Las noticias de una reconciliación entre Cubs y el “Bambino del Caribe” han sido recibidas con mucha alegría por el país que vivió las hazañas del jardinero.
Nací en 1990, así que mis primeras memorias del béisbol de MLB están estrechamente relacionadas con las hazañas de Sammy Sosa al final de esa década, especialmente durante el verano de 1998, cuando inició la “carrera de cuadrangulares” que el dominicano protagonizó junto a Mark McGwire y que, para muchos, salvó al béisbol, tras la huelga de 1994.
De hecho, la primera memoria que tengo de Sammy Sosa fue estar junto a mi madre en una parada de autobuses, de donde saldríamos hacia el pueblo natal de mi progenitora y el bus que estaba supuesto a llevarnos hasta allá, retrasó su salida ya que el chófer y todos los pasajeros estábamos pegados a una pequeña televisión en la que Sosa, con 59 jonrones, enfrentaba a su compatriota, Valerio de los Santos, quien jugaba con Milwaukee Brewers y a quien, en ese encuentro del 12 de septiembre de 1998, le conectó el cuadrangular número 60 de su año en la parte baja del séptimo episodio de un partido al que probablemente nadie en República Dominicana le hubiese prestado atención, de no ser por Sosa.
Luego del jonrón, igual que en todos los que conectó durante ese tramo, Sosa realizó su muy conocida celebración con sus dedos. Una que todos conocemos bien, todavía hoy, y que de vez en cuando, cuando se menciona a Sosa, aparece alguien que la hace.
Como yo, son muchos los dominicanos, contemporáneos o no, que recuerdan las hazañas de Sammy Sosa en esos años y el orgullo que el llamado “Bambino del Caribe” le ofreció a un país que en 1998 fue duramente golpeado por un huracán.
Evidentemente, todos conocen la situación de Sosa y la forma en que salió de Chicago Cubs. Las acusaciones de uso de esteroides, los años de separación entre el equipo, su propietario y el dominicano, las situaciones con la prensa, también recordamos su suspensión por utilizar un bate con corcho.
En República Dominicana se seguía cada paso de Sammy Sosa. Recordamos la visita de Sosa a la Casa Blanca, donde se reunió con el entonces Presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Recordamos como Sosa encabezó a un grupo de peloteros dominicanos que salieron en auxilio de su país tras el huracán de 1998. En fin, el dominicano recuerda todo lo que tiene que ver con Sosa, aunque haya pasado el tiempo.
Estas líneas, obviamente, no buscan aplaudir los errores o malas decisiones cometidas por Sosa durante su carrera y después de esta, pero llamó poderosamente la atención como, después de tantos años, al ver la carta de disculpas de Sosa y la reacción que Tom Ricketts, propietario de los Cubs, y el propio equipo tuvieron, dándole la bienvenida a Sammy de regreso a Chicago e invitándolo a Wrigley Field para la Convención de los Cubs en 2025, el sentimiento generalizado de República Dominicana fue similar a cuando estábamos pegados de nuestros televisores, viendo a “Slammin’ Sammy” conectar gigantescos cuadrangulares.
Sin Sosa, probablemente, muchos de los fanáticos del béisbol de Grandes Ligas que hay en el país caribeño, ni siquiera se hubiesen interesado en seguir a MLB.
Sosa se convirtió en un ícono que trascendió a su deporte y a su país, en una época sin redes sociales, cuando en República Dominicana las transmisiones en vivo de partidos de MLB por televisión, no tenían ni siquiera cinco años de haber iniciado, y todavía ahora, a más de 20 años después de su salida de Chicago, todo el que vio la carrera del jardinero, lo considera como uno de sus peloteros favoritos de todos los tiempos.
Ver el regreso de Sammy Sosa a Wrigley Field será algo que los dominicanos atesorarán como sociedad, así no estén presentes físicamente. Sosa fue el primer “rockstar” dominicano de MLB en los 90 y con toda seguridad podemos decir que, en 2024, cuenta con el mismo apoyo y admiración que tenía en su carrera, independientemente de lo que haya pasado.