Fútbol Americano
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Los aficionados del Manchester United, Cruz Azul y Málaga FC están entre los que más han sufrido

El deporte es cruel. Ya lo dijimos. Juegan con nuestras emociones, afectan nuestros corazones, los llenan de felicidad para destruirlos igual de rápido. Cada equipo ha conocido lo que es perder un partido importante; pero ¿cómo se siente pasar una temporada completa perdiendo? ¿O toda una vida?

Existen hinchadas descontentas en todo el mundo del fútbol, pero si tu definición de dolor es no ganar todos los trofeos, o quedar eliminado en cuartos de final de Champions League, piensa de nuevo. No conoces nada aún.

El ESPN FC Misery Index nos da la oportunidad de sacar a relucir esos equipos que han sufrido mucho más que una porción justa de tristeza en la era moderna, permitiendo a sus hinchas contar sus historias y explicar por qué es tan duro ser hincha.

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Botafogo: Buscando la buena vibra de 1958

"Hay cosas que sólo le pasan a Botafogo", es una frase común en el fútbol de Río de Janeiro, generalmente pronunciada por los fans del club. La profundidad de la autocompasión es reveladora, y comprensible.

Cuando los aficionados más veteranos de Botafogo hablan de la época dorada, no es fantasía. Realmente crecieron viendo leyendas. Las selecciones que ganaron el Mundial para Brasil en 1958, '62 y '70, convirtiendo al país en la meca del fútbol, básicamente estuvieron formadas por los Santos de Pelé y el Botafogo del gran extremo Garrincha, segundo en el panteón del fútbol brasileño, y del épico lateral izquierdo Nilton Santos, apodado la 'enciclopedia' porque lo sabía todo. Didi y Gerson, maestros del mediocampo, fueron jugadores de Botafogo, al igual que Zagallo en el extremo, Amarildo -quien reemplazó tan bien a Pelé cuando se lesionó en el '62- y Jairzinho, quien marcó en todos los partidos de la mágica campaña de 1970. Todos son recordados con pancartas en el estadio cada vez que Botafogo juega de local.

Pero el contraste entre la calidad de los jugadores de los carteles y los que se encuentran en el campo de juego es duro para los hombres que actualmente visten la camiseta negra y blanca. Los equipos recientes, aun cuando fueron relativamente exitosos, han sido poco más que trabajadores. Dos veces este siglo jugaron temporadas en la segunda división, y arrancan la campaña mucho más cerca del descenso que de la posibilidad remota de ganar el título.

Mientras tanto, su rival local, Flamengo, es todo lo contrario. Es campeón de Brasil y de América del Sur, y su plantel tiene una profundidad con la que Botafogo sólo puede soñar.

Este abismo es reciente. Los fans de Botafogo son apasionados, pero no son muchos. No pueden compararse con el inmenso tamaño de la base de fans de Flamengo a nivel nacional, que el club ha sabido aprovechar.

Es rico, mientras que Botafogo está endeudado. Su esperanza ahora se prende de un cambio de estatus. Como todos los equipos tradicionales de Brasil, Botafogo es un club social, con un presidente elegido por sus miembros. Están haciendo el intento de convertir el equipo en una empresa. Muchos ven esto como una panacea. El interrogante que surge de todo esto es evidente: ¿De dónde vendrá el ingreso?

En el corto plazo, Botafogo ha apuntalado su perfil internacional con el audaz fichaje del mediocampista japonés veterano Keisuke Honda, quien inmediatamente se convirtió en un héroe del club. Para aquellos que nacieron con expectativas de grandeza, la mediocridad es aún más difícil de digerir, y los fans están desesperados por ver la magia de antaño en el pie izquierdo de Honda.

Hay un libro popular en Brasil llamado "Feliz 1958 - O Ano que Nao Devia Terminar". El país estaba en auge, la arquitectura estaba en su apogeo, apareció el Bossa Nova, y Brasil ganó su primer Mundial con un equipo repleto de jugadores de Botafogo. Si hubiera una máquina del tiempo para volver a ese momento, los fans de Botafogo estarían primeros en la fila. -- Tim Vickery

Cruz Azul: Fracaso tan grave, que generó su propio verbo

Hay un solo club cuyo nombre ha generado su propio verbo: Cruz Azul. Y su significado no es particularmente halagador.

