El sorteo de Wimbledon encontró después de mucho tiempo a Novak Djokovic como segundo cabeza de serie. Entre dudas por la operación de menisco a la que se sometió hace tres semanas, finalmente apareció en Londres y se ejercitó durante los últimos días a velocidad Grand Slam. Incluso con el mismísimo número uno del mundo, Jannik Sinner.
Las expectativas del serbio no son tan altas como de costumbre pero si se decidió por salir a escena es porque está óptimo para competir y el premio es grande. No solamente en lo económico.
Se medirá a Vit Kopriva en su debut del martes y tiene un inicio de torneo amable para calibrar el estado de su rodilla e ir adquiriendo ritmo. Tampoco Alejandro Moro (de la fase previa) o Jacob Fearnley (wildcard) en segunda.
No tiene la tercera ronda (Tomás Etcheverry o Alexei Popyrin) por qué inquietar a un serbio que necesitará dar un paso más en octavos, donde un Holger Rune o un Karen Khachanov pueden ser sus rivales.
Hasta cuartos de final, cuando aparecen Alex de Miñaur, ganador en s'Hertogenbosch, y Hubert Hurkacz, uno de los mejores servicios del circuito.
El final del camino sería con Alexander Zverev o Andrey Rublev y Carlos Alcaraz o Jannik Sinner en la definición. Ni más ni menos.