WASHINGTON -- Con más de 1,800 triunfos de serie regular, tres premios Manager del Año y varios viajes a la postemporada, se podría decir que Dusty Baker casi tiene un lugar asegurado en el Salón de la Fama de Cooperstown algún día. Pero el capataz de los Nacionales de Washington tiene una asignatura pendiente que empaña su gran legado en el béisbol.
Washington blanqueó 5-0 a los Cachorros de Chicago el miércoles, para forzar un quinto y decisivo partido en las Series Divisionales de la Liga Nacional esta noche en el Nationals Park. El ganador del encuentro avanzará a la Serie de Campeonato contra los Dodgers de Los Angeles, programada para comenzar el sábado en Chávez Ravine.
Chicago es el campeón vigente de Grandes Ligas, con su triunfo del año pasado en la Serie Mundial, que no ganaba desde 1908.
Su piloto, Joe Maddon, es también un tres veces Manager del Año y futuro candidato al Salón de la Fama.
Mientras los Cachorros tienen marca de 3-3 en partidos decisivos de postemporada, incluyendo un triunfo en extrainnings en el séptimo juego del clásico de otoño del año pasado contra los Indios de Cleveland, los Nacionales solamente han ganado uno de cuatro en su historia y han perdido los tres que celebraron en casa.
Peor aún, Baker, ha perdido nueve partidos consecutivos (récord de MLB) en los que sus equipos buscan un triunfo para sellar una serie. La última vez que salió airoso en un cotejo de ese tipo fue el 5 de octubre del 2003, cuando el derecho Kerry Wood y los Cachorros vencieron a los Bravos de Atlanta en el quinto encuentro de la Serie Divisional para avanzar a la final del viejo circuito contra los Miami Marlins.
Baker, de 68 años, ha visto y aprendido muchas cosas desde que entró al béisbol profesional hace casi 50 años. Una de ellas: Ningún manager puede controlar lo que finalmente ocurre en el campo cuando el lanzador suelta la pelota y arranca la acción.
"La realidad de eso es que el único juicio es que sólo es correcto si funciona. Pero eso no es verdad", dijo Baker antes del tercer partido de la serie en Wrigley Field.
"Como se sabe, usted no puede controlar el resultado; todo lo que puede hacer es tratar de poner a la gente en una posición para tener éxito. En cuanto al escrutinio y en lo que respecta a los medios y las redes sociales, y esto y aquello, todo, yo no los leo. Siempre tengo que hacer hincapié en eso a mi mamá ya mi esposa, ya sabes, porque leen todo, que yo no leo nada", dijo Baker.
Independientemente de los hábitos de lectura de Baker, la realidad es que cada vez que sus equipos juegan un partido que necesitan ganar para avanzar, surge el fantasma de lo que ha ocurrido en el pasado, especialmente en la Serie Mundial del 2002 y la Serie de Campeonato de la Liga Nacional del 2003.
En la primera Serie Mundial entres dos equipos ganadores del puesto comodín en sus ligas, los Gigantes de San Francisco de Baker estaban en ventaja 3-2 sobre los Angelinos de Los Angeles después una abultada victoria 16-4 en el quinto encuentro en casa, el estadio entonces conocido como Pacific Bell Park (hoy AT&T Park).
Pero los Angelinos ganaron los dos siguientes partidos, incluyendo el sexto que iban perdiendo 5-0 en el cierre de la séptima entrada, cuando Baker sacó al abridor Russ Ortiz por haber permitido dos hits abriendo el episodio, para coronarse por primera vez en su historia y dejar a los Gigantes sin su primera corona desde que se mudaron de Nueva York a California en 1958.
En la final del viejo circuito del 2003, los Cachorros de Baker -- por mucho el equipo más talentoso de esa postemporada -- estaba arriba 3-1 en la serie sobre los jóvenes Marlins y con el estelar Mark Prior en control de la situación, dominaban por tres carreras faltando cinco outs para el final en el sexto partido.
Con el foul incluido de Steve Bartman, los Marlins hicieron un rally para empatar la serie y nuevamente otro en el séptimo juego para recuperarse de una desventaja 5-3 en la cuarta entrada y terminar ganando 9-6 para quedarse con su segundo cetro mundial y extender la agonía en el lado norte de Chicago.
Baker volvió a fracasar en completar triunfos en las Series Divisionales del 2012 y 2013 con los Rojos de Cincinnati (frente a San Francisco y los Piratas de Pittsbugh) y la del año pasado con Washington, frente a los Dodgers.
"Hace tiempo que aprendí a no dejar que los otros controlen mi vida", dijo Baker, uno de los managers más ganadores de la historia, pero que por sus resultados en postemporada se mantiene en la mira de aficionados y medios de comunicación.
"Tan sólo quiero permanecer en el medio y no ceder a nadie el control, ya sabes, mi autoestima. Y por lo tanto, no me importa; las personas pueden decir lo que quieren decir y pensar y escribir lo que quieran escribir, porque me conozco y tengo suprema confianza en mí mismo", agregó.
"Es difícil. Pero hey, he aprendido que a los únicos que tienes que satisfacer es a Dios, la familia y tú mismo, y esas son tres entidades que no puedes engañar. Porque sabes que aunque hiciste lo correcto, quizás no resultó correcto", dijo Baker.