Según el Diccionario Popular, cruzazulear es "fracasar en cualquier cosa, en cualquier momento, cuando todo está a tu favor y crees que nada puede arruinarlo". Un ejemplo: "Te iba muy bien en la escuela y cruzazuleaste el examen final".

La facilidad de Cruz Azul para meter la pata se ha extendido a la cultura popular. En los partidos de la selección de México, está mal visto llevar la camiseta de Cruz Azul. Si el Tri pierde, las fotos de dichos fans suelen viralizarse en las redes sociales. Hasta hubo una historia desagradable el pasado mes de agosto de un hincha que se presentó a un partido de la segunda división en Colima y fue golpeado por llevar una camiseta de Cruz Azul.

El club sigue siendo considerado uno de los "cuatro grandes" de México, pero La Máquina no gana un título de liga desde 1997. Desde entonces, Cruz Azul fue finalista seis veces y tuvo 14 entrenadores distintos. El último ganador, Luis Fernando Tena, también fue empleado dos veces por el club desde que ganó el campeonato.

Si hay un partido que resume la miseria de Cruz Azul, sería la vuelta de la final del Clausura 2013. La Máquina estaba 2-0 arriba en el global ante Club América en el minuto 88 en el Estadio Azteca. La sequía parecía estar a punto de terminar, a menos que el equipo cediera dos goles. Y Cruz Azul hizo exactamente eso. Aquivaldo Mosquera restó uno y luego el arquero de América, Moisés Muñoz, igualó el tanteador con un cabezazo desviado por un jugador de Cruz Azul en la última jugada del partido. América terminó ganando por penales.

"No dolió tanto porque fue más de lo mismo. Pude aceptarlo. Pero el más reciente realmente dolió", explica Oscar Nanco-González, un hincha de toda la vida que lleva la cuenta de Twitter en inglés de Cruz Azul.

El más reciente fue otra derrota ante Club América en la final del Apertura 2018 luego de un período de optimismo bajo el director deportivo Ricardo Peláez y el entrenador Pedro Caixinha. El equipo se había mantenido puntero en 12 de las 17 fechas de la temporada regular y terminó primero en la tabla. Pero un peleado partido de ida se desperdició con una capitulación en la vuelta. Los establecimientos de Ciudad de México que habían ofrecido cerveza gratis si Cruz Azul levantaba el trofeo se ahorraron el gasto.

Fuera de la cancha, han circulado rumores de luchas internas de poder y acusaciones de que los representantes tienen gran influencia sobre la compra de jugadores. El reciente fichaje del argentino Lucas Passerini marcó el centésimo jugador extranjero contratado desde el último título. Millones se han gastado en un club que aún es considerado una de las potencias económicas de la Liga MX, pero pocos de los fichajes han tenido un impacto duradero.

"A veces siento que los jugadores sólo están ahí para cobrar", dijo Nanco-González. "Para muchos de nosotros, no sería sólo un trabajo. Si yo pudiera jugar cinco minutos de un partido oficial de la Liga MX, dejaría todo y lo haría gratis porque me rompería el trasero trabajando para ese equipo pase lo que pase".

Cruz Azul, cuya propiedad y administración pertenecen a una compañía de cemento, actualmente juega de local en el enorme Estadio Azteca y la asistencia está disminuyendo. En la tercera fecha del Clausura 2020, Cruz Azul tuvo la menor asistencia: 13.583 personas.

Tras haber ganado siete de sus ocho títulos entre 1969 y 1980, la relevancia de Cruz Azul como uno de los grandes clubes de México se está esfumando. -- Tom Marshall

Espanyol: Viviendo en la sombra de Barça

Espanyol se autodenomina la "maravillosa minoría", pero, la mayor parte del tiempo, de maravillosa tiene poco. De hecho, generalmente son pocos, y punto. Ni siquiera tienen odio del que alimentarse, sólo indiferencia; sus rivales ni se molestan en reciprocar. Éste es el club de fútbol que no existe, o, al menos, así es como lo hacen sentir a veces. FC Barcelona es "más que un club", según su eslogan; Barcelona, Cataluña, es más que un club, replican los hinchas de Espanyol, pero a nadie le importa. Sin embargo, es exactamente por eso que lo dicen. Barça proyecta una sombra monumental, que resulta oscura y miserable.

