"Tenía ganas de volver a recuperar la vida, volver a hacer lo que más me gusta, relacionarme con el fútbol, y demostrar a mi familia que la vida continúa”.
De los aproximadamente mil individuos que formarán parte de la Copa del Mundo de Qatar, entre planteles y cuerpos técnicos de las treinta y dos selecciones, probablemente nadie haya vivido un ciclo mundialista tan trágico, sinuoso y cambiante como el que atravesó Luis Enrique Martínez García, el entrenador de la Selección de España.
En junio de 2019, Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), comunicó que el entrenador asturiano no iba a seguir al mando de la Roja, al tiempo que indicaba que tenía las puertas abiertas.
Las razones oficiales se limitaban a “motivos familiares de fuerza mayor” o “problemas personales”, los mismos que lo habían hecho abandonar la concentración del combinado nacional en marzo y que lo habían forzado a ser una especie de seleccionador a distancia en junio.
Aunque estos antecedentes cercanos tornaban mínimamente previsible su salida (o, al menos, nadie podía aducir falta de indicios), la incertidumbre pública de su momento personal -salvo algunos rumores- la convertía en un shock para la sociedad y los hinchas españoles.
El comienzo perfecto de España en las Eliminatorias para la Eurocopa, con cuatro victorias en igual cantidad de partidos, confirmó al interino Robert Moreno, a la sazón asistente del oriundo de Gijón, como entrenador principal del conjunto campeón del mundo en 2010.
De esta manera, el ciclo de Luis Enrique se interrumpía tras siete partidos y once meses. El director técnico multicampeón con el Barcelona entre 2014 y 2017 había asumido a mediados de 2018, tras un Mundial que empezó con la desprolija salida de Julen Lopetegui (y el inmediato arribo de Fernando Hierro) y terminó con la prematura eliminación ante Rusia en octavos de final.
La renovación del seleccionado más ganador en la historia del país era uno de los grandes objetivos de quien había sido elegido por su "carácter y compromiso". No obstante, de un momento para otro los intérpretes cambiaban. Y todo pasaba a un segundo plano.
El 29 de agosto de 2019, 71 días después de la desvinculación de Luis Enrique de la Selección Española, la familia Martínez Cullell informaba que Xana, la hija más pequeña del matrimonio de Lucho y Elena, había fallecido a los 9 años, tras "luchar durante cinco intensos meses contra un osteosarcoma", un cáncer de los huesos.
"Te echaremos mucho de menos, pero te recordaremos cada día de nuestras vidas con la esperanza de que en un futuro nos volveremos a encontrar. Serás la estrella que guíe a nuestra familia", cerraba el escrito.
— LUISENRIQUE (@LUISENRIQUE21) August 29, 2019
El mundo del deporte se conmocionó con la terrible noticia y el míster, según cuenta, se dedicó a su familia, también integrada por Pacho y Sira, campeona nacional de saltos en la categoría de jóvenes jinetes, y “vio mucho fútbol y mucho ciclismo”, otra de sus pasiones, al punto de anunciar una convocatoria andando en bicicleta.
Luego de un tiempo abocado a los suyos, el asturiano recibió un llamado de la RFEF y tomó la decisión de retornar a su puesto en el combinado nacional. Robert Moreno, durante nueve años su segundo, quiso seguir como entrenador principal hasta la Eurocopa, gesto que Luis Enrique consideró “desleal” y de una “ambición desmedida”, y terminó dejando el cargo de manera un poco sorpresiva y embarazosa.
"Siempre he dicho que Luis Enrique tenía las puertas abiertas para volver cuando quisiera. Él es el líder del proyecto en el que confiamos y, si se daba la ocasión, teníamos la obligación moral y profesional de que volviera para dejarle terminar lo que comenzó", manifestó Rubiales el 19 de noviembre, un día después de que la España de Moreno cerrara las Eliminatorias invicta.
En su presentación como seleccionador, la segunda en un poco más de un año, Luis Enrique dejaba en claro que quería volver al fútbol, lo que más le gusta, y demostrarle a su familia que la vida continuaba. "Uno nunca sabe cómo va a reaccionar dependiendo de las situaciones. En esto de la muerte es algo que todos hemos de afrontar, aunque no en el orden que me ha tocado a mí", añadió quien se sentía respaldado por su familia y agradecido por todas las muestras de afecto y cariño.
Desde entonces, el exjugador de Sporting Gijón, Real Madrid y Barcelona no volvió a hablar del tema en público. En aquella conferencia de prensa, se refirió al tabú de la muerte y expresó que cada uno hacía el duelo a su manera, destacando la entereza y fortaleza de su círculo, mientras que en el primer aniversario del deceso de Xana la recordó con dos corazones y una estrella, la misma que guía a su familia.
El DT de 52 años tuvo que esperar varios meses más para volver a ponerse el saco de la Furia, ya que la pandemia de coronavirus frenó la actividad deportiva mundial (y postergó la Eurocopa pautada para mediados de 2020). Recién en septiembre de ese año, con el comienzo de la segunda edición de la UEFA Nations League, el integrante de la lista FIFA 100 se volvió a parar junto a la línea de cal.
