MIAMI -- Si hablamos de campeones improbables, los Arizona Diamondbacks tienen que estar al tope de la lista.
No porque fuesen una franquicia con poca historia o porque fuesen un equipo con poco talento; dicho sea de paso, estaban plagados de jugadores talentosos.
Pero del otro lado estaban los New York Yankees, que venían de ganar tres campeonatos consecutivos.
Todo parecía estar a pedir de los mulos, hasta que no estuvo.
En retrospectiva, fue una de las Series Mundiales más dramáticas de la historia, con cinco partidos definidos por una carrera, y con un momento icónico para la historia.
Los Diamondbacks sabían que iban a tener que hacer lo improbable y agotar recursos para ganarle a esos Yankees.
Curt Schilling y Randy Johnson se combinaron para obtener las cuatro victorias de Arizona, pero sin antes tener que atravesar un dramatismo sin muchos precedentes.
Johnson dejó su racha negativa de playoffs en el pasado, y ganó cinco encuentros en aquellos playoffs del 2001, todavía un récord.
Tres de esos triunfos fueron en la Serie Mundial, porque un día después de su victoria en el Juego 6, se vistió de héroe como relevista en el Juego 7.
Aunque no fue el único héroe.
Porque a pesar del enorme esfuerzo que habían hecho los Diamondbacks, los Yankees tenían el grito de “cuatro en fila” en la punta de la lengua.
Los Yankees estaban arriba 2-1 en la novena entrada, y en la lomita estaba el mejor cerrador de todos los tiempos, Mariano Rivera.
Parecía imposible que Arizona pudiese revertir el resultado.
Después de todo, llevaba 23 salvamentos consecutivos en playoffs. Su cutter era letal, y desde 1997 que nadie le anotaba dos carreras en la novena entrada a Rivera en playoffs.
Pero repentinamente lo que siempre fue automático, dejó de serlo.
Sencillo de Mark Grace. Error de Mariano Rivera. Doble de Tony Womack. Bolazo a Craig Counsell.
Esa fue la antesala a un momento que todavía está grabado en todas nuestras retinas. Luis Gonzalez al plato. El cutter de Rivera le “ató las manos”.
Aun así, González hizo contacto.
La bola no llevaba mucho poder, pero a la vez llevó más que suficiente. Derek Jeter elevó su guante, pero nadie le llegaba a esa bola.
Los Arizona Diamondbacks se acaban de convertir en uno de los campeones más improbables de la historia.
Fue una gran Serie Mundial. Apenas la tercera en toda la historia en la cual ganaron todos los equipos locales en una serie que se fue a siete juegos.
Una montaña rusa de emociones, en un año particularmente duro luego de los atentados terroristas a las torres gemelas.
El final perfecto hubiese sido el triunfo neoyorquino, pero la Serie Mundial fue tan buena que no hubo cuestionamientos.
Era David vs Goliat.
Muchas veces se piensa que eso es sinónimo de un claro favoritismo. Pero en realidad se trata de un gran competidor que no tiene problemas en ser subestimado.
Esa es la manera perfecta de describir a aquellos Arizona Diamondbacks.