La historia de Espanyol comenzó hace 119 años. Como miembro fundador de la liga, solamente cuatro equipos han jugado más temporadas en primera, y en una tabla acumulativa estarían séptimos en general, pero nunca la han ganado, ni han estado cerca de hacerlo. Sus vecinos, mientras tanto, la ganaron 26 veces, además de 30 copas y cinco Copas de Europa. Espanyol ha ganado cuatro trofeos en total. Barcelona tiene90 más. Nadie tiene más títulos europeos que Barcelona; Espanyol, por su parte, llegó a dos finales y perdió ambas. En 1988 llegó a Leverkusen habiendo ganado 3-0 el partido de ida de la Copa de la UEFA y aun así no logró triunfar: cayó por penales, de manera característica. Al menos, eso es lo que se cuenta.

Era tarde, y el periódico La Vanguardia ya había impreso sus portadas con el triunfo de Espanyol. Tuvieron que desecharlas, pero algunas se filtraron. "A veces miro eso y suspiro", dice el escritor Enric González. Escribe que Espanyol tiene una fe que brota de allí donde nace toda la fe: el fracaso. Está arraigada en el "vacío existencial de quienes sospechan, con razón, que Dios les ha abandonado para siempre", dice. Ernesto Valverde, ex DT de Barcelona y Espanyol, quien estuvo en el banco la noche que perdieron la Copa de Europa, opina: "Hay parte del carácter, influenciado por Leverkusen, que dice, 'este año caemos'".

Lo peor es que este año podría ser igual. Dios sabe que están amargados en este momento.

"Puede parecer que toda Barcelona es Barça, pero la pasión por Espanyol es muy profunda en algunos lugares", dice Valverde. Sin embargo, el eclipse puede sentirse total; puede sentirse deliberado, o al menos, que se autoperpetúa. No es sólo fútbol, también hay un componente político y social. Pocas personas en posición de poder se identifican con Espanyol o se sientan en el palco de directores como en Camp Nou. En las Ramblas, un bromista una vez disfrazó el monumento a Cristóbal Colón con la camiseta de Barcelona, apuntando al mar. A nadie se le habría ocurrido disfrazarlo de azul y blanco. ¿Y por qué lo harían? Espanyol se sentía excluido, ignorado, lo cual no era novedad.

"Los hinchas de Espanyol se sienten pisoteados; es una afición que vive marginada por los medios, en la calle... nos hacen invisibles", dice el ex entrenador Quique Sánchez Flores.

Ésta no es una rivalidad como la de Atlético y Real Madrid, sobre todo porque básicamente no es una rivalidad, lo que es aún peor. La última vez que Espanyol terminó arriba de Barcelona fue hace casi 80 años, y nadie espera que eso vuelva a ocurrir; su presupuesto es una duodécima parte del de sus vecinos. Tal vez la mitad de Madrid, y muchos medios de comunicación, apoyan a Atlético. En Barcelona a veces parece que nadie apoya a Espanyol. Sarriá, su casa, hace tiempo que no existe. Espanyol pasó más de una década en Montjuic, sintiéndose exiliado. Ahora se mudó fuera de la ciudad, lo que impulsó a Gerard Piqué a llamarlo Espanyol de Cornellá, no de Barcelona. Eso dolió, pero al menos hubo cierta rivalidad, algo de atención. El resto del año, no existe.

El periodista Robert Basic escribió una vez que apoyar a Espanyol era "como elegir vivir en Sarajevo en la década de 1990 pudiendo optar por un penthouse con vista al Sacré Coeur", lo cual es una manera bastante elocuente de expresarlo. "De muy pequeño, en la escuela había 40 niños, y de aquellos a los que realmente les gustaba el fútbol, había un solo hincha de Espanyol: yo", dice Carlos Marañón. Su padre fue uno de los mejores jugadores en la historia del club, él jugó ahí en las inferiores, y ahora es editor de la revista Cinemanía. Compara el Espanyol a dos figuras literarias que llegaron al cine. "Tiene algo de Don Quijote", dice, "y de Asterix; la idea de una fuerza diminuta que resiste".

Espanyol no es un club pequeño. Tiene 30.000 miembros. Esta temporada juega en Europa; se está preparando la ronda de 32 de la Europa League. Dicho esto, la alegría se evaporó por completo cuando su DT, un central clave (Mario Hermoso) y su mejor centro delantero (Borja Iglesias) dejaron el equipo, dejando al club en zona de descenso. Típico.

