WASHINGTON – El hecho de que los Nacionales de Washington se mostraron abiertos a la idea de canjear a Bryce Harper dice muchísimo.
Primero y principal, nos da a entender lo decepcionante que ha sido la primera mitad de la temporada, tanto para el propio Harper como para los Nacionales. Segundo y casi tan importante como lo anterior, nos habla mucho de la calidad mostrada por Juan Soto.
Uno de los argumentos principales contra la idea de despachar a Harper, la cual habría sido una blasfemia no hace mucho tiempo, pero comenzó a cobrar fuerza a medida que se acercaba la fecha límite para hacer cambios y los Nacionales seguían merodeando cerca del potro de los .500, era lo que podría ocurrir este invierno: Sin importar si hacía sentido en términos deportivos, dejar partir al jardinero derecho estrella (o la mera idea de hacerlo) podría ofender a Harper y/o a su agente Scott Boras, lo cual disminuiría dramáticamente las posibilidades de que Harper firmara nuevamente con Washington tras el vencimiento de su contrato actual.
De acuerdo a todos los consultados, no se mostraron rencores surgidos por la idea de un posible cambio. “Él comprende este deporte tan bien o mejor que todos nosotros”, expresó el gerente general Mike Rizzo la semana pasada con respecto a Harper. “Él pensaría que no estamos haciendo nuestro trabajo si no hiciéramos todos los esfuerzos para intentar hacer de ésta una mejor organización”.
Al menos en público, Harper no se mostró afectado: “Ese es el lado de negocios de este deporte… (Me encuentro) feliz de que aún sigo dentro de este clubhouse”, indicó.
Nadie sabe con certeza si Harper, sinceramente, no se desconcertó por los rumores de cambio. Aún falta por ver cómo terminará Harper en el mercado de agentes libres. Sin embargo, lo que sale a relucir es lo siguiente: Si Harper llega a jugar con los Yankees, Cachorros, Dodgers, Filis o cualquier equipo distinto a su actual organización, las praderas de los Nacionales estarán muy bien, gracias por preguntar. No se trata de criticar a Harper: a pesar de las dificultades que confrontó inicialmente, sigue siendo uno de los bates de poder más peligrosos de las Grandes Ligas y muestra fuertes signos de vida (batea para .345 desde el receso del Juego de Estrellas). Es testimonio de la calidad de los otros peloteros del roster capitalino, especialmente en el caso de un adolescente que ha pasado los últimos meses lidiando con comparaciones entre él y Harper.
Desde que Soto irrumpiera en el escenario en mayo pasado (a pesar de haber jugado solamente ocho partidos en categorías superiores a Clase A, su ascenso a las Mayores se aceleró debido a lesiones), su actuación ha sido ligada de forma estrecha con Harper. Ambos juegan para los Nacionales. Ambos son outfielders. Ambos batean a la zurda y lo hacen demasiado bien. Lo más importante a la hora de hacer comparaciones: ambos hicieron su debut en Grandes Ligas a los 19 años. Si todo lo anterior no fuera suficiente, cuando Soto regresó al dugout hecho sonrisas tras haber disparado un jonrón contra los San Diego Padres en su primer encuentro en las Mayores como titular, el adolescente de aspecto pulcro imitó a Harper al mover su pelo (o, por lo menos, intentarlo) tras quitarse el casco.
Fue un momento revelador que nos mostró el talento precoz de Soto, al igual que su pasión por la pelota, además de su conocimiento del mundo del Béisbol de Grandes Ligas.
Para Soto, nativo de Santo Domingo, República Dominicana, el idioma tampoco ha representado problema alguno. Cada prospecto internacional que firma con los Nacionales recibe una computadora equipada con un curso Rosetta Stone para aprender inglés. Los Nacionales toman esto tan en serio que escenifican una verdadera ceremonia de graduación (con toga, birrete, diplomas y discursos incluidos) para quienes terminan con éxito el curso a tres niveles. “Es algo muy importante para nosotros”, indica Rizzo. “Demuestra que están comprometidos a aprender”.
Cuando Washington contratara a Soto en 2015 por la relativamente considerable cantidad de $1.5 millones, todos los prospectos internacionales firmados por los Nacionales requerían cumplir un mínimo de tres horas a la semana utilizando el software (exigencia posteriormente incrementada a cuatro horas). Es un ritmo deliberado y exigente gracias al cual, típicamente, los peloteros terminan graduándose en tres o cuatro años. Algunos requieren de mayor tiempo. Soto, quien utilizaba el software por un espacio semanal de hasta nueve horas, requirió solamente de un año para graduarse. Johnny DiPuglia, quien ha pasado la última década comandando el departamento de scouting internacional de Washington, expresó: “Él es diferente, hombre”.
