Lorena Benítez trata bien a la pelota, es de esas jugadoras que entiende el juego, detecta a la perfección los espacios y hace lucir a sus compañeras con su visión privilegiada. Tuvo que ser "Lorenzo" cuando le negaban sumarse a los partidos infantiles, usó documentos prestados para que le permitieran divertirse y se bancó las patadas que le tocan a los habilidosos en muchas oportunidades.
Arrancó jugando con varones en Luis Guillón en una categoría diferente a la que le correspondía por su edad. El técnico de la '98 (su año de nacimiento) no iba a permitir que una nena se atreva a pisar el terreno que creía exclusivo para hombres, entonces tuvo que jugar con la '99. Ahí se volvieron locos con sus condiciones y le abrieron las puertas sin dudarlo, aunque solo participaba de amistosos porque iba en contra del reglamento.
No fue la única vez que la incluyeron saltando las normas: con 14 años San Lorenzo la hizo debutar en Primera en el clásico contra Huracán, dos semanas antes de cumplir la edad reglamentaria. Preferían arriesgarse antes que prescindir del talento de Lorena, pero las Quemeras se enteraron por una publicación en sus redes y reclamaron los puntos.
Aunque la retaron por la indiscreción, quedó en anécdota y se dedicó a disfrutar de compartir cancha con Florencia Quiñones, una referente absoluta para ella que llegaba al Ciclón después de un fichaje con Barcelona. También jugaba al futsal (y lo bien que lo hacía): fue nominada entre las mejores jugadoras del mundo representando a la Argentina en esa disciplina.
Es hija de paraguayos y casi toda su familia tiene esta nacionalidad. Querían que vistiera esa camiseta, intentaron convencerla, pero la Celeste y Blanca levantó el teléfono antes, primereó la convocatoria y tiró más. Así comenzó su historia de Selección, primero en cancha chica y luego en cancha grande.
Lorena Benítez de @Argentina fue la gran goleadora del Sudamericano Sub-20 Femenino de Fútsal tras anotar 11 goles a lo largo del torneo. 👏⚽️🇦🇷 pic.twitter.com/gzVPDMYcOh
— CONMEBOL.com (@CONMEBOL) October 28, 2018
Por sugerencia de Camila Gómez Ares y Aldana Cometti (compañeras en la Sub 20), Lorena llegó a Boca para dar el gran salto de calidad. "Desde el primer día que entré sentí que había llegado a un club europeo", recuerda haber pensado porque le dieron algunas comodidades. Y es que la realidad entre el femenino y el masculino sigue siendo sumamente despareja, pero algunos años atrás (y aún hoy en muchos clubes) las jugadoras se sentían privilegiadas por poder entrenarse en una cancha en condiciones todas vestidas con el mismo "uniforme".
Lorena se enamoró del club, de su gente, del crecimiento técnico que le ofrecía este lugar y todo fluyó. Fue figura, fue tres veces campeona y logró la clasificación a la CONMEBOL Libertadores, su gran objetivo. Después de buscar durante cinco años ese preciado debut internacional, se rompió los ligamentos.
La lesión le mostró los costados más oscuros de su profesión y la puso en un mano a mano durísimo contra su cabeza. Lloraba y tenía que apagar la tele cuando sus compañeras comenzaron a jugar la Copa porque no lo resistía. Había sido tan importante para ella, que la impotencia de "romperse" en su mejor momento la derrumbaba.
Sin embargo, Lorena recuerda aquellos días como un entrenamiento mental impresionante, donde aprendió realmente la incidencia que las emociones tienen en el estado físico y la repercusión que provoca la actitud positiva en la recuperación. Con la pierna para arriba, en el hotel de Orlando donde había disputado ese amistoso maldito contra Canadá, se puso a hacer flexiones de brazos y zona media para no sentir que todo estaba acabado.
Varios meses después se recuperó, volvió, jugó unos pocos partidos y se volvió a romper. Pero esta vez fue diferente, el diálogo interno con su cuerpo le decía que no tenía que operarse, que la rodilla iba a resistir si trabajaba en el fortalecimiento. Además, pasar por el quirófano la iba a dejar directamente afuera de la Copa América (esa que clasificó a Argentina al Mundial 2023).