Hay una especie de placer perverso en dicha condición, en la miseria. Una glorificación en el dolor, en ser pisoteado, en la impotencia, en ser víctima del sistema. Existir es casi como rebelarse, y eso de alguna manera divierte. Recientemente, Abelardo Fernández llegó al estadio RCDE con la misión de rescatar al club del descenso. "Tal vez sea masoquista,", dijo al llegar a Espanyol. Encaja perfectamente. -- Sid Lowe

Everton: El otro club de Liverpool

No existe nada peor que apoyar a un equipo de fútbol que siempre queda a poco de ganar. Así que imagínense bien lo que se siente ser hincha del Everton. No solo su club, uno de los nombres más históricos del fútbol inglés, ha fracasado en cualquier intento de triunfo en el presente siglo, sino que los aficionados del Everton han debido ver cómo el fracaso de su club coincide con el ascenso del Liverpool, sus vecinos molestosamente exitosos, cuya sede se ubica a una milla al este, cruzando el Stanley Park.

Muchos clubes ingleses han sufrido sequías de trofeos tan largas, o incluso más, que la del Everton, pero ninguno de ellos puede afirmar ser dueños de la doble maldición de tener bajo nivel al mismo tiempo que sus rivales acérrimos se convertían en el mejor equipo del mundo. El Newcastle, Leeds United, Wolverhampton e incluso el Tottenham han pasado por tiempos difíciles con el pasar de los años, bien sea debido a contar con vecinos ultra exitosos o fracasos autoinducidos, pero nada se compara con ser hincha del Everton.

Solo tenemos que pasar por una breve lección de historia para explicar por qué al Everton le ha ido peor que a cualquier otro club grande del balompié inglés. Todo comenzó en 1891 cuando, después de una disputa que involucraba al presidente del club, el Everton abandonó su hogar original (adivinaron bien, era Anfield) para mudarse al Goodison Park. Un año después, el Liverpool cambió de sede, jugando en un Anfield vacante y tomaron propiedad de este, lo cual significó que el Everton se creó su mayor problema al entregarle al Liverpool su propio estadio, que se ha convertido en sinónimo del éxito de los Reds.

Hasta finales de la década de 1960, el Everton era el club más grande y exitoso de Liverpool, ganando siete títulos de liga y tres FA Cup hasta 1970. Asimismo, el Liverpool se alzó con siete títulos, pero solo consiguió hasta ese punto una FA Cup. El Liverpool arrolló en las décadas de 1970 y 1980, ganando ocho títulos más y cuatro Copas de Europa hasta que el Everton remontó y sumó dos campeonatos a su haber, en 1985 y 1987. No obstante, la victoria en FA Cup contra el Manchester United en 1995 fue el último trofeo para el Everton y desde entonces, son objeto de las burlas despiadadas por parte de los aficionados del Liverpool, debido a su espera interminable por un trofeo.

Al mismo tiempo, el Goodison Park ha caído en declive, con una serie de propuestas para un estadio nuevo que no llegan a materializarse. Otra arena nueva, en Bramley-Moore Dock, está prevista para inaugurarse antes de la campaña 2023-24, pero los hinchas del Everton han aprendido a mantener el escepticismo a la hora de esperar progresos dentro y fuera de la cancha.

Con el Liverpool presto a ganar este año su primer título de liga desde 1990 (se han hecho con dos Champions League, una Copa UEFA, tres FA Cup y cuatro League Cups desde su última victoria en la ahora Premier League), el futuro se muestra preocupantemente rojo para los seguidores del Everton. No han ganado en Anfield desde 1999 y no conocen la victoria sobre el Liverpool en Goodison desde octubre de 2010. Cuando el Liverpool Echo conformó su equipo "Everpool" a finales de 2019, como parte de su ejercicio anual, fue la primera ocasión en la historia en la cual ningún jugador del Everton formó parte del XI combinado. Para colmo de males, el Liverpool decidió colocar a su equipo juvenil para enfrentarse al Everton en la tercera ronda de la FA Cup debido a la congestión de compromisos... con victoria para el Liverpool.