Recientemente, en septiembre de 2022, después de que su equipo fuera criticado por un mal partido ante Suiza en La Romareda (España perdió 1-2 y el propio entrenador indicó que no recordaba un juego con tantos fallos a nivel técnico de sus jugadores) y una sufrida victoria ante Portugal en Braga (el agónico gol de Álvaro Morata le dio a la Roja la clasificación al Final Four de la UEFA Nations League), Luis Enrique salió al cruce de los detractores.
“Solo por poner las cosas en contexto...”, tuiteó junto con una imagen que desmenuzaba el rendimiento de las mejores selecciones europeas en los últimos años. A diferencia de Bélgica, Francia, Inglaterra, Italia, Países Bajos, Portugal, Dinamarca, Alemania y Croacia, los otros equipos analizados, España había finalizado entre los mejores de las últimas grandes competiciones.
Los bicampeones continentales en 2008 y 2012 fueron medalla de plata en la Nations League 2020 (sucumbieron en la definición ante Francia, vigente campeón del mundo), cayeron en semifinales de la Eurocopa 2020 (perdieron por penales ante Italia, a posteriori rey del Viejo Continente), cerraron la clasificación para el Mundial como primeros de su grupo (a pesar de algún traspié, aventajaron a Suecia) y avanzaron al Final Four de la Nations League 2022. Italia falló en las Eliminatorias para Qatar 2022, en tanto los otros combinados nacionales fracasaron en al menos dos de las cuatro competencias.
Solo por poner las cosas en contexto... pic.twitter.com/AZRn4C0cEq
— LUISENRIQUE (@LUISENRIQUE21) September 28, 2022
Es prácticamente imposible cuestionar el éxito del asturiano en estos dos años, pero su legado no se limita a los resultados, ya que llevó a cabo el siempre difícil recambio generacional -mucho más complicado post Generación Dorada-, potenció a muchos jóvenes que hoy son figuras -Pedri y Gavi lideran una prometedora camada- y le dio su impronta a un equipo que se ilusiona con dar la nota en tierras árabes.
La Selección Española no solo recuperó el sello de hace una década, cuando se posicionó durante un cuatrienio como el mejor seleccionado a nivel global, sino que en su juego exhibe una frescura que la sitúa como una de las grandes candidatas de cara a Qatar.
Y así lo cree el míster, controversial en algunas decisiones, como no tener en cuenta al goleador Iago Aspas por sus características, desestimando en algunos casos el rendimiento de los jugadores en sus clubes: “Estos jugadores han demostrado que no es fácil jugar contra España y no lo será en el Mundial, para ganarnos los rivales van a tener que hacer las cosas bien”.
Serio, competitivo y con carácter pero bromista, vanguardista y cercano a los jóvenes, Luis Enrique aúna juventud y experiencia en un seleccionado que se ilusiona en base a un marcado juego de posesión y presión alta. A pesar de que todavía mantiene algunas dudas en cuanto al armado del equipo -principalmente en la delantera-, en el tiempo reciente dio pistas concretas sobre algunas predilecciones de estilos de jugadores. Quizás no juegue el mejor, sino el que más se adapte a su sistema, porque el equipo está por encima de los nombres en esta España.
Durante los últimos meses, por la exposición de su cargo, el exentrenador de Roma y Celta de Vigo quedó en el centro de la escena, aspecto que no comulga con su discreta vida privada junto con la economista Elena Cullell, a quien conoció en 1996, un año antes de casarse, cuando ella era azafata de tierra y él recién había fichado por el Barça. En un ambiente en el que las polémicas son cosa de todos los días, el asturiano es una excepción: se refugia en su familia y negocios y escapa a los focos mediáticos.
El exmediocampista no piensa más allá del hoy -o dentro de nueve días, cuando empiece a rodar el balón en Doha-, ya que “el futuro no existe” y “vive el presente”. Su decisión de no renovar contrato “por si hace una cagada en el Mundial” muestra un poco de su filosofía, muy similar a la de Sira, su hija amazona, quien desde lo vivido con Xana ve a la vida de otra manera, trata de sacarle lo positivo a todo y disfruta de cada momento, sin agobiarse por los mínimos problemas.
En ese punto parece estar Luis Enrique, “el líder del proyecto”, según Rubiales, quien señaló que el coach tenía la promesa de volver en cualquier momento. “Es un proyecto que comenzó con la clasificación para la Eurocopa y continuará con el Mundial de Qatar", añadió el presidente de la RFEF.
El 29 de agosto de 2019, la Selección Española se unió al duelo de la familia Martínez Cullell con una contundente y emotiva frase: “Un día conseguimos nuestra estrella y desde hoy tenemos otra que nos ilumina desde el cielo con su luz. Descansa en paz, pequeña Xana”.
En Qatar, con Luis Enrique al frente, la Furia Roja tratará de sumar una estrella más, la tercera, para demostrar que con amor, fortaleza y entereza “la vida continúa”.