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El Bayern y Real Madrid demuestran cómo el poderío de los grandes ayuda a permanecer en la cima del fútbol

Real Madrid es un club que a través de las últimas décadas, se ha mantenido en la cima de la competencia nacional, continental y mundial. EFE

Si existe una película perfecta para describir el desarrollo de la actual temporada de la Bundesliga, bien podría ser "El Imperio Contraataca". Todo hacía presagiar que el Bayern Múnich estaría confrontando una crisis en estos momentos, luego del despido del director técnico Niko Kovac en noviembre pasado, después de una serie de resultados decepcionantes. Mientras tanto, un trio de retadores esperaba aprovechar la situación: el RB Leipzig, impulsado por el brillante Julian Nagelsmann, el Borussia Dortmund de Lucien Favre y el Borussia Monchengladbach, que está disfrutando de una campaña fascinante bajo las ordenes de Marco Rose. A pesar de ello, cuando nos acercamos a los tramos finales del torneo alemán, el Bayern se mantiene en la cima de la tabla de posiciones.

Mientras tanto en España, el Real Madrid ha logrado hacer un truco similar. A principios de temporada, la Casa Blanca también parecía ser un imperio debilitado. Su DT Zinedine Zidane se enfrentaba a las acusaciones de que él parecía ser solamente capaz de conseguir victorias en torneos de eliminación directa, sin poder llevar a su equipo a lograr triunfos en largos trayectos. Zidane estaba públicamente enfrentado con la estrella Gareth Bale, haciendo todos los esfuerzos posibles para hacer que el galés saliera del club. Sus mediocampistas experimentaban un ciclo extendido mostrando bajo nivel y sus fichajes veraniegos (Luka Jovic, Eden Hazard, Eden Militao) no cumplían con las expectativas. Pocos meses después, los hombres de Zidane están cerca del liderato de La Liga española, a dos puntos del Barcelona.

¿Cómo estos clubes lo han logrado?

Hablando en líneas generales, existen tres motivos: los grandes imperios futbolísticos son acaudalados, despiadados y previamente se han encontrado en situaciones similares. Su memoria institucional está forjada por la victoria. Cuando el Bayern confrontó dificultades, fueron capaces de solucionar sus problemas a punta de chequera. Después que la excelente actuación de Robert Lewandowski mantuvo al club bávaro a nivel competitivo a principios de temporada, las incorporaciones de Philippe Coutinho e Ivan Perisic durante el verano han agregado una calidad sumamente necesaria, además de una mayor cantidad de variantes en el ataque.

Los recursos financieros del Madrid son tan cuantiosos que el club fue capaz de asumir el difícil periodo de adaptación de Jovic, quien apenas suma dos goles en su haber desde que el club merengue pagara su cláusula de transferencia por €60 millones al Eintracht Frankfurt en el verano pasado.

A pesar de ello, tener mucho dinero no significa nada si no se cuenta con la frialdad y crueldad necesarias, y tanto el Bayern como el Madrid cuentan con ambas facultades en abundancia. Poco le importó al Bayern la percepción que podían tener del club rojiblanco al cesantear a Kovac, el hombre que apenas pocos meses atrás les hizo ganar doblete de Copa y Liga en Alemania. De forma similar, al Real no le perturbó el público combate sostenido entre Zidane y Bale; si bien el jugador no ha contado con mucho tiempo de juego en el actual torneo, no existe señales de que su ausencia haya perjudicado de forma sustancial sus ambiciones de ganar títulos.

En ambos casos, los clubes actuaron rápidamente con el fin de atender las señales que presagiaban el caos fuera de la cancha. Esta es una lección que tanto Manchester United como Barcelona, al persistir durante tanto tiempo con los mismos líderes en lo gerencial, deportivo y técnico, no han logrado asimilar. Mientras que el United se esfuerza por mantenerse en contención en el ámbito de la Europa League, el Barça trata de sacudirse los efectos del letargo que marcó el final de la era de Ernesto Valverde, permitiendo que el Madrid se adelantara hasta tomar el liderato.

Por último, existe el tema de la experiencia previa. Al ver jugar al Real Madrid, equipo poseedor del mejor récord defensivo en La Liga, existe la sensación de que se desempeñan en la cancha de acuerdo con su memoria; con los grandes del club blanco, como lo son Sergio Ramos, Luka Modric y Karim Benzema, actuando con los movimientos familiares que garantizan la obtención de la gloria. Los merengues han alzado tantos trofeos que conocen bien cómo conseguir el éxito y como dosificar el ritmo de juego durante el transcurso de una temporada.

En Alemania, podemos ver una imagen comparable. Si bien es cierto que Leipzig, Dortmund y Gladbach han producido algunos de los resultados más sensacionales de la temporada, si los vemos de forma aislada, el Bayern sigue manteniendo una ventaja considerable; concretamente, tenemos el hecho de que varios miembros de su equipo han ganado por lo menos cinco títulos consecutivos de Liga vistiendo el uniforme bávaro, mientras que cinco de ellos (a saber, Manuel Neuer, Thomas Muller, Jerome Boateng, Javi Martinez y David Alaba) se han alzado con los últimos siete.

El técnico, tanto en España como en Alemania, que parece estar más consciente de la magnitud de este reto es Nagelsmann, entrenador del Leipzig, un equipo que, debemos decir, no se encuentra precisamente corto de dinero. En una arenga reciente a sus jugadores, en la cual se mostró sorprendentemente combativo luego de sufrir una desconcertante derrota 2-0 a manos del Eintracht Frankfurt, dijo: "Necesitamos decidir si nos exigimos en pos de un título o no, o si nos quedamos aquí, comemos y bebemos algo y retrocedemos hasta quedarnos dentro del lote".

Nagelsmann creía que sus jugadores, ninguno de los cuales ha ganado un título en la Bundesliga, estaban meramente contentos con ubicarse entre los primeros puestos del torneo alemán, sufriendo en consecuencia una especie de emoción en las alturas. Sus palabras parecían ser fuertes en ese momento; pero los resultados vistos desde entonces les han hecho justicia. Sendos empates contra Gladbach y Bayern implican que el único compromiso que queda por jugar contra sus rivales más cercanos será en condición de local contra el Borussia Dortmund, club cuya defensa ha sido inconsistente en fechas recientes y que ha visto como las lesiones han aparecido en el momento más inoportuno, siendo los casos más notables los de Marco Reus y Julian Brandt. Si bien es cierto que el Leipzig pudo y debió haber vencido al Bayern, después de los sorprendentes intentos fallidos de Timo Werner y Marcel Sabitzer, aún se encuentran a una unidad por debajo de la cima, tras el empate 0-0 de la jornada del domingo.

Quizás Nagelsmann ha decidido que, si se desea alcanzar el objetivo de acabar con el reinado de un club, se necesita ser incluso más brutales que el equipo dominante. Una queja que se manifestó durante la temporada pasada hacia el Dortmund, especialmente con los devastadores comentarios del exdelantero del Bayern Sandro Wagner, es que el BVB estaba lejos de ser el club de primer nivel que todos creían en Alemania. En contraste, el Leipzig ha demostrado recientemente que cuentan con la capacidad de resistencia (y quizás con la crueldad) necesaria para hacer resistencia a uno de los imperios más orgullosos del balompié mundial, por lo menos durante una temporada.