Cuando se dice que un jugador tiene "de hijo" a otro se toman en cuanta un mínimo de número de partidos. Y este si bien no es el caso al menos puede decirse que hay una tendencia.
Dustin Brown, alemán de padre jamaiquino, representó al país caribeño en Copa Davis pero, en junio de 2010, debido a la falta de financiación volvió a Europa. Fue tentado por Gran Bretaña, dada la nacionalidad de sus abuelos, pero el joven no tuvo dudas en mantener su lazo germano.
En 2014, invitado por la organización y en el número 85 del ranking mundial, Brown no decepcionó a quienes depositaron su confianza en él y dio un espactáculo ante un Nadal que llegaba de levantar su novena copa en Roland Garros. En menos de una hora le aplicó un 6-4 y 6-1 difícil de explicar para el que venía con el descanso apropiado de una primera ronda sin participación pero a su vez sin rodaje en césped.
Para el rasta (vestido de flúor) significó el mejor triunfo de su carrera. Fueron siete juegos consecutivos para dejar nocaut por primera vez a un número uno del mundo. El español se encontraba a una sola victoria de alcanzar las 700.
Un año después, y con el marco de la cancha central de Wimbledon, se volvieron a ver las caras. Era la segunda ronda del Grand Slam. Nadal estaba décimo en el ranking y Brown 102. ¿El resultado? 7-5, 3-6, 6-4 y 6-4 para demostrar que no fue casualidad.
El admirador de Bob Marley desarmó al español con su efectivo "saque y volea". Rafa no consiguió nunca superar el alcance de su rival cuando éste subía a la red.
La sorpresa mayúscula fue para los extraños porque los propios sabían que esto podía ocurrir con Brown en el césped londinense.