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¿Cómo Carmelo Anthony y los Blazers han logrado tener relativo éxito?

EN UN MARTES NUBLADO en el centro de Los Ángeles, Carmelo Anthony camina sobre una acera, viste zapatillas, sudadera blanca y un suéter de capota negra, con la cual cubre su cabeza. Se dirige al hotel Ritz-Carlton, donde se hospedan los Portland Trail Blazers, después de hacer el corto trayecto tras de la práctica en el cercano Staples Center.

Sus compañeros ya han abandonado la arena y viajan en el autobús del equipo, pero Anthony se toma su tiempo para salir después de una sesión con los medios de comunicación de 12 minutos, en la cual respondió las interrogantes de un pequeño grupo de reporteros. En el día anterior, Anthony había sido designado como Jugador de la Semana de la Conferencia del Oeste, la primera vez que consigue dicho honor desde 2014.

Era evidente la importancia de ganar dicho premio, después de haber ostentado promedio de 22.3 puntos y 7.7 rebotes para ayudar y conducir a los Blazers hasta alcanzar tres victorias consecutivas. “Se trata de algo más profundo que el baloncesto”, afirmó. Después, Anthony comenzó a caminar.

Las caminatas son importantes para Carmelo Anthony. Él recuerda que este hábito comenzó durante la temporada 2012-13, cuando jugaba con los New York Knicks. Una noche, aproximadamente a las 2 a.m., después de enfrentarse a los Boston Celtics en Boston durante una serie de primera ronda de los playoffs, la mente de Anthony estaba en plena ebullición y éste no podía conciliar el sueño.

“Tengo que ponerme a caminar”, le indicó a su guardia de seguridad.

Anthony afirmó que a él siempre le ha gustado caminar, que siempre ha disfrutado de estar en la calle. Disfrutaba de las caminatas a altas horas de la noche por ciudades importantes, a pesar de ser famoso a nivel mundial y medir 6 pies y 8 pulgadas.

“La gente me mira como si yo estuviera loco, pensando: ¿qué estás haciendo?”.

En ocasiones es reconocido y en otras no. Depende del momento y el lugar. No obstante, en el último año, durante el cual Anthony estaba en una encrucijada con respecto a su futuro, sus caminatas representaron algo más importante.

“En lo mental, (ese año) fue muy retador”, expresa. “Emocionalmente hablando, fue algo sumamente retador”.

“El aspecto físico se iba a cuidar por sí solo. De alguna forma, me mantendría en forma. Seguiría yendo al gimnasio. Pero creo (que las caminatas tenían el objetivo de ayudar a mi mente a estar en el lugar correcto, de alinear mi espiritualidad y mis emociones, alinear todas esas cosas para así poder regresar con una mente clara”.

Apenas a un año de haber pasado sin pena ni gloria por los Houston Rockets, quienes lo condenaron al exilio, Carmelo Anthony ha regresado. El jugador, designado All-Star en 10 ocasiones (luego de haber empezado la temporada sin un puesto asegurado en un roster por primera vez en su carrera), trabaja para recobrar su ritmo en un equipo de Portland que parece ser el lugar apropiado para él.

En este día en Los Ángeles, con un escolta a su lado, Anthony es reconocido a las cercanías del Ritz. Un hombre que cruza la calle se desvía y camina diagonalmente por una intersección en dirección a Anthony. Lo saluda con energía y emoción. A la distancia, es fácil distinguir cómo Anthony le dice al hombre, de forma reiterada: “Gracias”.

Después, Anthony reanuda su trayecto.


LUEGO DE CONVERTIR la mitad de sus intentos de canasta y sumar 20 puntos en la jornada del 4 de diciembre contra los Sacramento Kings, después de que su equipo consigue su cuarta victoria en sus últimos cinco compromisos, Anthony es el último jugador en abandonar el vestuario de visitantes, que le corresponde a Portland.

Su banco se encuentra al lado del de CJ McCollum y frente al de Damian Lillard. Lillard se sienta al lado de Anthony en sus viajes en autobús y lo invitó a compartir la cena de Acción de Gracias en su hogar. La estrella de la franquicia abrió las puertas de la organización creada en torno a él para adoptar a Anthony, un jugador simbólico, el mismo que Lillard creyó fue tratado de forma injusta durante su breve estancia con los Houston Rockets.

En el caso de Anthony, cuyo contrato ahora se encuentra totalmente garantizado en la presente temporada, fue como si Lillard le ha dado las llaves de toda la ciudad de Portland. Habla con respecto a cómo Lillard ha querido que “forme parte de lo que él ha creado”.

“Uno no da cosas así por hecho”, afirma Anthony.

Desde la distancia, Lillard siempre ha respetado el talento de Anthony. Pudo constatar la forma en la cual Anthony se comportó con sus compañeros y periodistas. Según Lillard, él pudo ver algo de sí mismo en Anthony. Cuando Melo hizo su aparición y los reporteros comenzaron a abordarlo en masa y los aficionados comenzaron a acosarle en busca de autógrafos en los partidos y su camiseta con el número 00 comenzó a volar de los estantes y la multitud del Moda Center coreaba su nombre durante las introducciones del quinteto titular. Lillard pudo ver cómo Anthony no aprovechó la oportunidad para sí mismo, cuando fácilmente pudo haberlo hecho.

