Para muchos en República Dominicana, Samuel Sosa fue un ídolo, el mejor y más emocionante pelotero que vieron. Otros también lo conocieron como un hombre al que le gustaba ayudar a los más necesitados y una figura que mostraba su solidaridad con el pueblo constantemente.
Ese fue el Sammy Sosa que se ganó el corazón de los dominicanos, que aparecía en comerciales de televisión, que paralizaba a la sociedad cada vez que iba a tomar un turno al bate con los Chicago Cubs a finales de los noventa y a principios del Nuevo siglo.
Pero ese Samuel Sosa hace tiempo que dejó de formar parte del día a día de los dominicanos.
Ahora convertido en un empresario a tiempo completo, el exjardinero de Grandes Ligas reside en Miami desde hace años y pocas veces se le ha visto en la isla en los últimos años. Su vida pública en República Dominicana es inexistente.
La nueva generación de fanáticos del béisbol en la tierra natal de Sosa, lo conocen más por los muchos titulares que ha acaparado durante los últimos tiempos por su notable cambio de apariencia.
Sosa ha sido protagonista de incontables "memes" por un notable cambio en su rostro que el expelotero ha alegado en distintas entrevistas que era producto de una crema blanqueadora que utilizaba para suavizar su piel.
El hombre de los 600 jonrones también ha estado ausente del mundo del béisbol, ya que se ocupa totalmente de sus empresas. Mientras otros peloteros dominicanos de su generación trabajan como analistas de televisión, en las oficinas de equipos de béisbol invernal o en los diferentes circuitos de las organizaciones de Grandes Ligas en distintos roles, Sosa se ha alejado completamente del juego.
Otro de los aspectos que ha disminuido el brillo de la estrella de Sammy en la República Dominicana es su poca participación, al menos públicamente, en la ayuda a los más necesitados del empobrecido país caribeño.
En un momento de su carrera, en especial durante la tragedia que dejó el paso del huracán George por la isla de Santo Domingo, Sosa, a través de su fundación, hizo enormes esfuerzos para recolectar ayuda y fue la cara del proceso de recuperación de esa devastación.
Con el tiempo, Sosa también se separó de ese tipo de actividades y su desconexión con su país lo ha convertido en una figura extraña para nuevas generaciones que han vivido una mayor participación en el aspecto social y público de otras figuras de Grandes Ligas retiradas como Pedro Martínez y David Ortiz, cuyas fundaciones se mantienen en constante respaldo a comunidades necesitadas.
Sosa será siempre recordado gratamente por un público dominicano que vivió y celebró todas sus proezas en el terreno de juego y que aún añoran verlo elegido al Salón de la Fama de Cooperstown, para celebrar su carrera como uno de los bateadores de poder más temidos de todos los tiempos.
Pero para la nueva legión de fanáticos del béisbol de la República Dominicana, el nombre de Samuel Sosa podría no tener el mismo peso debido a una distancia que él mismo ha creado con su pueblo.