Doce años atrás, exactamente en 2012, el Madrid Open introducía una nueva superficie en el máximo nivel como el polvo de ladrillo azul, que acapararía todas las miradas, levantaría polémicas y hospedaría una edición única e inolvidable.
La sorprendente idea de teñir la arcilla surgió para que los espectadores pudieran distinguir mejor el movimiento de la pelota, situación que a veces se complicaba con el habitual color naranja, aunque no recibiría las mejores críticas de los mejores jugadores del planeta como el anfitrión Rafael Nadal y el serbio Novak Djokovic.
"Si no cambia el próximo año, habrá un torneo menos en mi calendario", expresaba la estrella manacorí, de 25 años y número 2 del mundo en ese entonces, que ya se había proclamado en cemento en 2005 y en el tradicional polvo de ladrillo en 2010, luego de ceder 6-3, 3-6 y 7-5 en octavos de final ante su compatriota Fernando Verdasco.
Por su parte, el balcánico, de 24 y líder en el ranking, quien defendía el título levantado en 2011, no e, tras fallar 7-6 (2) y 6-3 versus su coterráneo Janko Tipsarevic en cuartos de final: "Lo único decepcionante es que esto se decidiera sin nuestro consentimiento. Nosotros deberíamos estar todos de acuerdo con el cambio, debería tener algún valor nuestra opinión. No culpo al torneo, que lucha por sus propios interés, pero la ATP debería proteger nuestros deseos".
"A nadie le gusta, hoy no tengo palabras para describir cómo estaba la cancha. O me pongo botines de fútbol o invito a Chuck Norris a jugar aquí", completó el nacido en Belgrado, que ya había levantado cinco Grand Slam, tres en el Abierto de Australia (2008, 2011 y 2012), uno en Wimbledon (2011) y otro en US Open (2011).
Cabe recordar que al tratarse de un suelo más veloz de lo normal, que le imprimía unas cuantas marchas más al pique, los jugadores más ofensivos sacarían partida de las inusuales condiciones, principalmente el suizo Roger Federer y la estadounidense Serena Williams, que se coronarían en la capital española.
Inmediatamente después, la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) prohibiría el polvo de ladrillo azul como superficie. Pese a su corta existencia, el innovador cambio marcaría un antes y un después en la historia del tenis moderno.