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Gil Mora, más cerca de ser otro Carlos Vela que un Hugo o un Rafa

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Gilberto Mora la nueva esperanza del fútbol mexicano (3:44)

Los formadores del mediocampista de TIjuana hablan de cómo ha sido su desarollo. (3:44)

A los 17 años, Gil Mora, quien aún debe tener agruras por la derrota ante Argentina, empieza a ver que el oleaje de los vítores y los vituperios empieza a equilibrarse.


LOS ÁNGELES -- 17 años. Y ya debe vivir la vida con la apacible calma de un huracán. Gilberto Mora, dicho estaba, un púber con prohibiciones de adolescente y obligaciones de adulto.

17 años. Hoy, apenas. Y ya debe vivir bajo las urgencias ajenas de la egoísta hambruna de gloria de la despiadada afición mexicana al futbol.

17 años. Hoy, apenas. Y, sin pedirlo, sin permitirlo, ya debe vivir bajo exigencias casi incestuosas de éxito, con una crueldad, y bajo una expectación irracional, que, mire Usted, nunca enfrentaron otros tipos que desafiaron al Moby Dick del futbol europeo.

1.- Ni a Hugo Sánchez se le encarceló en demenciales expectativas al reclutarlo el Atlético de Madrid.

2.- Ni en torno, ni en el entorno de Rafa Márquez, se generaron tan desmesuradas fantasías cuando emigró al Mónaco.

3.- Ni siquiera cuando Chicharito Hernández despertó y asombró a los mexicanos con la camiseta del Manchester United al lado de Jorge Vergara y un contrato en la mano.

No. En los dos primeros casos, la marabunta insaciable, de hocico sanguinolento, de las redes sociales apenas pujaba feroz por salir del capullo silencioso de una moderna Caja de Pandora. En el tercero de los casos, apenas balbuceaban, entre la bilis y la generosidad, entre el acoso y la indulgencia, Twitter, Ínstagram y el resto de jaurías.

Sí, Hugo, Rafa y Javier, iban en una deliciosa, peligrosa y azarosa aventura. Pero, iban bajo el dicho popular, esa disertación, entre el conformismo y la fe, iban, sí, los tres bajo la sentencia de “lo que caiga es bueno”.

Cierto, con Hugo se vivió la primera manifestación antropófaga más brutal en la historia de las tribunas de España, en especial en el extinto estadio Vicente Calderón. “Indio, indio”, le vomitaba la tribuna. Desde el Santiago Bernabeú, montó su recinto de inmortal –como jugador--, para la posteridad.

Lo de Rafa Márquez y Chicharito fue más apacible. El defensa se volvió imprescindible en la zaga del Barcelona, y el atacante, con aquel gol pozolero de oreja, cachete y trompa, ante el Chelsea de Carlo Ancelotti, fue presentado a la Liga Premier con Sir Alex Ferguson obsequiando a su nuevo Simba.

Hoy, a los 17 años, apenas, Gil Mora, quien aún debe tener agruras por la derrota ante Argentina, con la Sub-20, empieza a ver como el oleaje facineroso de los vítores y los vituperios, empieza a equilibrarse.

Los advenedizos, los cazadores furtivos y desesperados de la aprobación y los likes efímeros de la turba, empiezan a guardar silencio. Sí, Gil Mora, este 14 de octubre, este cumpleaños 17, súbitamente, ya no se parece a Xavi, ni rememora a Iniesta o a Butragueño; ya no tiene el ADN del Barcelona,; ni tampoco está su contrato en la mesa del Bernabéu, ni en el burofax de Joan Laporta. No, la adversidad disipa los rumores calenturientos. Todo pasó de “está a una firma”, a “sí, lo tienen contemplado entre otros muchos”.

(“Qué monótona es la rana humana, qué monótono es el hombre mono”, Alberto Cortez),

Sí, hoy a los 17 años, apenas, Gil Mora ha vuelto a ser un ser humano normal, sin los endiosamientos oportunistas, pero, igual, con las prohibiciones de púber y las exigencias de adulto. No puede conducir un auto, no puede ir a un antro, no puede jugar a la lotería, ni olisquear una copa de vino, tampoco votar por el futuro de su país, y tampoco emanciparse si quisiera mandar todo al diablo.

Lo más grave es que hay demasiadas manos metidas en el futuro de Gil Mora. Ya decidieron por él, que no deberá jugar el Mundial Sub-17 de Qatar, porque hoy, al lado de Guillermo Ochoa, es el único que tiene un lugar en el Mundial 2026, y hay que cuidarlo.

El futbol mexicano corre el riesgo de incubar otro Carlos Vela, un tipo que se hartó de vivir desde dentro, a una selección nacional, capaz de obedecer a intereses aviesos, y también de engañar, de extorsionar, de explotar, de delinquir, de prostituir, de abusar de los seres humanos pertrechados dentro de la piel del futbolista.

¿Será mejor para Gil Mora arrancar el 2026 jugando contra Mazatlán, Puebla, Santos, Atlas, Pumas, Querétaro, y otros parásitos de la Liga Mx, antes que poder aspirar a ser campeón mundial Sub-17 en Qatar?

Asumiendo que Gil Mora sea el futbolista extraordinariamente diferente, en la sabana de hienas de la Liga Mx, no merece al menos una revancha, una oportunidad legítima de campeonar con la Sub-17. Colgarse una medalla de oro en Qatar, ¿no será más enriquecedor y aleccionador que competir con los menesterosos de la parte baja de la tabla de la Liga Mx?

Y quién les permitió a la FMF y a selecciones nacionales, diseñarle su futuro. Claro, en este momento en que no hay un rostro, un ídolo, un futbolista confiable, un aglutinador de simpatías en el Tri, a Mikel Arriola y sus esbirros, les urge que Mora llegue a la mayoría de edad, para que empuñe una cerveza, juegue apuestas, abra su cuenta de Tínder, y, de ser necesario, hasta colgarle al hombro una cacatúa como lo hicieron con Miguel Herrera. Vamos, hasta para las aspiraciones políticas de Grupo Caliente, ya se le contempla como un apóstol emocional y populachero para las elecciones a gobernador de Baja California en 2027.

Sí, los mejores enemigos, porque son los que se visten de amigos, están en el entorno más cercano de Gil Mora. Lo que no perciben es que si no son cautos –que no lo son--, inteligentes –que tampoco lo son—y respetuosos –que, mucho menos lo son--, pueden arruinar no sólo al futbolista, sino al adolescente.

Hoy, a los 17 años, apenas, el desarrollo de Gilberto Mora está asomándose al despertar en numerosos aspectos de su vida. Aún deberá madurar física, emocional, intelectual y fisiológicamente. Ni su organismo, ni todas las reacciones en cadena de su organismo, están consumadas.

Sí, claro, habrá ejemplos a nivel mundial de futbolistas con una metamorfosis similar. Algunos consumaron su desarrollo y otros fueron consumidos en ese desarrollo. Ha dependido siempre del entorno. España, Francia, Brasil, Argentina, Inglaterra, Alemania, Holanda, Italia, etcétera.

Deseable es que su representante Rafaela Pimenta y sus padres, encuentren la forma de evitar que esta oruga fantástica no termine en otra simple oruga. Que este Gil Mora no termine en otro Carlos Vela, de facultades extraordinarias, pero asqueado de selección mexicana, de los medios mexicanos y de la afición mexicana.