“Déjenme compaginarme con ustedes”, expresó Anthony a Lillard y a McCollum. “Entenderé las cosas. Entenderemos las cosas. Y seguiremos nuestro camino a partir de allí”.

Si bien el apoyo de las figuras de los Blazers motiva a Anthony, también lo hace el hecho de que lo que ha conseguido aquí se siente real, orgánico, auténtico.

“Esa es la razón por la cual soy capaz de salir y hacer lo que hago y jugar de la forma en la cual lo he hecho recientemente… porque tengo una mente clara y puedo, simplemente, jugar con libertad”, afirma Anthony. “No tengo que preocuparme por cometer errores, por ser removido del partido o estar pendiendo de un hilo, o encerrado dentro de un cajón”.

“Cuando uno puede salir y sentirse libre, jugar al baloncesto y hacer lo que uno sabe hacer mejor, creo que allí es donde radica la mayor felicidad”.

En Houston, Anthony parecía ser una pieza terriblemente inapropiada dentro de la defensiva de los Rockets, que gira en torno a los cambios defensivos, además de no encontrarse en una ofensiva que predica la filosofía del triple, las bandejas y los tiros libres de manera agresiva. Si bien Anthony se sentía restringido en Houston, afirma sentirse empoderado en Portland. Y ese fue el propósito.

“Pienso que hay que darles libertad para que hagan lo que mejor saben hacer”, expresa el entrenador de los Blazers, Terry Stotts.

Scotts ha creado varias jugadas para Anthony, lo ha devuelto a la acción del pick-and-roll y permitido colocarse cerca del poste para los tiros a rango medio.

“Intento no encerrar a los jugadores en una misma situación”, afirma Scotts. “Melo… es un jugador miembro del Salón de la Fama. Es un jugador inteligente. Pienso que sería una locura intentar encerrarlo en un cajón”.

Anthony está consciente de que lo que ocurre con los Blazers podría no suceder en el resto de los equipos. Considera que está encajando “a la perfección” en Portland. Se trata de la convergencia de muchas cosas que surgen a la vez: un cortejo por largo tiempo y el hecho de que ambas partes se necesitan mutuamente a la vez.

“Hombre, cuando te sientes querido”, indica, “eso resuelve muchas cosas”.

Dentro de las entrañas del Moda Center, Anthony permanece en el pasillo a las afueras del vestuario de los Blazers. La arena ha acallado mucho después de que los cánticos de “Vamos, Melo” retumbaran en el lugar horas atrás. Se dirige a la salida, pero no siente prisa. Está disfrutando de esos pequeños momentos más que antes: permanecer en el camerino, los almuerzos con el equipo, bromear con sus compañeros, la camaradería, el sentido de pertenencia.


MCCOLLUM SE HABÍA TOPADO con Anthony durante el verano en varios gimnasios en la ciudad de Nueva York. Y se había sorprendido por el buen aspecto de Anthony: lo delgado, ágil y efectivo que se mostraba contra jugadores más jóvenes que él.

“Creía que estaba en mejor forma física de lo que había visto en veranos anteriores”, indicó McCollum. “Y pensé que contaba con la mentalidad apropiada para seguir jugando en la NBA”.

McCollum compartió sus impresiones con la gerencia de los Blazers, afirma el presidente de operaciones de baloncesto de los Trail Blazers Neil Olshey; a pesar de ello, no había un puesto en Portland para Anthony, al menos de momento. No obstante, el agente de Anthony, Leon Rose de la firma CAA y Olshey mantuvieron la comunicación. Rose sabía que los Blazers tenían deseos de contar con Anthony por largo tiempo, intentando un cambio por él o firmarlo como agente libre en múltiples ocasiones.

Olshey seguía creyendo en Anthony. Después de un decepcionante inicio de temporada marcado por las lesiones, la chispa que querían los Blazers, la inspiración, se encontraba presente, en la forma de una historia bonita que resuena por toda la organización. Olshey cree que los jugadores han respondido a la presencia de Anthony porque están conscientes de que ese podría ser el caso de ellos algún día, quizás en un futuro no muy distante.

“Las cosas ocurren así de rápido”, indica Olshey. “Creo que a ellos les agradaría saber que alguien seguiría creyendo en ellos en un futuro”.

Después de que Anthony convirtiera 25 puntos y 8 rebotes en su primera victoria vistiendo la camiseta de los Blazers, Olshey recuerda haber enviado un mensaje de texto a Anthony: “Como entrenador y ejecutivo, estuve en el lado equivocado durante muchos de esos partidos”.

Para Todd Forcier, especialista en desempeño deportivo de los Blazers, esta fue una reunión. Por puro capricho del azar, Anthony y Forcier estuvieron en el mismo equipo hace 17 años. En ese entonces, Anthony era un alero novato con la Universidad de Syracuse y Forcier estaba en su primer año fungiendo como entrenador de musculación y acondicionamiento físico del equipo de esa casa de estudios. Forcier escuchó que Anthony era un jugador especial y Troy Weaver, quien ese entonces era entrenador asistente en Syracuse, le había conferido una misión específica: “Debes ponerlo en forma”.

