A los 13 años, Lionel Messi dejó su Rosario natal para instalarse en Barcelona. Lleno de sueños y de talento, Leo, la Pulga, se adentró en la historia de La Masía y forjó un ADN Barça, claro, sin dejar de lado su esencia argenta.
Un par de décadas después, en un sentido metafórico, el 10 volvió a cruzar el charco, pero en el sentido contrario.
Primero, crack mundial por lo hecho en su club
Durante la primera parte de su carrera, Messi deslumbró al mundo con sus gambetas, goles, asistencias y récord en el cuadro blaugrana, que atravesó el mejor momento de su rica historia con el argentino como principal figura.
Escoltado por un conjunto estelar, con Sergio Busquets, Xavi Hernández y Andrés Iniesta como principales exponentes en el mediocampo, Messi acumuló en sus vitrinas un sinfín de galardones individuales, incluidos los Balones de Oro de 2009, 2010, 2011, 2012 y 2015.
A pesar de que en esos años compitió con la Selección Argentina, con la que debutó en 2005, su asidua presencia en estas galas se debió a su rendimiento con el elenco catalán, con el que rompió cuanto récord le apareció por delante, amparado en una cantidad inédita de títulos colectivos, siempre destacados por el propio Messi como los realmente importantes.
El período 2014-2016 tuvo al rosarino más activo con la Albiceleste, de la que ya era capitán y máximo goleador histórico, disputando tres finales consecutivas, una de Mundial y dos de Copas América, pero el éxito final, el de subirse a lo más alto del podio, se le resistía.
Renuncia a la Albiceleste mediante, Messi siguió escribiendo su historia en Barcelona, que aun sin Guardiola seguía moviéndose por los primeros planos del fútbol europeo, en gran parte por el rendimiento de un Leo que empezaba a experimentar una fuerte reconversión: de aquel pibito súper habilidoso y veloz a un veterano inteligente y armador.
Lejos de anotar 91 goles en un año calendario, un número que a día de hoy sigue pareciendo ridículo, Messi continuó agigantando su leyenda como culé hasta el último de sus días en la institución, a mediados de 2021, cuando la novela del burofax precipitó su salida del club de su vida, para llegar a Paris Saint-Germain.
Después, figura y campeón con la Selección Argentina
Y aunque en el PSG no pudo mostrar su mejor versión, esta etapa coincidió con sus tiempos dorados en la Albiceleste, empezando por la victoria en la Copa América de Brasil 2021, cuando contractualmente seguía ligado al Barcelona.
Meses después, el argentino fue premiado, justamente en París, como el mejor jugador del mundo por séptima vez en su carrera, pero por primera por su rendimiento con la Selección.
"Quiero agradecer a todos mis compañeros del Barcelona, del París, al cuerpo técnico y a mis compañeros de la Selección Argentina. Varias veces me tocó ganar este premio y sentía que me faltaba algo, que tenía una espinita guardada, y este año fue todo lo contrario porque conseguí el sueño que tanto deseaba, después de haber tenido muchos tropezones y haber peleado tanto por eso. Creo que este premio es, en gran parte, por lo que hicimos en la Copa América, por eso quiero agradecerles a mis compañeros de la Selección: esto es de ellos también", indicó el futbolista en la gala.
Pero ese título en el Maracaná fue solo el comienzo de la Scaloneta, que en 2022 se quedó con la Finalissima, ante Italia en Wembley, y con el Mundial de Qatar, venciendo a Francia en una antológica final que se definió por penales, con Leo como figura absoluta del certamen y del partido.
Karim Benzema, estrella del Real Madrid, se quedó con el galardón en su edición de 2022, donde primó la obtención de una épica UEFA Champions League (por primera vez desde 2005, Messi ni fue nominado), pero este año, con la Copa del Mundo como principal argumento, el astro volvió a la carga y superó en la terna a Erling Haaland y Kylian Mbappé, quizás llamados a ser los sucesores de Messi y Cristiano Ronaldo.
Luego de años de injustificadas e hirientes críticas por no poder emular el rendimiento de su club en la Selección, Messi pasó a ganar y, principalmente, a disfrutar de ponerse la camiseta albiceleste, como deja claro en cada Fecha FIFA, incluso más que en la institución a la que representa, algo que se evidenció durante sus dos temporadas en el PSG.
La coronación en Medio Oriente le cumplió a Messi acaso el gran sueño que tenía pendiente en el fútbol. Ganar su octavo Balón de Oro es, en este caso, una consecuencia. Hoy en Inter Miami, ya sin la presión competitiva del balompié europeo y gozando de otras cosas, como la familia, Leo sigue enfocado en seguir ganando cosas con la Selección, con la Copa América de 2024 como próximo objetivo.
Porque 23 años después de que ese chico rosarino dejara la comodidad de su hogar para introducirse en una vida nueva, la tendencia se invirtió y, con su octavo balón, su carrera sigue dando un giro de oro.