablar" y le respondí que de algunos conceptos que él aplicaba en su equipo. La tercera vez que lo vi fue en el Bayern Múnich y tuve el placer de ver a Pep Guardiola integrarse al calentamiento del equipo, ver cómo él participaba dentro de un rondo, como él lo llama, de ocho contra tres jugadores.
Él ya metía al portero Manuel Neuer como un jugador más, para que distribuyera la pelota y después, de inmediato, hacía salidas con pelota dominada, de 10 o hasta 15 toques, pero en la nieve, ese día estaba nevando, caía aguanieve. Así hacían una salida tras otra, siempre ensayando la salida con la pelota dominada, para tener superioridad numérica al atacar.
Era sorprendente. Después, él trabajaba el cambiar de frente, de una manera pasmosa. En ese momento enfrentaba un equipo que presionaba muy bien las zonas y él buscaba cambiar de frente continuamente. Hizo pocos trabajos de pelota parada y vino un cuarto entrenamiento, en la misma práctica, que duraba una hora y media o dos horas máximo, que era de jugadas de profundidad.
Lo que hacía Xavi e Iniesta en el Barcelona, ahora lo hacía con Muller, habilitaba a laterales como volantes, como al histórico Philipp Lahm, tenía a Abidal como uno de sus grandes motores e incorporaba a grandes salidores como Xabi Alonso. Era magnífico ver como los laterales empezaban a jugar de volantes, después, bien abiertos tenía a Ribéry y a Robben. Muller encajaba en el centro.
Era hermoso ver cómo caía la pelota, una y otra vez, a Lewandowski. Repetía y repetía la profundidad, lo tenían que hacer a máxima velocidad, porque la nieve aumentaba de espesor. Entonces, Ribéry y Robben se empezaron a golpear, a chocar, después se mete Boateng, se empujan, y Guardiola, con una voz de mando extraordinario, detiene la pelota, los manda a un sector por el lado izquierdo, en donde estaba resguardado del frío y empezó a hablar con cada uno en un alemán perfecto.
Lo único que yo podía entender es que les explicaba que lo más importante para el equipo era la Champions League, que todos iban a jugar y que tenían que pensar en el conjunto. Arriba de él, los directivos del Bayern Múnich, atentos al trabajo de los españoles.
Al final, se acercó a mí y me preguntó: “¿cuántos días vas a estar aquí?”, le dije que el mayor tiempo posible. Pude estar en 10 entrenamientos completos, pero la gama de movimientos, de formaciones, estrategia, me sorprendieron porque nunca vi a un entrenador tan intenso y que practicara tanto la profundidad como Pep Guardiola.
Estamos hablando de algo que hizo con uno de los equipos más hermosos del mundo, Barcelona, lo llegó a aplicar perfectamente en el Bayern Múnich y hoy en el Manchester City, que demuestra su calidad con los campeonatos de liga.
En esos días Pep Guardiola me dijo, “Mario, si alguien en mi vida influyó mucho para ser entrenador fue Johan Cruyff” y el magnífico holandés constantemente predicaba: “hay mucha gente que puede decir que un equipo está jugando mal. Hay pocas personas que pueden decir por qué está jugando mal y hay menos gente aún que puede decir lo que debe hacerse para jugar mejor”.
Esto es desde la cancha, para ESPN.