La llegada de Carlo Ancelotti ha ayudado a que el Everton regrese a la mitad superior en la tabla de la Premier League, pero en mayor medida, ser hincha del Everton por estos días es la cosa más desdichada que existe. - Mark Ogden

Málaga: Del borde de la gloria, al borde de la extinción

Es abril de 2013. Málaga está 2-1 arriba en Borussia Dortmund. En el minuto 90 del partido de vuelta de cuartos de final de la Champions League, el equipo de Manuel Pellegrini --con Isco, Joaquín, Julio Baptista y compañía-- está a segundos de lograr su mejor resultado en la historia del club.

Pasemos a febrero de 2020. Málaga ronda por encima de la zona de descenso de la segunda división. El club pasa de crisis en crisis: dueños ausentes, jugadores comprados y vendidos sin siquiera pisar la cancha, un entrenador despedido tras la filtración de un video en el que muestra su miembro vistiendo la camiseta del club. El presidente de La Liga, Javier Tebas, dice que el club necesita una inyección de dos millones de euros sólo para sobrevivir la temporada.

¿Cómo llegó a esto? La realidad es que la podredumbre ya se había asentado en Málaga antes de que sus sueños de Champions League --construidos sobre bases derruidas, aparentemente-- se evaporaran con los dos goles de Dortmund, uno de ellos fuera de juego, en tiempo añadido.

"Ha sido una montaña rusa", dijo Christian Machowski, abonado desde hace 15 años. "Todos dicen que de esto se trata ser malaguista, de sufrir. Pero el viaje fue increíble. Nadie creyó que Málaga clasificaría a la Champions League alguna vez, y mucho menos que llegaría a un minuto de la semifinal. Luego comenzó un declive constante".

La compra del jeque Abdullah bin Nasser Al-Thani de Qatar en junio de 2010 llegó con grandes ambiciones y promesa. Málaga se convirtió en el club más gastador de España y Pellegrini armó un equipo que terminó entre los cuatro primeros, pero para el verano de 2012 ya circulaban rumores de jugadores impagos y deudas. Santi Cazorla, fichado por un récord de €20m, fue rápidamente vendido a Arsenal a un precio bajo, y la UEFA castigó a Málaga por incumplir las reglas del Fair Play Financiero. Para cuando cayó ante Dortmund, el club ya sabía que había sido suspendido de los torneos europeos la temporada siguiente.

Lo más frustrante, agrega Machowski, es que la idea de que Málaga se convierta en una potencia europea no es tan descabellada. "Potencialmente, es un gigante dormido", agrega. "Es un gran club donde jugar, la Costa del Sol es una zona fantástica para un futbolista europeo. Las presentaciones de figuras como Ruud van Nistelrooy atrajeron a 20.000 personas en tardes de semana. Era un sueño".

Málaga descendió de primera en 2018 y su incapacidad de regresar en el primer intento fue devastadora. El verano pasado estuvo el fiasco de Shinji Okazaki, fichado antes de que se volviera evidente que registrarlo sería imposible bajo el tope salarial fijado por La Liga. El director deportivo del club, José Luis Caminero, se fue en octubre, y luego el carismático pero extrovertido entrenador, Víctor Sánchez del Amo, fue víctima de un supuesto chantaje que el club habría aprovechado para gestionar su salida.

"Hay cero comunicación de los propietarios", dice Machowski. "La gente a cargo del club ha sido un desastre tras otro. Ésta es la consecuencia natural de manejar mal un negocio. No creo que la gente esté soñando con los buenos tiempos ahora. La gente se conformaría con quedarse en la segunda división".

La sombra del Reus, expulsado de la segunda división en plena temporada el año pasado por deudas impagas, se cierne sobre Málaga. Sus ambiciones son limitadas si pretende evitar la quiebra. Todo lo demás --la venta del club, el regreso a la primera división, el sueño de Europa-- tendrá que esperar. -- Alex Kirkland

Manchester United: riqueza fuera de la cancha, carencias sobre el césped

Parafraseando a Alfred Lord Tennyson: "Es mejor haber ganado y perdido que no haber ganado jamás". Probablemente, dicho sentimiento puede aplicarse a los hinchas del Manchester United, muchos de los cuales, al menos aquellos que viven lejos de Old Trafford, se convirtieron a la causa durante las dos eras doradas del club: la primera, bajo las ordenes de Sir Matt Busby en las décadas de 1950 y 1960 y cuatro decenios después, cuando Sir Alex Ferguson regía como técnico.

