La jugadora de Liceo Naval Rocío Sánchez Moccia, que fue madre el 10 marzo de Francesca y ya regresó a los entrenamientos, habló con ESPN.com y contó cómo combina la maternidad y el alto rendimiento, cuál fue su preparación durante el embarazo para no perder estado físico, cómo vio al equipo desde afuera, y qué tanto sueña con ponerse la camiseta celeste y blanca en Tokio.
Se enteró que estaba embarazada cuando ya llevaba dos meses de gestación y se seguía entrenando con Las Leonas. Ahí frenó. Pero no tanto. Siguió con un plan para mantenerse y porque le costaba "estar sentada en el sillón", y en el fondo seguro seguía prendida la idea sumar una cita olímpica más en su carrera.
"Me puse a pensar que iba a volver recién el miércoles (14 de abril) cuando fui a hablar con el Chapa (Retegui). Estuve entrenando hasta lo que pude. Tenía fecha de parto el 1º de marzo, no se adelantó, fue hasta el final, nació de 41 semana y media y por cesárea, así que hasta ahí no lo había pensado. Nació, me sentí bien, el Chapa me había preguntado si estaba para volver, y bueno, pasó un mes para que me adapte y esperar por la cesárea, y el día que fui a hablar con él y que las vi entrenar a las chicas, fue como que me di cuenta que tengo ganas", comenzó a relatar la volante.
Rocío asegura que su intención es intentarlo, que el post parto es difícil y que lo siente "muy hormonal". Por eso quiere ir de menor a mayor y no forzar ninguna situación. “Voy día a día. Si bien tengo el alta médica de mi obstetra, al haber sido cesárea, literal, se desgarran los abdominales, entonces tengo que tener cuidado con la zona media, y en el hockey la fuerza que uno hace es casi todo de zona media. Estas dos semanas estoy haciendo sólo físico, gimnasio, natación, y arranqué a correr. Hockey empezaré la otra semana y ahí veré, voy a probar, le pongo mucha voluntad”, contó Sánchez Moccia que durante todo el embarazo se mantuvo activa y entrenando según lo permitido hasta una semana antes del nacimiento.
Mientras tanto la rutina también le cambió a Francesca, de 45 días, que ahora, de lunes a viernes y por la menos por tres horas diarias, es cuidada y mimada sólo por su papá, por familiares o amigos de la pareja para que Rochy se entrene en el Ce.N.A.R.D. con el resto de sus compañeras. La flamante mamá confiesa que no es sencillo acomodar todo a los entrenamientos, que debe calcular con exactitud los tiempos y dejar preparadas las mamaderas necesarias para su hija, pero festeja el apoyo que recibe de su entorno. Además, se alegra de no haber tenido nunca un buen dormir, ya que estar acostumbrada a las pocas horas de descanso le permite mantenerse atenta a las necesidades de la nueva integrante.
Más allá de ser consciente del momento en el que está y reconocer que todavía no se encuentra al ciento por ciento como jugadora, Rochy no deja de soñar con Tokio: "Cualquier deportista de alto rendimiento quiere llegar a un Juego Olímpico. Obvio, lo pienso, pero no quiero adelantarme. Es un año tan raro con esto de la pandemia, que todo va cambiando, y si me adelanto tal vez me estreso de más", concluyó.
Los meses que estuvo de licencia, no dejó de seguir al equipo que sufrió muchos cambios en el último tramo tras las bajas de Rebecchi, Luchetti y D’Elía: "Vi los partidos ante Alemania y también los amistosos con India y ahí estaban Charito (Luchetti) y Piti (D’Elía). Siento que fue hace un montón y hace nada. Contra Alemania el equipo era otro totalmente. Cuando fui el miércoles que vi al grupo entero, era un equipo nuevo. Ante Alemania es difícil de evaluarlas porque fue su primer partido oficial. El primer partido las vi bien y en el segundo tal vez las vi con cansancio, algunas estaban jugando en posiciones que no están acostumbradas. La baja de Piti cambió toda la defensa. Igual, las veo bien físicamente, la mayoría son jóvenes y las veo a full con el Juego Olímpico, se les nota que tienen muchas ganas", comentó la mediocampista.