HOUSTON -- David Quessenberry se unió al grupo de linieros ofensivos en las actividades organizadas en equipo (OTA's, por sus siglas en inglés) este lunes y se ajustó la gorra de béisbol. Eso es parte de su celebración.
Cada día que llega a las instalaciones de los Texans, entrena, corre, levanta pesas y asiste a las reuniones con sus compañeros, es una celebración.
"Estoy mejorando", afirmó. "Es un sentimiento emocionante cuando todos los días experimentas cómo se va fortaleciendo tu cuerpo, puedes sentir que te pones en mejor forma cada día. Eso es emocionante [...], estoy trabajando para ganar peso, fortaleza, explosividad, energía y velocidad nuevamente. Todo eso".
Quessenberry fue diagnosticado con linfoma no Hodgkin linfoblástico de células T hace un año. Inmediatamente comenzó con el tratamiento de quimioterapia, el cual duró siete meses, después se sometió a tratamientos de radiación en enero. En febrero, Quessenberry anunció que su cáncer estaba en remisión, pero el proceso le quitó 30 libras de peso.
"Al final de toda la quimio y cinco semanas de radiación, estaba en un lugar muy duro, físicamente", compartió. "Ahora mismo estamos volviendo a la forma de pelea".
Aunque no ha recibido el alta para jugar fútbol americano --esa decisión será tomada por su oncólogo y el personal médico de los Texans-- ésta es una nueva fase para Quessenberry.
Se mudó de su viejo apartamento, el cual se ubica directamente entre el NRG Stadium y el Centro de Cáncer MD Anderson, donde recibió el tratamiento. Era conveniente, pero lleno de memorias que ahora puede dejar atrás.
"Simplemente estuve muy enfermo allí dentro", sostuvo.
Ahora, en la fase de mantenimiento de su tratamiento, recibe una dosis menor de quimioterapia cada mes y una pastilla los viernes. Los jugadores de Houston tienen libres los fines de semana en la temporada baja, lo que permite a su cuerpo recuperarse, aunque esto es más ligero en comparación de las experiencias del otoño pasado.
Sigue siendo cauteloso por los gérmenes pero ya no tiene que ir a la sala de emergencia si experimenta fiebre. Sigue contemplando su futuro, pero ya no está atado a las preocupaciones cotidianas.
"Puedo asegurar las cosas", dijo Quessenberry. "Cuando estaba en la otra fase de quimioterapia, no podía programar nada en el futuro. Tenía que ser dentro de los siguientes dos días. Quizá me harían una transfusión sanguínea. Ahora es como, está bien, ¿mi primo se casa en julio? Lo planearé. Es una buen sentimiento físico y mental cuando era capaz de respirar un poco".
Quessenberry quiere volver a jugar fútbol americano para el campamento de entrenamiento, pero no ha visto parámetros específicos mientras se prepara para su tercera temporada profesional. Él entiende la fragilidad de su salud y que le va mejor si se apega a sus celebraciones diarias.
"Mi celebración está dando resultado", consideró Quessenberry. "Me encanta entrenar. Me encanta trabajar. Adoro ese sentimiento. Ser capaz de volver a hacer algunas de esas cosas que adoro, es una celebración por si sola".