Excepto que esto funciona por ambos lados. Los hinchas de clubes que jamás han disfrutado del éxito (y ciertamente, no la clase de éxito abrumador que ha cosechado el United) no cargan con el peso de la historia ni tienen que vivir pensando en un pasado histórico que quizás no regrese jamás.

Durante aproximadamente 27 años, el United solo contó con un técnico: Sir Alex. Desde su partida en mayo de 2013, los Red Devils han contado con cuatro entrenadores, aparte de un jefe interino. En las seis temporadas que han pasado desde el retiro de "Fergie", han terminado en cuatro ocasiones en el primer lugar y dos en el segundo: en un caso, por diferencial de goles y en el otro, por diferencia de apenas una unidad. El éxito fue algo a lo cual se adaptaron los aficionados, en vez de conformarse a vivir sin ello. En las seis campañas desde entonces, la brecha promedio entre el United y el ganador de liga ha sido de aproximadamente 22 puntos y en caso de que se lo estén preguntando, esta temporada no ayudará a mitigar ese promedio: actualmente, están a 38 puntos por debajo de la cima, faltando por disputar una tercera parte de la campaña de la Premier League. El que solía ser un club que competía de forma constante en la Champions League, actualmente es un equipo que lucha por mantener su nivel en el circuito de Inglaterra.

Existen dos factores que han hecho que la miseria de los devotos del United haya caído en un circulo vicioso. El United es propiedad de la familia Glazer, la cual adquirió el club mediante una adquisición apalancada en 2005, lo cual básicamente significa que los Glazer pidieron un montón de dinero prestado con el fin de comprar una porción de las acciones del club que les diera pleno control, para convertir la deuda traspasándola al propio club. Entre tasas de interés, comisiones y dividendos, la adquisición por parte de los Glazer le ha costado al club más de un billón de dólares en un lapso de apenas 15 años. Eso no es una cosquilla, prácticamente se trata de una puñalada. Algunos hinchas del United, molestos por la adquisición y la burda comercialización en exceso de los colores del club, han roto nexos para formar su propio equipo, el FC United of Manchester, que actualmente se ubica en el séptimo peldaño de la pirámide del balompié ingles. Otros se dedican a protestar cerca del Old Trafford o en sus alrededores, o contratan aviones que hacen volar banderines sobre la cancha. Incluso, el propio David Beckham vistió una bufanda "verde y dorada", símbolo del movimiento anti-Glazer.

Algo que complica aún más las dificultades de los Red Devils sobre el césped es la complicada salud financiera del club fuera de él.

A pesar de todo lo anterior, los Glazer no tienen intención de ir a ninguna parte, ni tampoco lo hará el Vicedirector Ejecutivo del Manchester United Ed Woodward, el hombre que frecuentemente es responsabilizado por los fracasos recientes del club, principalmente debido a que la partida de Sir Alex y del jefe ejecutivo David Gill coincidieron con su ascenso a la cima. Una parte de las razones por las cuales Woodward sigue a cargo es que hace una buena labor a la hora de conseguir lo que quieren los Glazer: ganancias económicas. El United ha anunciado con orgullo ingresos anuales récord en 2019 y los Glazer vieron como el valor de la acción del club aumentó casi en un 10 por ciento a finales de año.

El Manchester United ha sido una auténtica gallina de los huevos de oro, haciendo más de $200 millones en ganacias desde el retiro de Sir Alex: evidencia de que no se necesita tener un buen equipo en la cancha para ser una lucrativa inversión para tu dueño. Y debido al hecho que han invertido cuantiosamente en salarios y cláusulas de pases durante gran parte de ese periodo (sumando aproximadamente $850 millones), quizás también demuestran que no todos pueden gastar para salir de una mala racha deportiva.

Existe algo doblemente irritante, al saber que incluso cuando se sufre por el desempeño mediocre de tu equipo, los tipos que son propietarios y lo gestionan, continúan riéndose mientras llenan sus cofres en el banco. No se trata de que no les importe (quizás sí les importa, quizás también son hinchas; el caso es que ellos nunca hablan, por eso no sabemos bien); sólo que uno queda con la percepción de que, a pesar de todo el dolor que causa ver al United tener problemas sobre el césped, cuando se colocan su sombrero de hombres de negocios, todo ese dolor se desvanece mágicamente.