Necesitaba al menos intentar dar esa batalla contra el reloj y lo hizo. Se enfocó en la pierna y, a pesar de que volvió a correr, no llegó a tiempo para jugar en Colombia ese torneo tan importante. Aunque aquel trago amargo aún le sabe mal en la boca, Lorena rescató mucho aprendizaje de esos días tristes y una de las principales reflexiones fue que si quería ser una deportista de elite debía vivir como tal.
En retrospectiva, la mediocampista tiene la certeza de que gran parte de aquella lesión tuvo que ver con el estilo de vida que llevaba, con mala alimentación y poco descanso (las secuelas de un fútbol semiamateur, con sueldos que no son suficientes para enfocarse al 100 por ciento en la competencia). Trabajaba en el Mercado Central y entraba a las 2 de la mañana para comenzar su turno. Seguía de largo y pasado el mediodía se presentaba para entrenar con Boca. Por la noche, tenía actividad con el equipo de futsal. Era un ritmo insostenible, que la estaba desgastando y decantó en lesiones importantes.
En 2019 llegó la citación para participar del Mundial y su vida estaba totalmente revolucionada. Además de tener que trabajar hasta el último día antes de viajar a Francia, Lorena atravesaba un momento personal que insumía toda su atención: acababa de ser mamá de mellizos junto a su pareja Verónica, que fue la gestante.
Como se trató de fertilización asistida, hubo un intento de planificación para evitar interferir con fechas claves y no perderse partidos importantes. Pero el Mundial no estaba en su calendario, si no había sido considerada aún en la Selección Mayor.
Dos meses antes de la Copa del Mundo llegó su primera convocatoria, debutó con Nueva Zelanda en un amistoso y se embarcó en el plantel que representó a Argentina con 20 años. Aquella experiencia es todo lo que había soñado, pero le cayó en un momento inesperado, sin la preparación suficiente y con sus hijos recién llegados.
Renata y Ezequiel nacieron prematuros y, aunque estaban sanos y fuertes, quedaron internados en neonatología por precaución. Lorena solo pudo pasar dos noches con ellos antes de viajar a Francia. Se pasó todo el viaje con la cabeza pendiente de sus hijos y prácticamente no pudo disfrutar del sueño de cualquier futbolista.
Fue titular en todos los partidos que disputó Argentina y al volver al país el destino tenía preparadas las horribles lesiones que antes se mencionaron. Fueron tiempos difíciles, pero logró reponerse, recuperar su nivel y hoy se luce en el fútbol brasileño, dedicándose de forma absolutamente profesional a su entrenamiento.
Extraña a sus hijos con locura, varias veces flaquea y sufre muchísimo la distancia, pero resiste. Construye la carrera que siempre soñó y ahora está a un paso de la gran revancha en la Copa del Mundo. Si en la lista definitiva está su nombre, tendrá la posibilidad de jugar en Australia-Nueva Zelanda su segundo Mundial, esta vez totalmente enfocada y plena para disfrutar.
Con un presente espectacular en Palmeiras, Lorena está a días de sumarse al trabajo con la Selección y conversó con ESPN.com sobre su gran historia de vida, su rol de madre, su responsabilidad como referente femenina, sus sueños como deportista y más:
Renunciar a la identidad por amor a la pelota: una problemática de muchas pibas en Argentina
"Empecé jugando en el club de mi barrio en Luis Guillón (Defensores de Luis Guillón, en la esquina de mi casa). Arranqué jugando con los varones. Jugaba con la ‘99 aunque yo era ’98, pero el DT nunca quiso que yo jugara porque era una nena. El del 99’ estaba loco por cómo jugaba, me aceptó para que juegue con ellos. Siempre jugaba con el documento del nene que faltaba (campeonatos no tanto porque iban todos los nenes, sino amistosos y relámpagos). Me llamaban Lorenzo".
En ese momento me dieron la oportunidad y yo estaba contenta. Pero hasta el día de hoy me acuerdo de esa persona que me prohibió jugar, fue incómodo. Los chicos eran de mi barrio y estaban de acuerdo y contentos de que juegue con ellos, pero el técnico no quería. Yo lo único que quería era ser feliz y jugar al fútbol. Me lo he cruzado varias veces y me ha mirado con otra cara, tal vez de arrepentimiento porque a donde voy y me preguntan lo cuento. Pero siempre agradezco a los que me dieron la oportunidad y en un punto haber jugado con varones te da otro roce y otra formación. De hecho, estuve en la escuelita del masculino de Banfield, el técnico de la me re quería.
