Hace un año el fútbol femenino desprendía desde Francia un olor a optimismo penetrante, casi inevitable. Para muchos, los numeritos arrojados por aquella Copa Mundial era el envión que el balompié de mujeres necesitaba para alcanzar los rincones a los que no había llegado, sin embargo, a una vuelta al sol de aquella final entre Estados Unidos y Países Bajos, el intruso del 2020, el COVID-19, ha dejado al descubierto, otra vez, el lugar que ocupa en la agenda de los directivos del futbol.
"Soy una persona diferente cuando juego": el impacto inesperado del pickleball en la vida en prisión
2dD'Arcy Maine, Escritora de ESPN