Anthony levantó pesas con Forcier a primeras horas de la mañana, varios días a la semana y permanecían después de las prácticas para cumplir con intensas rutinas de acondicionamiento físico. Después de conducir al Syracuse Orange a conseguir un título, Anthony se declaró elegible para el draft de la NBA en 2003. Y siete años después, Forcier regresó a la NBA, incorporándose a la organización de los Blazers en 2010.

A medida que transcurrían las temporadas en la NBA, Forcier intentaba visitar los vestuarios de visitantes para encontrarse con jugadores con los cuales había laborado en sus empleos anteriores y siempre saludaba a Anthony. Cuando Melo de enfrentó al tumulto de varias temporadas en Nueva York, Oklahoma City y Houston, Forcier se mantuvo firme en su creencia de que los relatos que se escuchaban con respecto a Anthony eran poco veraces.

“Él no es esa persona que quieren hacernos creer los medios de comunicación o las franquicias o quien quiera que sea”, expresa Forcier.

Posteriormente, en una noche de noviembre, sonó el teléfono de Forcier. Y cinco días después, allí estaban, juntos otra vez, en Nueva Orleans, el mismo sitio donde hace toda una eternidad, el Orange disputó la Final Four de la NCAA para llevárselo todo. Solo que, en la actualidad, Forcier tiene un objetivo distinto, afirmando que es todo un honor asumirlo.

“Estoy aquí para asegurarme de que puedo maximizar su tiempo en la cancha”, expresa Forcier.


EN LA TARDE del 14 de noviembre, Anthony se abrió paso rumbo a su mansión Beverly Park de seis cuartos y 10 baños localizada en una de las comunidades más exclusivas en Los Ángeles. Es un enclave prestigioso accesible a través de múltiples puntos de control armados con seguridad 24/7, un refugio privado de multimillonarios y celebridades que se ha denominado como el vecindario más rico en Los Ángeles.

Anthony se uniría a casi 20 ejecutivos de los campos de finanzas, tecnología y entretenimiento, todas las industrias en las que Anthony incursionó durante su carrera en la NBA, planeaba convertirlos en su foco de tiempo completo una vez que su carrera haya terminado.

Y, en ese momento, todo había terminado.

Después de una desastrosa temporada de 10 juegos con los Rockets casi un año antes, Anthony tenía planeado retirarse del baloncesto luego de 16 temporadas en la NBA. Pero a medida que su automóvil se acercaba a este monumento a la opulencia, recibió la noticia de que se había llegado a un acuerdo: los Blazers estaban firmando al hombre de 35 años.

Anthony inicialmente planeó asistir a una cena de vinos boutique, donde los invitados disfrutarían de un menú de degustación de cinco platos y una degustación vertical de seis añejas de Domaine du Péga, un producto muy respetado del sur del Valle del Ródano en Francia.

Pero el tenor de la noche cambió, convirtiéndose en una celebración de Anthony.

Tan pronto como llegó, se dirigió directamente a la estrella de la WNBA, Candace Parker, y a su fisioterapeuta, Fabrice Gautier. Los tres con copas de Dom Perignon. Se sentó cerca del centro de una larga mesa en un patio cubierto, y después de que el anfitrión pronunció un breve discurso sobre la cena, Anthony y su buena fortuna fueron reconocidos nuevamente.

Mientras se corría la voz sobre el regreso de Anthony, Parker elogió a Anthony por su profesionalismo durante su año sabático. En marzo de este año, Gautier visitó a Anthony en su apartamento de Manhattan y pudo ver cómo la duda se desgastaba en el alero —quizás en sí mismo, pero más aún en su lugar en la NBA.

"Ya terminé con esto", le dijo Anthony a La La, su esposa. “No quiero hacerlo".

Aún así, La La y otros miembros de la familia lo empujaron hacia adelante.

"Melo, eres mejor que esto", dijeron, según Anthony. "Esto no es tu culpa. No vamos a dejar que te rindas".

Eventualmente, Anthony encontró una forma de paz: "Detuve el viaje de culpa. Dejé de preguntarme por qué. Dejé de preguntarme qué pasó".

Todavía entrenaba en Nueva York y Los Ángeles, trabajando en su cuerpo, tratando de mantenerse delgado. Pero en cada temporada baja anterior, Anthony sabía que estaría entrenando para cierto equipo, cierto sistema, un rol. Ahora, nada lo esperaba.

"Cuando te levantas por la mañana y tienes que obligarte a ir al gimnasio", dice. “No creo que la gente entienda lo difícil que es y lo difícil que es".

Las llamadas iban y venían, más de lo que puede recordar. La temporada comenzó, el juego siguió adelante y él también. Pero entonces llegó la oportunidad de Trail Blazers.

"El baloncesto", dice Anthony, "me hizo regresar”.