Sobre la chance de tener referentes mujeres: "No había transmisión del femenino, me acuerdo de Quiñones porque vino de Barcelona a San Lorenzo y ahí conocí su historia. La veía jugar y entrenar y tenía una gran admiración por ella. Mis compañeras eran mis referentes, pero al no poder verlas tampoco podía seguirlas. Mi papá miraba mucho fútbol y era técnico, amaba su equipo con el que jugaba. Es paraguayo y hay muchos torneos de paraguayos. Yo lo seguía mucho a él y me llevaba, vivía prácticamente en la cancha. Mi hermano era hincha de San Lorenzo, en mi casa la mayoría son de River. Yo seguía mucho a los jugadores de San Lorenzo porque iba mucho a la cancha, pero era difícil tener una referente mujer".
Crecí y al desarrollarme ya no pude jugar con varones. Me llevaron a una escuelita de femenino donde dirigían dos chicas que jugaban en la mayor y cuando me vieron estaban locas por la diferencia, tenía 11 años y me llevaron para jugar con la mayor en la categoría de ellas porque era muy distinta a las nenas que estaban arrancando. Jugué con ellas en el baby del barrio y en uno de los equipos conocí a Brenda Molina (la melliza que hoy está atajando en Banfield). Ellas jugaban en San Lorenzo y me quisieron llevar para allá.
Demasiado buena para esperar: un debut anticipado en el clásico
Empecé en futsal de San Lorenzo y pasé por Cuarta, Tercera y llegué a Primera con 14 años. Todavía no había cumplido la edad reglamentaria para jugar fútbol de campo.
Debuté en el clásico contra Huracán antes de cumplir la edad reglamentaria. Tenía la emoción de jugar un clásico, debutar, jugar con Quiñones, Eli Medina. Tenía una emoción grande y no entendía lo que estaba pasando. Faltaba una semana y publiqué en Facebook que estaba contenta por cumplir la edad reglamentaria. Se avivaron las de Huracán y nos pidieron los puntos. Me retaron un poquito, je.
Familia paraguaya, pero camiseta Argentina: una elección para toda la vida
"El 98% de mi familia son de Paraguay, yo nací en Argentina con mis hermanos más chicos y mis sobrinos. Pero el resto son todos paraguayos. Mi papá quería llevarme a jugar a Paraguay porque mis tíos me veían jugar y se volvían locos. Me dijo que me nacionalizara y justo me llamaron para la Sub 17 cuando yo tenía 14 años. No dudé un segundo y de ahí empecé a jugar con Argentina".
Las secuelas de la desigualdad en el fútbol femenino: el trabajo en el Mercado Central y las noches sin dormir
"Esa época fue súper complicada, un desgaste muy grande. En San Lorenzo entrenaba tres días futsal y dos días once, por ejemplo. Pero cuando estaba en Kimberley también estaba en Boca y ya había crecido (el torneo y yo). Era otro tipo de exigencia. Yo estaba en pareja con Vero que trabajaba en el Mercado Central, decidí seguirla para trabajar y aportar el granito de arena en casa. Trabajaba a las 2 de la mañana o a las 4 a trabajar, directamente salía a las 14hs y me iba a entrenar a Boca. A las 20 entrenaba futsal hasta las 23, comía algo, dormía y volvía a arrancar. Creo que estuve uno o dos años así, pero era mucha la exigencia: trabajaba, no me alimentaba bien, no dormía bien.
"Claramente eso no me ayudó con respecto a mi lesión. No me cuidé como realmente tiene que cuidarse un deportista. - Yo tenía que trabajar, en ese momento el sueldo era muy bajo, tenía que trabajar, no me quedaba otra. Después decidimos tener a los nenes y tenía que aportar en casa.
"Es una locura que una jugadora tenga que trabajar y después ir a entrenar, obviamente no es el cuidado que un deportista necesita tener. Aunque el fútbol ha avanzado en Argentina, hay un montón de jugadoras tienen que trabajar, no tienen la oportunidad de cobrar un sueldo. Estamos en proceso de cambio pero es una pena porque desde ahí crece la Selección y cada jugadora, que en algún momento decide irse a jugar afuera pero antes de todo eso necesita una preparación que en Argentina todavía no existe. Hay unos cinco o seis clubes que tienen a sus jugadoras recibiendo un sueldo, para vivir porque otra cosa no podés hacer".
