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La guerra de jonrones llevó a Sammy Sosa a lugares impensables para un atleta dominicano

La guerra de cuadrangulares de 1998 tuvo a dos protagonistas, Mark McGwire, de los St. Louis Cardinals y Sammy Sosa, jardinero de los Chicago Cubs. Los dos eran jugadores con un poder extraordinario, pero dos personalidades totalmente distintas.

Mientras el gigante de los Cardenales prefería estar detrás de las cámaras, Sosa utilizó su personalidad extrovertida para encantar al público, y también, a grandes figuras de la época. Así, Sosa se convirtió en una celebridad de celebridades.

Aunque el dominicano no era una estrella conocida en el mundo cuando comenzó la temporada de 1998, ya en República Dominicana era un ídolo que mostraba un gran carisma y que tenía como carta de presentación las dos temporadas de más de 30 jonrones y 30 bases robadas que había logrado en 1993 y 95.

Ese carisma se demostró cuando Sosa comenzó a aparecer públicamente junto a figuras que posiblemente no fueron nunca ligadas al béisbol y a recibir honores no comunes para un pelotero de las Grandes Ligas.

Samuel Sosa recibió una invitación especial de parte de Bill Clinton, presidente de los Estados Unidos, para la tradicional celebración navideña y encendida del árbol y luego, en 1999, invitado de nuevo por Clinton para el discurso de la unión.

En su discurso, Clinton se refirió a la devastación causada por el huracán Georges en la República Dominicana y declaró que Sosa “era un héroe” por sus aportes a los esfuerzos de ayuda para los damnificados.

Un honor que llegó a sorprender a los fanáticos del béisbol ocurrió también cuando el Papa Juan Pablo II, una de las figuras más reconocidas en el mundo, recibió a Sosa en el Vaticano.

El papa dijo en ese entonces que había estado pendiente a la guerra de jonrones, que eventualmente conquistaría McGwire al terminar la temporada del 98 con 70.

Claro, Sosa tenía un equipo de mercadeo que aprovechó el gran momento provocado por la batalla de cuadrangulares y el dominicano llegó a compartir, como parte de la celebración de logro, con miembros de la familia real de países europeos y fue condecorado en Japón, una nación que también vive el béisbol.

Ernesto Kranwinkel, narrador de béisbol dominicano que formó parte de la cadena de transmisión de los partidos de Grandes Ligas durante los grandes años de Sosa, habló del impacto que provocó en República Dominicana la figura de Sammy.

“La popularidad de Sammy nos arrastró a todos. Pedimos a la gente de Chicago que nos permitieran ir allá a transmitir los partidos y nos dieron la autorización. Fuimos dos veces a Chicago ese año y en 1999 regresamos con el entonces presidente Leonel Fernández, que nos acompañó en la transmisión”, dijo Kranwinkel.

El comunicador explicó que en 1998, cuando regresaron del primer viaje, una empresa del país les dijo a la transmisión que iban a costear el regreso de la cadena a Chicago para terminar el trabajo.

“En ese segundo viaje el cantante Juan Luis Guerra nos acompañó. También fue a Chicago un grupo de senadores y el vicepresidente”, dijo el narrador. “La popularidad de Sammy era tan grande que hasta a nosotros nos pedían autógrafos porque nos identificaron como dominicanos algunos fanático”.

Ni hablar del recibimiento que se le preparó al jardinero de los Cachorros cuando llegó desde Chicago luego de terminar esa temporada mágica de 1998. Miles de personas fueron hasta el Aeropuerto Internacional de las Américas para ver a su compatriota luego de romper la marca de Roger Maris.

La llegada de Sosa fue una especie de fiesta nacional, especialmente en Santo Domingo y en San Pedro de Macorís, ciudad natal de Sammy.

Parecía que en todo el mundo, desde el fanático común, hasta autoridades políticas y figuras del espectáculo, todos querían estar cerca de Sosa.

La figura del estelar de los Cachorros se elevó a un punto que los fanáticos en la República Dominicana, todavía hoy, comentan que sus actuaciones en el terreno y su popularidad, ayudaron a llenar el vacío que Michael Jordan dejó en Chicago.