Las cosas que hacen de Soto diferente (sus intangibles) fueron motivos por los cuales los Nacionales estaban dispuestos a apostar por él en primer lugar. “Incluso, cuando tenía 16 años”, dice DiPuglia, “se comportaba como si ha estado allí desde siempre”.
Parte de esa madurez radica en estar consciente de lo que él desconoce. Durante el día de su primera titularidad en Grandes Ligas, Soto se distinguía porque era el único pelotero que utilizaba su casco de batear durante la práctica de bateo. Cuando se le preguntó al respecto, éste explicó que quería sentirse cómodo con los cascos con una sola solapa que se utilizan en las Mayores, distintos a los modelos con solapa doble que solía usar en Ligas Menores.
Si bien es cierto que Soto suele consultar a los veteranos que le rodean en el clubhouse de los Nacionales, no lo hace con la frecuencia que uno esperaría ver en un novato. “No lo hace demasiado”, indica el segunda base Daniel Murphy, notable gurú del bateo de los Nacionales, cuando se le preguntó si Soto recurre a él. “Creo que probablemente sería al revés. Quizás yo sería quien le consulte”.
Así es el nivel de la calidad mostrada por Soto. Y así ha sido por un tiempo.
Desde el momento que Washington comenzó a hacer seguimiento a la incipiente estrella quisqueyana, el reporte de scouting sobre él indicaba que era un conocedor del bateo, cuyas destrezas para chocar la pelota y conocimiento de la zona de strike eran fuera de lote, pero carecía de otras herramientas. Soto no era dotado con el guante y su brazo se mantenía dentro del promedio. No era un gran corredor, debido en parte a sus piernas torcidas (sus compañeros en Ligas Menores lo llamaban “Camba”, diminutivo de “cambado”). Aunque entre su herramienta de bateo y los intangibles mostrados por él, los Nacionales sacaron cuentas y se convencieron de que tenían un diamante en bruto en sus manos. DiPuglia comenta: “Apostamos por su bate”. Hasta ahora, la apuesta ha pagado muy bien.
Soto ha destacado con el madero en todos los niveles en los cuales ha jugado. En 2016, su primer año como profesional, bateó para .361 en clase rookie y fue designado Jugador Más Valioso de la Liga de la Costa del Golfo. En 2017, bateó para .360 en el Hagerstown de Clase-A baja con mayor cifra de boletos que ponches antes de que una lesión en su tobillo, sufrida a principios de mayo, puso punto final a su temporada. En la presente campaña, a pesar del tiempo perdido, requirió de apenas 15 partidos para graduarse de Clase-A baja (bateó para .371 con OPS de 1.256), para luego seguir apaleando en el Harrisburg Doble-A (.323). El 20 de mayo, tras haber sumado solamente 31 turnos al bate con los Senators, Soto recibió un ascenso sorpresa por parte de un club de los Nacionales diezmado debido a la pérdida de varios jardineros veteranos debido a lesiones varias, junto al reemplazo más lógico (Víctor Robles). Desde entonces, Soto ha seguido siendo inmisericorde con el bate.
En la presente temporada con Washington, Soto ha castigado a sus rivales con ritmo para OPS de .999, el mejor en la Liga Nacional (para peloteros con mínimo de 250 apariciones al plato). A pesar de ser bateador zurdo, Soto ha sido especialmente letal contra pitchers siniestros, ligando para .387 con OPS de 1.175. Lo único que el novato no hace tan bien a la hora de batear es seleccionar su música introductoria.
Durante las primeras 10 semanas de su carrera en las Mayores, Soto utilizó una canción latina llamada “A Po Ta Loco (Me dejaste en visto)” de Ceky Viciny, para sus turnos al bate en casa. El tema musical, con un estridente coro difícil de entender, se convirtió en un chiste recurrente dentro del clubhouse de los Nacionales. El receptor suplente Spencer Kieboom comenzó a referirse a la canción como “Ow, My Elbow” (“Ay, mi codo”) porque eso parecía decir a sus oídos de angloparlante.
Eventualmente, el as de la rotación de Washington Max Scherzer le sugirió a Soto que diversificara su portafolio musical, por lo cual el joven slugger adoptó “Mi Gente” del colombiano J. Balvin y “Nice For What” del canadiense Drake como temas adicionales para su introducción a la hora de llegar al plato. Si bien Soto sigue utilizando “Ay, mi codo”, sus compañeros no muestran queja alguna. “Este chico, por la forma como batea, puede escuchar lo que quiera”, dice Kieboom. “Puede escuchar ruidos de grillos cantando, en lo que a mí concierne. Este chico puede batear. Es algo irreal”.
