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Jenaro 'Tuto' Marchand, secretario emérito de Fiba Américas, fallece a los 86 años

Jenaro ‘Tuto’ Marchand, el líder más influyente del básquetbol en el hemisferio occidental durante los últimos 50 años, falleció en la madrugada del sábado en San Juan, víctima del cáncer. Tenía 82 años.

Rafael Humberto Marchand, hermano del fallecido, informó a través de las redes sociales de la muerte del veterano dirigente deportivo.

La muerte de Marchand se une a los recientes fallecimientos de importantes figuras del deporte durante la primera mitad del año en Puerto Rico. El pasado mes de julio, del presidente de la Organización Deportiva Centroamericana y del Caribe (ODECABE), Héctor Cardona falleció también víctima del cáncer.

El venerado comentarista deportivo Elliott Castro murió también el pasado julio tras sufrir un derrame cerebral y en marzo, el veterano periodista y líder deportivo Joaquín Martínez Roussett murió a pocos meses de cumplir 100 años.

Marchand, nacido y criado en San Juan, era abogado de profesión y llegó a ejercer como fiscal general auxiliar del Departamento de Justicia de Puerto Rico. Pero su pasión desde niño era el deporte, y principalmente el básquetbol.

En 1974, fue miembro del Comité Organizador del Mundobasket que se celebró ese año en la Isla. En ese evento comenzó a darse a conocer en las esferas internacionales y entabló una gran amistad con Borislav Stankovic, el reconocido líder de la Federación Internacional de Básquetbol.

Comenzó jugando básquetbol y béisbol en el área del Falansterio, en Puerta de Tierra, un barrio en la isleta de San Juan. Llegó a jugar básquetbol organizado, luego figuró como árbitro y ya con el título de abogado, se convirtió en el apoderado de los Santos de San Juan durante la década de los 70.

Un visionario y renovador del deporte, se dio cuenta a mediados de la década que las oportunidades en San Juan se complicaban para los equipos profesionales y mudó la franquicia al pueblo de Canóvanas, en donde tuvo gran éxito, de la mano del veterano Charlie Bermúdez y el juvenil armador neoyorrican Angelo Cruz, la última estrella que firmó como tenedor de franquicia.

Durante esos años, pasó a ser el director general de la Liga Superior, convirtiéndose en el principal responsable del crecimiento de esta al punto de ser en un momento una de las más importantes de América. Bajo su mandato, la liga consiguió el mayor contrato de televisión de su historia en ese momento y permitió la participación de refuerzos. Así, figuras como los panameños Mario Butler, Rolando Frazier y Ernesto Malcom y los dominicanos Evaristo Pérez, Frank Pratts y Héctor Báez encontraron oportunidades en la Isla, a la vez que jugadores juveniles como José ‘Piculín’ Ortiz encontraron la competencia que necesitaban para continuar su desarrollo. Butler y Frazier echaron raíces y todavía residen en la Isla.

Como delegado del básquetbol ante el Comité Olímpico de Puerto Rico, fue un férreo defensor de la autonomía deportiva de la Isla, un territorio de Estados Unidos. Durante los Juegos Panamericanos de San Juan 1979, intercedió en una controversia sobre las banderas que Puerto Rico debía enarbolar y en 1984, detuvo el torneo de básquetbol superior cuando un jugador solicitó una orden judicial para participar en el torneo amparándose en su derecho como ciudadano estadounidense.

Por su liderazgo natural, su visión y su personalidad afable, no tardó mucho en comenzar su ilustre carrera en el básquetbol internacional. A principios de los 80, presidió la Confederación Centroamericana y del Caribe de Básquetbol (COCENCABA) y más tarde, fue secretario general de la antigua Confederación Panamericana de Básquetbol (COPABA), que más tarde convirtió en FIBA Américas.

A finales de los 80, su cabildeo en las altas esferas de la FIBA fue instrumental para que la organización aprobara la entrada de profesionales al básquetbol internacional, permitiendo en 1992 que se formara el poderoso equipo de Estados Unidos que jugó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Su gran amistad con figuras de la talla del yugoslavo Boris Stankovic y el suizo Patrick Baumann trajeron grandes beneficios a la zona y tanto amigos como detractores lo veían como un poder detrás del trono en el buró central de la FIBA, organismo del que fue uno de los vicepresidentes.

A mediados de los años 90, llevó su varita mágica del básquetbol a una de sus pasiones de infancia: el béisbol. Junto a su hermano Tito, se hizo cargo de los Senadores de San Juan en la Liga de Béisbol Profesional de Puerto Rico. Meses después, organizó un partido de exhibición frente a la selección de Cuba que llenó a capacidad el Estadio Hiram Bithorn a pocos días de finalizar los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1993. Dos años más tarde, los Senadores ganaron el título de la Serie del Caribe con una poderosa alineación que incluyó a Roberto Alomar, Edgar Martínez, Carlos Baerga, Juan ‘Igor’ González, Carlos Delgado y Bernie Williams.

A pesar de su grandeza como líder y de las importantes posiciones que ejerció, mantuvo siempre su personalidad de jovencito de Puerta de Tierra en su trato con sus pares, los medios, jugadores y otros líderes. En broma y a manera de elogio, algunos periodistas le señalaban que dirigía el básquetbol de América desde una mesa de dominó en el Colegio de Abogados. Solo él era capaz de hacerlo.

“Eso lo dices tú”, respondió con su sonrisa habitual, y con la frase que respondía a algunas preguntas sobre temas más complicados. “Pero fueron muchas las partidas de dominó que me perdí por dirigir el básquetbol en América”.

Hiram Martínez y la Agencia EFE contribuyeron en este reporte