La tentación sería considerar la Era de Carlos Beltrán como algo clásico de los Mets, con el manager novato siendo despedido, o renunciando, o expulsado o cualquier otro eufemismo que prefieran, antes de haber aparecido siquiera en un solo juego, o incluso antes de su primera reunión en los entrenamientos primaverales.
Pero esto no sería exacto. Con el debido respeto a Marv Throneberry, el bigote y las gafas de Bobby Valentine y el jabalí de Yoenis Céspedes, esto no es nada clásico de los Mets. Porque en el primer mes de lo que será un año increíblemente importante, los Mets tuvieron mucha suerte. Ellos fueron tan afortunados de cómo les salieron las cosas que los Wilpon deberían comprar hoy mismo boletos de lotería, con la esperanza de puedan comprarle a Steve Cohen su parte del equipo. Este fue un caso raro de rescate del equipo por parte de los dioses de béisbol, que usualmente se ríen de ellos.
Los Mets no podrían haber sido más bendecidos por la forma en que ocurrió todo esto. La complicidad de Beltrán en el escándalo de robo de señales de los Astros surgió en la temporada baja, antes de abrir los entrenamientos primaverales. Si el caso de los Astros se hubiese prolongado hasta marzo o abril, después que Beltrán se comenzara a conectar con sus jugadores, o luego de un buen arranque en la temporada regular, la decisión de los Mets habría sido mucho más complicada. Por varios días y semanas el año pasado, el ex manager Mickey Callaway se retorció en el viento de la incertidumbre, con el equipo siendo aparentemente incapaz de tomar una decision a pesar que casi todos en la organización creían que solo era cuestión de tiempo antes de que lo dejaran ir. ¿Se imaginan cómo los líderes de los Mets habrían tenido problemas para hacer lo correcto si el reporte del Comisonado fuese dado a conocer tras un arranque de 12-2?
Y para que no haya dudas: efectivamente los Mets despidieron a Beltrán. El gerente Brodie Van Wagenen podría haber emitido una declaración el lunes en la noche junto a su nuevo empleado con las mismas palabras que pronunció en el otoño, sobre cómo la participación de Beltrán en el escándalo de los Astros no involucró a los Mets. Pero su silencio le dijo a la base de fanáticos todo sobre su incretidumbre sobre qué hacer, y si Beltrán realmente fue quien decidió irse, fue solo por el silencio público del liderazgo y el creciente tornado de controversia que se desarrolló sobre su estatus.
Los Mets todavía tienen mucho tiempo para sopesar las posibles alternativas a Beltrán. El chico que terminó segundo en la contienda, nuestro colega Eduardo Pérez, está disponible. Buck Showalter, un manager con 20 años de experiencia, está disponible.
Y puede resultar que la persona que reemplace a Beltrán termine siendo una mejor opción. En el momento en el que Beltrán fue seleccionado por los Mets, hubo mucha sorpresa en otras oficinas centrales, muchas preguntas que realmente no tienen nada que ver con las calificaciones del ex jardinero. Beltrán es universalmente apreciado y respetado, y durante la última década, se ha hablado mucho sobre cuán bueno puede ser como manager algún día.
Pero los Mets del 2020 es un equipo para ganar ahora, con oportunidad de ser realmente buenos. La rotación podría ser excelente, con Jacob deGrom liderando un grupo de Noah Syndergaard, Marcus Stroman, Rick Porcello, Michael Wacha and Steven Matz. El bullpen lució mal ocasiones el año pasado, pero hay muchas razones para creer que Edwin Diaz se puede recuperar, y que el recién firmado Dellín Betances va a ayudar.
La alineación está establecida, con Pete Alonso, Michael Conforto y otros. La división es competitiva, ya que tiene a los Bravos como campeones defensores en el Este de la Liga Nacional, y los Nacionales acaban de ganar la Serie Mundial, y sí, la organización de los Mets tiene mucha fuerza arriba, pero no tanta abajo tras desangrar las fincas para conseguir jugadores como Díaz, Robinson Canó, etc.
Pero la ventana de competitividad de los Mets es ahora, y luego de los problemas del equipo con Callaway, en su primera experiencia como manager, ejecutivos rivales afirman que los Mets van a seleccionar a un manager experimentado que no tenga que pasar por una curva de aprendizaje como la que tuvo que pasar Callaway. A los ojos de esos evaluadores rivales, Joe Girardi habría encajado bien, gracias a su experiencia en dicho rol y por ya haber laborado en un mercado tan mediático como New York. Showalter podría ser una buena alternativa, y resulta ser que manejar un bullpen es algo que siempre lo ha distinguido en su carrera en el dugout.
Beltrán se convierte en una nota al calce en la historia de los managers de los Mets, una futura pregunta en una trivia que hara que alguien se gane una cerveza en una apuesta. Pero la oficina central de los Mets acaba de recibir una segunda oportunidad, exactamente en el momento correcto para ellos, cuando todavía pueden hacerlo sin que les cueste perder nada.
Esa no es la manera en que usualmente ocurren las cosas para los Mets, pero eso es lo que ocurrió en la Era Beltrán.