Hay solo una cosa más difícil que ser campeón del mundo: ser campeón del mundo dos veces consecutivas. Solo lo hicieron Italia en 1938 y Brasil en 1962. Es decir que se cumplieron seis décadas desde la última vez que un monarca defendió con éxito su corona. En ese tiempo, hubo varios que se quedaron en la puerta, como Argentina en 1990 o Brasil en 1994. Nunca es fácil revalidar los triunfos, sin embargo casi siempre durante el siglo XX las actuaciones de los campeones fueron dignas. Pero algo cambió en el nuevo milenio.
Cuatro de los últimos cinco defensores del título se despidieron en primera ronda. Es decir que en lo que va del siglo XXI, solo Brasil en 2006 logró llegar al menos hasta los octavos de final, un objetivo muy modesto para los dueños de la gloria. Casi siempre los orígenes de las "maldiciones" están en el pasado lejano, pero esta insólita condena, que la Selección de Francia deberá combatir en Qatar 2022, comenzó en los dos mil.
La propia Francia en 2002, Italia en 2010, España en 2014 y Alemania en 2018 sufrieron el tormento. Y todas lo hicieron de diferente manera y por razones diversas. Algunas llegaron en mal momento de forma y físico, otras ya satisfechas por las victorias, otras perdieron de forma imprevista sin mucha explicación y otras vieron bajar su nivel mucho antes de la Copa y solo confirmaron su decadencia en el máximo torneo.
El equipo que hoy dirige Didier Deschamps intentará no repetir lo hecho en 2002, cuatro años después de conquistar su primera Copa en casa. En aquella ocasión llegó a Japón-Corea como gran favorito pero con serias dificultades físicas. En el partido inaugural perdió de forma increíble con la debutante Senegal y luego empató sin goles ante Uruguay. Se despidió con una ignominiosa derrota 0-2 frente a Dinamarca, un rival ante el que repetirá en Qatar. Se retiró sin siquiera convertir un gol.
Tras una campaña que a la luz de los hecho puede tildarse como excelente de Brasil en Alemania 2006 (llegó a cuartos de final), Italia volvió a fallar en su intento de defensa de la corona en Sudáfrica 2010. La Azzurra se impuso ante la Francia de Zinedine Zidane por penales en la final de 2006 y se alzó con su cuarto campeonato. Su presente era muy diferente en 2010 y ni siquiera ganó un partido en un grupo muy accesible, junto a Paraguay, Nueva Zelanda y Eslovaquia.
Diferente fue la situación de España en Brasil 2014, donde sí tuvo una zona muy compleja. La Roja había ganado su primer Mundial en Sudáfrica y aún tenía buena parte de la base de aquel plantel. Sin embargo, perdió 5-1 contra Países Bajos, su vencido en Johannesburgo, y no pudo reponerse contra Chile, que también le ganó. Jugó contra Australia ya eliminado y le ganó 3-0.
Si algo le faltaba a esta maldición para afianzar su vigencia era afectar a Alemania, un seleccionado que solo había quedado afuera en primera ronda en 1938. En Rusia, los campeones de 2014 arrancaron con una caída 1-0 contra México y ni siquiera la victoria agónica sobre Suecia les alcanzó para llegar a octavos, ya que al final perdieron contra Corea del Sur.
¿Hay alguna razón futbolística que explique este sino trágico que afecta a los campeones? Es difícil encontrarla, porque como se dijo, cada situación ha sido diferente. Parece más una de esas cuestiones que empiezan a tomar forma de manera natural y que se retroalimentan de su propia malevolencia. Como una especie de profecía autocumplida que aflige a los dueños de la corona desde antes del torneo y se materializa cuando arranca el Mundial.
Francia ha tenido meses difíciles, con malos resultados, deficiencia en el funcionamiento y lesiones de futbolistas clave, como Paul Pogba y N'Golo Kante. Da la impresión que la maldición ya está haciendo su trabajo. De todos modos, parece difícil imaginar a esta selección afuera contra Túnez y Australia, más allá de que Dinamarca ya le ganó dos veces en los últimos meses y una tercera no sería una sorpresa.
Como las buenas películas de terror, el susto inesperado es parte del encanto. En las eliminaciones anteriores, ninguno de los campeones había imaginado una derrota en los días previos. Ahora, Francia está avisado: la maldición aguarda agazapada y evitarla puede ser una forma de impulsar aún más su favoritismo en el Mundial de Medio oriente.