Boca Juniors: el gran salto de su carrera y el trampolín a la Selección
"Tuve la oportunidad de caer en Boca que es un club muy serio. En San Lorenzo fue otra época, no teníamos los recursos. Cuando decidí irme a Boca, gracias a Cami Gómez Ares y Aldi Cometti que fueron compañeras mías en la Sub 20 de la Selección. En ese momento se manejaba así, ahora existen los contratos. Salí de San Lorenzo porque necesitaba otro crecimiento, sentía que no estaba creciendo y decidí salir".
"Desde el primer día que llegué a Boca sentí que había llegado a un club europeo. El primer día me dieron la ropa, estábamos todas iguales, la cancha estaba a disposición para nosotras, me recibieron súper bien, había grandes jugadoras. Realmente sentí que tenía todo, este es mi lugar, donde me siento feliz y donde quiero estar. Me sentía cómoda, atendían a las jugadoras".
"Tuve la oportunidad de jugar y que me fuera bien, salimos tres o cuatro veces campeonas. Ganamos el primer partido profesional. Fue un sueño. Desde que llegué hasta que me fui el club se comportó de manera increíble conmigo. Siempre estaré agradecida porque es donde más crecí, evolucioné un montón y parte de todo eso me hizo el tipo de jugadora que soy hoy. También agradezco a San Lorenzo y todos los clubes que pasé que me dejaron aprendizaje".
"Es un club al que volvería por la gente que hasta el día de hoy me escribe, siempre me ha dado mucho cariño. La dirigencia, las chicas, volvería por todo: uno siempre quiere volver a donde fue feliz. Siento que tengo algo pendiente con Boca que fue la Libertadores que no pude jugar. Ojalá en algún momento se dé la oportunidad de volver y jugar con la camiseta de Boca de nuevo".
La doble lesión en la rodilla: tiempos de sufrimiento pero de mucho aprendizaje
"Ningún jugador se quiere lesionar nisiquiera una semana. Mucho menos una que te deja 8-10 o un año afuera. Hay jugadores a los que les ha llevado mucho más tiempo. Es muy feo porque ya una semana sin entrenar es un montón. Es nuestro lugar donde nos sentimos felices, nos descargamos. Ese miedo de lesionarse el jugador lo tiene".
"A mí me tocó en mi mejor momento con el club y personal, me tocó justo romperme ahí. Fue muy duro porque fue uno o dos meses antes de jugar la Libertadores. Estaba hacía 5 años en Boca y no habíamos podido clasificar, ese año que lo logramos yo me rompí. Fue muy difícil. Estaba recién operada y las veía a las chicas, de hecho…no pude mirar muchos partidos, no podía. Pero la cabeza es parte de la lesión porque antes de ser jugadoras somos personas, tenemos sentimientos y la cabeza es muy importante".
"Requería mucha cabeza esta lesión. Había momentos que la cabeza te ganaba, no quería jugar más a la pelota, pero hay que ser consciente de que es un momento y que va a pasar. Me permitía llorar pero rápidamente tratar de cambiar la cabeza. Mi pareja de ese momento me acompañó un montón y me decía que estaba loca si quería abandonar. En los momentos en los que me sentía mal y no quería saber más nada, notaba que eran los momentos que más me dolía la rodilla. Por eso pensaba en que tenía que estar bien de la cabeza para poder recuperarme, tenía que estar más fuerte que nunca. Entrenar, no quedarme parada. Es un momento muy duro, pero pasa".
"Tenía referentes como Camu Gómez Ares que estuvo dos años fuera por esa lesión y cuando yo estaba rota ella estaba pasando por su mejor momento. Entonces me ilusionaba porque si ella estaba bien, yo podía estar bien. Ahora estoy jugando normalmente después de todo lo que pasé. Después de la tormenta sale el sol".
"Desde el primer día que estaba con la pata colgando en Orlando, ya sabía que me había roto y me puse a entrenar, a hacer abdominales, flexiones de brazos. Así todo el tiempo. Quería seguir moviéndome, me hacía muy bien eso…tocar la pelota aunque fuera con la mano. Eso me ayudó un montón".