También sucede otra cosa y es esa clase de cosas que probablemente mantienen a Sir Alex en vela por las noches. Los dos clubes que han dominado la Premier League en los últimos tres años son aquellos por los cuales él, al igual que la mayoría de los hinchas del United, probablemente sientan mayor desagrado (Manchester City y Liverpool); sobre todo aquél que juega del otro lado de la ciudad, seguido por uno cuya sede queda apenas a 35 millas de distancia. El Manchester City y el Liverpool. En una ocasión, Sir Alex llegó a calificar de forma despectiva al City como "los vecinos ruidosos". En el caso del Liverpool, Fergie dedicó sangre, sudor y lágrimas con el fin de (en sus propias palabras) "sacarlos del maldito trono". (Faltando 13 partidos para terminar la campaña 2019-20, el Liverpool supera al Manchester United en más del doble de puntos totales. Qué lejos está ese trono).

A veces, uno se pregunta si vivir esta pesadilla sería más soportable si el United y sus hinchas jamás hubiesen conocido la gloria. - Gabriele Marcotti

New England Revolution: Derrotas en la cancha de Tom Brady

Dieciocho franquicias de la Major League Soccer han ganado la MLS Cup, el Supporters Shield, o ambos. New England Revolution no es una de ellas. Seguro, llegó a la MLS Cup cinco veces, más que cualquier otro club excepto Los Angeles Galaxy, pero no tiene trofeos que reconozcan sus esfuerzos. En 24 temporadas, los Revs ganaron dos títulos: Un US Open Cup en 2007 y un trofeo en 2008 por haber ganado la SuperLiga de América del Norte, competición que ya no existe. (Mientras tanto, los New England Patriots, equipo con el que comparten propietario, estadio y esquema de colores, llegaron a los playoffs 17 veces y suman seis victorias en el Super Bowl en este siglo. ¿Adivinen dónde los propietarios focalizan sus esfuerzos?) En la lista de diferencia de goles de todos los tiempos de la MLS, Revolution tiene una marca de -100, superando únicamente a Chivas USA --desbandado en 2014 por atroz-- y a Colorado Rapids, que aun así se las arregló para ganar la MLS Cup en 2009.

"Hemos pasado muchos tiempos malos", dice Matt Zytka por teléfono, riendo la risa triste de un fanático resignado a su suerte. Ha visto muchas derrotas; primero cuando sus padres lo llevaban de pequeño a los partidos de la temporada inaugural en 1996, y luego en su posición actual como presidente de grupo de fans Midnight Riders.

Eso no quiere decir que no haya habido momentos buenos. No puedes perder cinco MLS Cups si no llegas a cinco finales. Los Revs llegaron a los playoffs ocho temporadas seguidas entre 2002 y 2009, impulsados por un núcleo de leyendas como Steve Ralston, Michael Parkhurst, Taylor Twellman y Shalrie Joseph. Sin embargo, desde entonces... Bueno, estos fueron sus resultados en la MLS entre 2010 y 2019: 13º (de 16), 17º (de 18), 16º (de 19), 7º (de 19), 5º (de 19), 11º (de 20), 14º (de 20), 15º (de 22), 16º (de 23), y 14º (de 24). Una incompetencia impresionante en una liga que se jacta de su paridad.

En 2019, los Revs se colaron a los playoffs con una marca de 11-11-12, y fueron ampliamente superados por Atlanta United en la primera ronda. Esto contó como un éxito. "Jugamos un solo partido en los playoffs, pero terminamos en una buena nota", dice Prairie Rose Clayton, fan desde la final de la MLS Cup de 2002. "El hecho de que ganáramos el último partido local de la temporada fue suficiente".

Pero podría haber esperanza. El pasado mes de mayo, Revolution despidió al tambaleante entrenador Brad Friedel y al ineficaz gerente general Mike Burns en favor de Bruce Arena, quien tomó las riendas del equipo como entrenador, director deportivo y jefe cascarrabias. Esta temporada baja abrieron nuevas instalaciones de entrenamiento y comenzaron a fichar jugadores, incluyendo tres jugadores designados. "No estamos acostumbrados a eso", dice Clayton.

Por supuesto, no fue perfecto: El contrato de uno quedó anulado cuando no consiguió la visa. Revolution es una eterna obra en construcción. -- Noah Davis

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