El periodo de tres meses y una semana desde el partido que protagonizaron los Tampa Bay Buccaneers y los Green Bay Packers en la temporada regular garantiza una cosa: el Juego de Campeonato de la NFC será más disputado que el duelo que estos equipos sostuvieron en octubre pasado.
Los Buccaneers y Packers disputarán la sexta final de conferencia desde 1970 (cuando se fusionaron la AFL y la NFL) entre equipos que se enfrentaron en campaña regular y cuyo partido terminó con 28 o más puntos de diferencia en el marcador.
Cuando se enfrentaron el 18 de octubre de 2020 en el marco de la Semana 6 del calendario regular en Tampa, los Buccaneers vencieron 38-10 a los Packers con ayuda de dos intercepciones a Aaron Rodgers, una de ellas devuelta para touchdown.
El equipo que ganó por 28 o más puntos en temporada regular ha ganado cuatro de las cinco revanchas en finales de conferencia, pero los marcadores en los partidos que dan el boleto al Super Bowl han sido más cerrados al menos por 12 puntos.
Para los Packers, el duelo ante los Buccaneers es un deja vú de lo que vivieron en la temporada 2019, cuando perdieron ante los San Francisco 49ers por 37-8 en temporada regular y volvieron a enfrentarlos en la antesala del Super Bowl, duelo en el que volvieron a caer, pero por 17 puntos.
Como le sucedió ante los 49ers, Rodgers tuvo un juego complicado ante los Buccaneers en temporada regular. De hecho, ese encuentro fue el menos eficiente de Rodgers en la temporada 2020 con el 45.7 por ciento de sus pases completos, 160 yardas por aire (segundo total más bajo) y fue capturado en cuatro ocasiones (segundo total más alto).
En ese encuentro, Rodgers completó cuatro de 10 pases para 36 yardas con una intercepción cuando los Buccaneers mandaron a uno o dos esquineros a presionar a los receptores en la línea de scrimmage.
En ese mismo contexto defensivo en los demás juegos, incluidos Playoffs, Rodgers ha completado el 68 por ciento de sus envíos con 36 touchdowns y sólo dos intercepciones.
A tres meses y una semana de ese duelo, la realidad es distinta, al menos para la ofensiva de los Packers y el reto para la defensiva de los Buccaneers es romper el ritmo de un ataque de Green Bay que funciona casi como reloj suizo.