"Volver a lesionarse, un golpe que no esperaba: "Volví a jugar y tres o cuatro meses después me fui de Boca. Estando en Estudiantes ya recuerdo que sentí algo raro, no le di importancia y fue un error mío. Después de ahí fui citada para la Selección de vuelta y contra Colombia volví a sentir que la rodilla se me fui. No sentí lo mismo que la primera vez. Me hicieron los estudios y me dijeron que me volví a romper los cruzados, pero yo sentía que no era como la primera vez. Encima unos cuatro o cinco meses después venía la Copa América, entonces si yo me operaba me perdía todo el año. En cambio, si intentaba recuperarme tal vez llegaba. Necesitaba intentarlo. Estuve esos meses parada fortaleciendo. Cuando fue la Copa América yo no estaba al 100 y me la perdí. Iba a ser la primera con la mayor. Dos meses después volví con Estudiantes, cinco partidos y después el torneo terminó. Mi idea era quedarme en Estudiantes porque tenía un montón para darle al club, pero se me dio la oportunidad de venir a Palmeiras".
Francia 2019: un Mundial tan soñado como inoportuno
"Es el mayor sueño de un futbolista, donde uno siempre apunta a llegar. Es algo realmente soñado porque fue poco después de que me citaran por primera vez. Fue un combo de todo. Yo tenía la cabeza en mis hijos, cuando decidimos hacer el tratamiento habíamos hecho cuentas para no perderme nada y yo jugaba futsal, no era tenida en cuenta en once. El Mundial era algo súper lejano para mí y dos meses antes me citaron. Debuté contra Nueva Zelanda y después tuvimos el Mundial".
"Mis hijos nacían en junio, pero ellos se adelantaron y nacieron un mes antes del Mundial. Ya estábamos concentradas, ellos estaban internados porque eran prematuros. Podía salir los fines de semana para visitarlos en neo. Fue una revolución total porque estaba viviendo un sueño, con muchas de mis referentes, jugando en la Selección mayor pero pensando en mis hijos. Por suerte los dejaron salir cuando yo estaba por viajar, ellos estaban bien pero no tenían los días correspondientes. Les dieron el alta y pude estar con ellos dos días, dormir con ellos y después irme. Fueron solo dos noches y viajé, estaba viviendo una locura pero mi cabeza estaba en eso".
"Ser mamá no se puede explicar, es muy difícil, es el único ser humano al que uno puede amar más que a uno mismo un hijo. Jugar mi primer partido, estar en el estadio de PSG, cruzarme jugadoras de Estados Unidos, de Inglaterra…pero mi cabeza estaba en Argentina, pidiendo videollamadas y fotos. Yo quería estar con mis hijos y por ese lado no la pasé bien. No tuve la oportunidad de concentrarme al 100 por ciento en lo que estaba haciendo. Sí traté de hacer lo mejor, tuve la suerte de jugar todos los partidos como titular y cuando entro en la cancha me olvido de todo. Gracias a Dios me pasaba eso porque mi cabeza estaba todo el tiempo pensando en ellos. Me la pasaba llorando. Pero no me olvido de todo lo hermoso que también viví".
Jugar en el exterior: apostar por el crecimiento, sufriendo la distancia
"Estar lejos, la distancia es súper difícil. Cuando tomé la decisión de venir para acá no era consciente de lo que podía llegar a pasar, como que me imaginaba que los iba a poder ver, no sé cómo. Pero estando acá pasaban los días y los meses sin verlos pensaba 'que tonta', cada día se me hace más difícil. Pero tengo una responsabilidad, asumo la decisión que tomé porque nadie me obligó. Estoy en el baile, aunque sufro un montón y me siento sola aunque me refugio en las chicas de acá. Con Yami Rogríguez que es argentina y Ali Bobadilla, que viene de jugar en Argentina en San Lorenzo y es paraguaya, me refugió mucho en ella. Hicimos una familia entre las tres, somos inseparables. Tratamos de mantener la cabeza ocupada porque es súper difícil estar lejos de la familia y de todo. Pero siempre dije que si salía de Argentina era para ganar grandes cosas, dejé a mis hijos entonces tengo que ir por todo, con tanto esfuerzo y sacrificio".