Incluso los boletos negociados por Soto (tiene la asombrosa cifra de 49 transferencias en 68 encuentros y más de la mitad de sus bases por bolas se han producido con conteos en dos strikes), se han convertido en la comidilla de la capital de Estados Unidos. “Cuenta con un tremendo reconocimiento de los pitcheos y disciplina ofensiva”, expresó un scout con respecto a Soto, quien recientemente se hizo acreedor de su segundo premio al Novato del Mes en la Liga Nacional. Murphy agregó: “Toma decisiones realmente buenas al plato”.
Estas decisiones han sido evidentes desde el momento en el cual Soto irrumpió en el Big Show. En su segundo encuentro como titular en Grandes Ligas, en el día posterior a su jonrón y movimiento de pelo contra San Diego, Soto se embasó en cuatro ocasiones en igual cantidad de intentos, incluyendo tres boletos en 12 pitcheos. Posteriormente, con el traductor del equipo a su lado, Soto insistió en hablar con los medios de comunicación en su segundo idioma (como siempre lo hace) y no tuvo problema alguno en hacerse entender: “Conozco la zona de strike y los umpires son mejores aquí. Entonces, lo aprovecho bien”.
Eso no es lo único que Soto ha podido aprovechar. Convertido en jardinero izquierdo titular debido a que los Nacionales no contaban con guardabosques sanos, Soto ha capitalizado su oportunidad y ha pasado de ser una posibilidad a una verdadera fija en la alineación. A pesar de ciertas dificultades a la defensiva (tiene cifra de menos-4 carreras salvadas), se ha convertido en inamovible en el corazón del orden ofensivo, el bateador más consistente en un equipo de Washington que ha sufrido problemas para anotar carreras por largos periodos de tiempo. Soto apenas se ha ausentado en un partido desde su debut. Eso incluye ambos encuentros de una doble tanda contra Cincinnati el pasado sábado, cuando Soto se convirtió en el primer adolescente desde Robin Yount, miembro del Salón de la Fama, registrara múltiples hits en ambos cotejos de una tanda doble en 1975, según las estadísticas del Elias Sports Bureau.
Acompañar a semejantes leyendas del béisbol no es nada nuevo para un jugador que ha sido apodado “Childish Bambino” (“el Bambino Infantil”), en referencia a Babe Ruth. A fin de comprender lo logrado por Soto, tengan en cuenta lo siguiente:
El 13 de junio, en su primer encuentro de por vida en el Yankee Stadium, Soto la envió para la calle en par de ocasiones. Dos semanas después, enfrentándose a los Filis, despachó nuevamente dos jonrones, convirtiéndose así en el cuarto adolescente con varios encuentros con más de un cuadrangular, según indica el Elias Sports Bureau.
En el final de la serie ante Cincinnati, Soto negoció par de boletos, consiguiendo así 10 partidos sumando más de una base por bolas, rompiendo el récord que ha mantenido durante 80 años el miembro del Salón de la Fama Mel Ott de encuentros con más de un boleto por parte de un adolescente en una temporada, según indica Elias. Luego, Soto negoció tres pasaportes el martes, en su undécimo partido con múltiples boletos.
Cinco de los boletos conferidos a Soto han sido intencionales, siendo la mayor cantidad de bases gratis intencionales recibidas por un adolescente desde que Ken Griffey Jr, miembro del Salón de la Fama, sumara 8 boletos intencionales, según ESPN Stats & Info.
En el primer encuentro de una doble tanda entre Nacionales y Bravos, escenificada el martes pasado, Soto se fue de 2-2 con tres boletos, convirtiéndose así en el primer adolescente desde Yount en embasarse en cinco ocasiones en un mismo partido.
Durante el segundo cotejo del martes, disparó su jonrón número 14 de la campaña, superando así a Mickey Mantle, miembro del Salón de la Fama, para ubicarse en el quinto puesto de la lista de mayor cantidad de jonrones ligados por un adolescente durante una temporada.
Por si se lo están preguntando, los dos peloteros por delante de Soto en esa lista de cuadrangulares conectados por un adolescente en una campaña se encuentran exaltados en Cooperstown (Griffey y Ott). Y, ¿quién está por encima de ellos en el segundo lugar? Pues Bryce Harper. Tony Conigliaro tiene el récord de todos los tiempos con 24.
Es demasiado pronto para saber si Harper terminará exaltado al Salón de la Fama, al igual que aún es prematuro a fin de saber el uniforme que vestirá en la próxima temporada.
Mientras tanto, a pesar de esos paralelos que lo colocan a tan alto nivel, al lado de peloteros del pasado y el presente, quienes rodean a Soto continúan resistiendo la tentación de hacer comparaciones.
“Sólo veo en él a un jugador especial”, afirma Rizzo. “Él es Juan Soto. Y eso es suficiente para nosotros en estos momentos”.