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Zizinho, el padre

Geraldo Francisco Dos Santos dejó tres semillas, tres personas excepcionales que tuvieron de ejemplo a un padre que solo quería verlos felices

La mayoría de los futbolistas profesionales sueñan con tener un hijo que también juegue al futbol; Geraldo Francisco Dos Santos tuvo esa suerte, por tres. Zizinho, como era mejor conocido, murió este jueves, pero dejó tres semillas, tres personas excepcionales, que lo son en gran parte por la relación y el ejemplo que tuvieron de padre, cuyo mayor placer era verlos en el campo, o en cualquier lugar donde fueran felices.

A Jonathan, el menor, la noticia le llegó concentrado con la Selección Mexicana, a horas de un partido en Copa Oro. Decidió no dejar a su equipo y jugó por su padre, porque así lo hubiera querido él, ese que lo arropó cuando en el Barcelona lo querían dar de baja por no dar la talla (físicamente) en los equipos infantiles, a tal grado que jugaba poco o nada. Zizinho lo arropó, lo abrazó, aguantó su dolor y enseñó a que eso lo hiciera más fuerte, y le hizo entender que, si su tamaño no daba, todo lo debía basar en el toque y su polivalencia. Terminó, en juveniles, como capitán de su equipo y volviéndose un indispensable, ya que podía jugar en cualquier lugar del campo.

Giovani hubiera hecho lo mismo, ha hecho lo mismo. Desde niño aprendió a jugar con descaro, como él lo hacía. Jugar de esa manera es algo nato para Gio, nunca algo provocado por su padre, quien si le ponía como premisa ser inteligente y sobre todo compartido. Muchas veces, al acabar un partido y ganar con un gol suyo, su padre le demostraba que podrían haber ganado por más si hubiera pasado. Gracias a esas enseñanzas, el segundo hijo de los Dos Santos llevó a México Sub 17 a ganar su primer título del mundo, sin anotar un solo gol, pero siendo líder de asistencias y balón de plata.

Zizinho también fue papá de Eder, el mayor de los hermanos Dos Santos y a quién apoyó en su sueño de ser futbolista profesional, que cuando ya no dio más por ese camino, le dio las herramientas para darse cuenta que había sueños más allá del futbol, los cuales cumple y sigue cumpliendo, al grado de ser, por mucho, la amalgama de su familia.

En una premisa basaba Zizinho todo el trabajo con sus hijos, y en su vida en general: tratar de que fueran felices. A diferencia de otros padres, no encontrarán una historia donde él los forzara a jugar, o a entrenar de más, a madrugar para correr por la playa. Dos Santos era un encantador, alguien con quien nunca te aburrías, del que aprendías y siempre querías tener a tu lado. Por eso sus hijos siempre lo seguían, por eso sus hijos entrenaban horas con él en casa, en La Masia o incluso en la playa durante vacaciones (muchos días vivieron jugando en la playa de su querido Acapulco).

Tuve la suerte de vivir de primera mano todo esto, de conocerlo en el 2004 en Barcelona y que se volvieran, él y su familia, mi familia. Gracias a él conocí a Messi, de llevarme cada fin de semana que el Barca B jugaba en casa a verlo. Conocí también los mejores y más baratos bufetes de chinos, un poco de la comida brasileña (le gustaba cocinar) y sobre todo cómo se puede ser un padre muy cercano a la carrera de tus hijos sin ser parte de ella.

Me explico, a diferencia de lo que se ha escrito mil veces, Zizinho jamás firmó un contrato de sus hijos, nunca fue su representante. Él solo (como si fuera poco) hizo todo para que llegaran al Barcelona, a costa de sacrificar su proyecto y el de su esposa, para que sus pequeños cumplieran su sueño.

Nunca tocó su dinero, incluso cuando eran niños se los guardaba en una cuenta y vivían de lo que el obtenía como visor del Barcelona; eran 10 euros para cada quien, a la semana, que podían gastar en poner saldo a su celular, salir con sus amigos o comprar un videojuego.

Nunca decidió donde jugarían sus hijos ni les metió idea en la cabeza de qué hacer. Respetó la decisión de Gio cuando fue al Tottenham, pese a lo duro que era para él que se dividiera, en tema de vivir en la misma ciudad, la familia.

No encontrarán alguien que haya conocido a 'Zizi' y hable mal de él. Si yo fuera futbolista querría que mi padre fuera como Zizinho, sin lugar a dudas.