La historia pesa, el Bayern es uno de los mejores clubes de la historia y saben lo que se necesita para jugar en las finales
“Ganar no es todo, querer ganar, sí lo es”. Vince Lombardi.
La Champions League terminó con el Bayern Munich como ganador. Un torneo atípico esta edición 2020. A partido único desde los cuartos de final, el parón en el medio por la pandemia, sin público y en campo neutral.
Raro ver a los jugadores alineados en la final durante el himno de la Champions y como trasfondo las tribunas vacías. Debe tener el mismo mérito ya que todos participaron en igualdad de condiciones. Las ligas que terminaron antes fueron las beneficiadas.
En semifinales vimos dos equipos de Francia y dos de Alemania. El descanso y la preparación sólo para Champions League fue la gran diferencia. No es casualidad. Dos técnicos alemanes en la final, tres de los cuatro en semis, más el DT del Liverpool demuestra que la disciplina alemana está reinando en el mundo del fútbol al nivel más alto. Fue un partido totalmente favorable al conjunto de la Bundesliga.
El Bayern fue superior, el PSG tuvo sus ocasiones pero se chocaron con un paredón llamado Neuer. Ráfagas de buen fútbol de parte de Mbappé, pero no fue suficiente. Neymar demostró que no está, ni llegará jamás, al nivel de Messi o Cristiano. Este era el partido para demostrarle al mundo que era el nuevo rey del fútbol. No le da, así de simple.
La historia pesa, el Bayern es uno de los mejores clubes de la historia y saben lo que se necesita para jugar en las finales. Un equipo sin una mega estrella de marketing, un juego fluido y disciplinado. Cada uno cumple su función a la perfección. Todos unidos sin depender de un fenómeno, que ante la presión, los tenga que salvar. Los alemanes aplastaron a todos, se llevaron el triplete. Ahora se suma Sané para mejorar aún más al mejor equipo del mundo.
¡Un equipo que será recordado por mucho tiempo!