En línea recta hay entre nueve mil y diez mil kilómetros de distancia entre Roma y Tokio. Van de la mano porque fueron ciudades olímpicas consecutivas (1960 y 1964).
En la actualidad hay unos cuatro meses entre los torneos ATP de ambas capitales mundiales y, en este caso, las une el éxito de Matteo Berrettini. ¿Rebuscado? Sí. Pero ante la poca participación en cancha siempre es bueno aferrarse a los designios del destino.
El 10 de mayo, el italiano ganó su último partido como profesional. Se desarrollaba el Masters 1000 en la capital de su país y el rival de turno Jacob Fearnley cedió con parciales de 6-4 y 7-6 (0).
En la actualidad ubicado en el puesto 56 pero que cuyo mejor lugar fue el sexto en el año 2022, el italiano le ganó por 6-4 y 6-2 en una hora y treinta y seis minutos a Jaume Munar en la primera ronda del torneo japonés.
El único español en el cuadro final junto a Carlos Alcaraz, principal favorito y que debutará ante Sebastián Báez, pagó caro el hecho de no ser capaz de convertir ninguno de los ocho puntos de rotura de los que dispuso, tres de ellos en el cuarto y el sexto juegos del primer set.
Ya en el segundo fue siempre remando contracorriente desde el primer juego, el cual entregó con su saque. Y aunque tuvo dos opciones de solucionar ese traspiés en el cuarto, perdonó ambas y acabó volviendo a perder al servicio el quinto ante un Berrettini que firmó 9 aces por tres de su rival y que en siguiente ronda se medirá al ganador de choque entre el noruego Casper Ruud y el japonés Shintaro Mochizuki.