"Tal vez en el masculino algunos jugadores ganan un montón de plata y están salvados. Pero por ejemplo, yo no tengo la oportunidad de traer a mis hijos, de darles el mejor colegio. Es difícil que la gente crea que los abandoné. Yo quiero seguir creciendo y me encantaría ganar un montón de plata para darles lo mejor. Para mi darles lo mejor no es comprarles un auto o más ropa, para mi es que tengan estudios y buena alimentación. Por ellos pienso en seguir creciendo para que el día de mañana tengan sus cosas. Yo también tengo mis sueños, tengo 24 años y solo una sabe lo que vive día a día. Tengo a los chicos en la cabeza todo el tiempo, claro que pienso si es necesario, si vale la pena, me paso el mayor tiempo llorando y extrañando pero quiero darles lo mejor. Quizá hoy no lo entienden pero ojalá en un futuro se sientan orgullosos de mí".
Australia-Nueva Zelanda: un Mundial que la encuentra preparada y presta para el desafío
"A diferencia de lo que fue el Mundial pasado, hoy tengo la suerte de estar en Brasil y estar en un fútbol un poco más avanzado, con otro tipo de exigencia y de preparación. Personalmente también porque en Argentina trabajaba además de entrenar, hoy vivo de esto y me dedico a entrenarme, a prepararme para esto. Tengo la cabeza en el Mundial y estoy preparándome distinto para eso".
"Quiero estar en la lista y mi desempeño en Palmeiras me ayuda un montón para estar cada vez más adentro. Para mí hasta que no se defina la lista debo vivir el día a día. Me quedan partidos muy importantes en el club".
"Trataré cuando me toque estar en Argentina cambiar el chip, llego con otra preparación y otra postura en el plantel porque tengo varios partidos, con otra confianza de parte del técnico también. Ojalá tenga la suerte de ir al Mundial y dar lo mejor de mí. Tanto otras chicas como yo tenemos las condiciones para poder hoy darle un poco más a la Selección y seguir haciendo historia.
La Selección Argentina: el análisis del presente y los sueños para el futuro que está por llegar
"En el equipo hay jugadoras con más experiencia y jugadoras nuevas que tienen un montón de condiciones. Por ejemplo, Bonsegundo, obviamente Banini, la mayoría de las que están y ya estuvieron están porque demuestran, se merecen estar ahí porque tienen un montón de condiciones. Cele Dos Santos, Mili Martin y otras que recién están arrancando que tienen un montón de potencial. Ellas salen con una preparación que las más grandes no tuvieron, me sorprenden, como que ni necesitan experiencia.
"El fútbol femenino creció, hay escuelitas por todos lados. La mayoría de los clubes en Argentina tienen inferiores y tienen preparación. Obvio que falta seguir creciendo, falta más roce y competencia para llegar a la mayor con nivel súper alto. Por ejemplo, Sofi Braun viene de otra liga y te das cuenta la diferencia que tiene su preparación. Yo me siento con experiencia y veo que otras nenas vienen con mucho crecimiento para sumar.
Sobre Portanova y su propuesta: "Es un técnico más moderno que Carlos (Borrello, su antecesor), que era más chapado a la antigua con otros esquemas. Germán tiene otra propuesta. Nos da confianza, más allá del esquema es la confianza que nos da para poder hacerlo, creo que tenemos las condiciones para hacer lo que él quiere, jugar de igual a igual, tal vez no a las grandes potencias pero podemos salir a ganarle a otros equipos. Va a haber partidos para defender, pero no quedarte con que tenés que pasar 90 minutos tirada atrás. Él nos da confianza y detrás de eso está el trabajo. Vamos a llegar distintas al Mundial, eso es bueno e importante porque nos acerca más a ganar los partidos".
"Tenemos que ser realistas y hacerle entender a la gente nuestro proceso, de dónde venimos, qué es lo que queremos lograr. Cuando nos preguntan por los objetivos primero es ganar un partido y luego pasar de grupo. Somos conscientes de que nuestra Selección está años atrasada con respecto a otras. El gran sueño de todas es salir campeonas, obvio, pero sabemos que todavía estamos lejos de eso. Siempre vamos a dejar todo dentro de la cancha para seguir creciendo, estar cada día más cerca, nos estamos capacitando, hay un tiempo de preparación para lograrlo. Estamos también lejos de las selecciones europeas y del masculino estamos a décadas, por preparación, experiencia y sobre todo estructura. Tenemos la misma camiseta pero no tenemos la misma estructura. Confío que en algún momento podremos estar parejas".