Un trámite cumplido y unas pocas señales positivas.La Selección Argentina logró su segunda victoria en el Mundial Sub 20 y se clasificó a los octavos de final gracias a un 3-0 sobre Guatemala que alcanza para mantener el ritmo ganador pero plantea casi las mismas dudas y las mismas fortalezas del debut frente a Uzbekistán. Poco funcionamiento colectivo y control de juego y buenas individualidades.
Una vez más, el equipo local hizo valer el talento de sus jugadores para sumar los tres puntos. Ante un estadio Madre de ciudades colmado que esta vez sí exhibió el colorido esperado y alentó con la continuidad que merece un torneo de esta categoría, fueron Matías Soulé, Máximo Perrone, Luka Romero y Alejo Véliz quienes construyeron la victoria. Todos, desde su aporte particular, edificaron este buen resultado.
Contra un rival menos exigente de lo que había sido el cuadro asiático el sábado, sufrió menos en defensa pero otra vez no pudo encontrar asociaciones constantes en la creación y en la definición. Sí hubo más intentos de tocar y buscar progresar desde el pase, sobre todo el por medio. Perrone estuvo más participativo y lúcido. Con sus toques hacia adelante aceleró al equipo, algo que no había ocurrido casi nunca frente a los uzbecos. Cuando él apareció, todo se hizo más fluido. Tuvo un premio con el gol sobre el final, cuando el partido ya estaba roto. Fue la figura.
También mejoró Soulé. En un 4-3-3 flexible, el hombre de Juventus juega cerrado para dejarle la banda a Barco. Sus gambetas rápidas limpiaron el camino contra un adversario que intentó acumular futbolistas en defensa pero que se complicó por las cualidades y la habilidad de los argentinos. Él fue quien intentó juntar a sus compañeros en fase ofensiva, aunque lo logró pocas veces. Salió reemplazado a los 15 minutos del segundo tiempo.
Argentina dominó el partido por peso propio, no por virtudes colectivas. Abusó del pase largo, sobre todo en el complemento, no tuvo salida clara desde abajo y tampoco mostró variantes para progresar. Juan Gauto envío el centro del gol, pero no consiguió emular lo hecho por Brian Aguirre en el debut. Mateo Tanlongo sufrió menos, a pesar de que otra vez quedó mal parado en algunos retrocesos. La zaga, con el ingreso de Tomás Avilés, se vio más sólida, porque una vez más Valentín Gómez fue uno de los más regulares.
Después de su gran presentación, Valentín Carboni se vio menos preciso. Siempre movedizo y con intenciones de participar, gambeteó hacia adelante tal su estilo, pero trasladó demasiado y perdió más de lo que ganó. Pecó de individualista. Cuando él toca y va a buscar, Argentina crece y puede llegar a posición de gol. Se vieron señales positivas sobre esta cuestión. Solo falta continuidad.
Después de la expulsión de Carlos Santos, todo se hizo aún más monótono, hasta que otra acción individual sacudió el partido. Luka Romero, quien había ingresado poco antes, sacó un gran remate desde afuera y anotó el 2-0. El jugador de Lazio, como en el debut, volvió a romper el sopor y ya es uno de los favoritos del público. Los últimos minutos el encuentro solo fueron para que el combinado nacional tomara más confianza con la pelota, más aún cuando ingresó Federico Redondo y se hizo eje.
Sumar victorias es fundamental para afianzar el aspecto anímico. En un campeonato de esta naturaleza, en el que se juega cada tres días, cada victoria representa un impulso muy importante. Argentina gana y, a pesar de que aún debe mostrar más desde lo futbolístico por su historia, su presente y sus nombres, el futuro se ve alentador porque está claro que los buenos jugadores tarde o temprano formarán un buen equipo.