La publicación Forbes abre este jueves con una cita de la productora cubana Nely Galán: "Más allá del dinero, más allá del salario, más allá de las oportunidades, convertirse en un producto propio comienza con la elección de uno mismo". No se trata de un proverbio chino ni de una reflexión de Aristóteles, pero la idea viene que ni pintada para el caso de Dwyane Wade, quien llegó a un acuerdo de dos años y 47.5 millones de dólares con los Chicago Bulls.
Su salida de Miami Heat muestra a un individuo movido por la mercadotecnia, motivado a decir adiós con el discurso del sentimentalismo por bandera tras el divorcio con la franquicia en la que pasó los 13 años de su carrera. Fueron varias las tensiones desde el verano pasado, sin embargo, el desacuerdo actual ha sido irreversible. El tira y afloja económico con Pat Riley acabó por tensar demasiado la cuerda después de que el Heat se decantara por una propuesta de extensión austera para el escolta de 34 años de edad. Esa austeridad -vista desde el prisma de Wade- fue el fruto de un ofrecimiento de 40 millones de dólares. Denver Nuggets ofrecía 10 millones más y la contraoferta del 12 veces seleccionado para el Juego de las Estrellas congeló unas negociaciones en las que se metieron otros equipos como Milwaukee Bucks.
El ego pudo con un Wade que se sintió infravalorado al ver que en el primer día de la agencia libre, Hassan Whiteside acordó un contrato máximo de cuatro años y 98 millones de dólares mientras que a él le regateaban 10 millones. Ante tal situación, ¿para qué acudir como buque insignia de la franquicia e intentar convencer a Kevin Durant de que la Ciudad Mágica debía ser su destino? Wade no sintió esa responsabilidad por dos razones relacionadas: porque su corazón ya no estaba vinculado con el proyecto y porque en su cabeza no entró el que Miami le diera al Jugador Más Valioso de 2014 parte de la plata que a su juicio debía corresponderle.
La diferencia entre las maneras de Wade y las de Stephen Curry, cuyo irrisorio salario es de 11.3 millones de dólares que cobra sin rechistar, o incluso con el discurso de LaMarcus Aldridge cuando intentó convencer a Durant de que San Antonio Spurs debía ser la opción, son absolutamente opuestas. Los argumentos de ambos jugadores para cautivar a la estrella de la agencia libre tuvieron que ver con los sacrificios económicos que las piezas más importantes están dispuestas a llevar a cabo en aras a la configuración de un proyecto de garantías. Wade prefirió convertirse en un producto propio y eligió su persona sobre la posibilidad de construir un equipo aspirante que le diera una última alegría antes de retirarse. Todo ello por una diferencia de 7.5 millones de dólares en cuanto a lo que le ofrecía la franquicia donde pasó toda su carrera.
El movimiento es especialmente particular y ayuda a que las críticas a Durant se vean reducidas. Ni siquiera el que abrió la Caja de Pandora, LeBron James, tuvo razones tan económicamente motivadas como las de Wade. Mientras que las motivaciones del alero de Golden State Warriors y la del de Cleveland Cavaliers fueron más competitiva que monetarias después de no haber podido ganar el anillo tras nueve años en Oklahoma City Thunder, el uno, y siete campañas en los Cavs, el otro, la de Wade no es ni de cerca la posibilidad de alcanzar un campeonato con los Bulls.
A pesar de su innegable calidad, ni Jimmy Butler revivirá los tiempos de gloria pasados, ni Rajon Rondo será el salvador de un proyecto que en los últimos cinco años no ha pasado de la segunda ronda en los playoffs, incluso en la temporada pasada se fueron de vacaciones tras el último partido de la campaña regular. Es difícil dejar de contratar a un jugador como Wade, sin embargo da la sensación de que el equipo de la Ciudad de los Vientos le ha introducido con calzador.
Butler deberá pasar a la posición de alero y la filosofía de Fred Hoiberg de formar un equipo joven y atlético queda aparcada. Wade llega a los Bulls en el tramo final de su carrera y con problemas en la rodilla durante el pasado. La temporada pasada tuvo un buen desempeño y tan solo hubo tres escoltas con mejor Eficiencia de Jugador: James Harden (25.3), DeMar DeRozan (21.5) y el propio Butler (21.3). El exjugador del Heat llegó al 20.3 con un balance bajo mínimos de 19.0 PPJ (45.6 por ciento) y 4.6 APJ, unos números parecidos a la campaña 2013-14 en la que tan solo jugó 54 partidos.
Con la incorporación de Wade a los Bulls, el concepto lealtad queda manchado una vez más. En este caso, pudieron las ansias de un gran contrato justo el año en el que el tope salarial se disparó sin precedentes. Un puñado de dólares y un ego herido fueron suficientes para que el escolta no fuera capaz de salir de su bucle. Su decisión es absolutamente legítima y Miami nunca será víctima de su marcha porque tanto ésta como otras franquicias también se mueven por los intereses propios. A pesar de ello, lo cierto es que el dinero que se está moviendo en la mejor liga del mundo por la especulación televisiva alimenta este tipo de acciones. Cuánto mayores sean los posibles, más querrán amasar los implicados. Es ley de vida, aunque los valores queden en un segundo plano y a muchos se les olvide que a veces hay que ceder para pasar a la historia como un campeón, no como un usurero.