UNA TARDE de finales de marzo, a unas semanas del Draft 2019 de la NFL, 19 jugadores de fútbol americano se reúnen en el campo techado de prácticas de la Universidad de Houston, una bodega blanca y cavernosa que cuenta con suave superficie artificial. Un número de familiares, amigos y miembros de los medios están presentes. Los 32 equipos de la NFL están representados por coaches o visores. Dos equipos han mandado, incluso, a sus head coaches: Mike Vrabel de los Tennessee Titans y Bill O'Brien de los Houston Texans.
Todos están aquí para observar a Ed Oliver.
Aproximadamente una hora antes, cruzando la calle, el gimnasio de UH fue el escenario familiar --y extraño-- de un grupo de jóvenes (todos afroamericanos, excepto dos) en su ropa interior, siendo medidos y pesados. Cuando se llamó el nombre de Oliver, casualmente --tanto, que fue conspicuo-- se saltó la parte de la medición y fue directamente al pesaje. Hubo algunas miradas de confusión y algunas sonrisas torcidas. Nadie dijo nada porque, bueno, ¿cuál es el punto? Oliver fue medido hace apenas semanas, en el Combinado de Talento de la NFL; no va a hacerse más alto. De regreso al campo de prácticas, el hombre anunciado los nombres mira su tabla y grita a los visores y coaches sentados en las gradas a unas 40 yardas de distancia, "Oliver correrá al último". Mira de vuelta a su tabla, menea la cabeza y encoge los hombros. A todos los prospectos se les dijo que corrían en orden alfabético.
Más sonrisas esta vez, y rápidamente a tomar nota. Aprenden lo que pronto descubriré de los familiares de Oliver, sus coaches, y sus compañeros de equipo: Ed será Ed.
Unos minutos más tarde, Oliver se alista para su recorrido en las 40 yardas, portando zapatos en color dorado. Repentinamente, nadie mira otra cosa. Toda la charla al margen se detiene; los otros atletas estirándose y aflojando los músculos, intentando exorcizar la energía nerviosa, dejan de hacer lo que hacen. El único sonido en todo el lugar parece ser el mecanismo de las cámaras.
Evitemos alguna trampa especiosa sobre cómo Oliver en rápido movimiento adquiere alguna clase de elocuencia física. La mecánica es brutal y simple: sus extremidades son compactas y poderosas; es muy flexible en tobillos, rodillas y cadera, lo que permite a su parte inferior adquirir ángulos poderosos respecto al suelo; y posee reflejos rápidos, casi abruptos, que acortan sus tiempos de reacción. Si hubiera algún desajuste en la superficie, se amontonaría detrás de él en pequeñas olas, como sucede en los dibujos animados.
Cronometra un tiempo de 4.73, rápido para un tackle defensivo, pero no el número irreal que esperaban algunos. Declina tomar una segunda oportunidad. Está satisfecho.
"No me voy a estresar por mi tiempo en las 40 yardas. No soy un corredor", diría más tarde.
No está en él sentir pánico. Ed será Ed.
ES UNA ANOMALÍA que Oliver haya llegado a la Universidad de Houston, en primer lugar. Hace tres años, cuando se comprometió a jugar al fútbol americano en su ciudad, se convirtió, famosamente, en el primer recluta de cinco estrellas en elegir una escuela fuera de las conferencias del 'Power 5'. Esta decisión, la primera de algunas elecciones poco convencionales, fueron el resultado de otro Ed: Ed Oliver Sr.
"Oh sí, deseaba ir a LSU, Alabama, Notre Dame", recuerda Ed Sr. "Pero le dije, 'No vas a hacer eso. No vas a dejar a tu hermano'. Peleamos por ello".
Ed Sr. y yo nos reunimos en la sala del bungalow de su hermana en Marksville, Louisiana, a unas cuatro horas al este de Houston. Vive al lado en una pequeña casa propia, su parte de una propiedad de aproximadamente 30 acres. De acuerdo a Ed Sr., hay alrededor de 11 casa en total, perteneciendo a varios miembros de la familia extendida. Atrás, hay un auto abandonado, la superficie oxidada a verde y tonos terrestres; un gato elusivo al que Ed Sr. llama "Twin"; detrás de un pequeño grupo de árboles se extiende un campo grande con el pasto crecido. En la distancia cercana, un primo prepara el suelo para un pequeño jardín. Y por supuesto, está el potrero para los caballos que son una bien documentada parte de la peculiaridad de Oliver. El potrero es una estructura simple que sirve de refugio para Sugar ("Tu dulzura es mi debilidad", dice Ed Sr.), Caldonia, April y Coffee ("Sin crema, sólo azúcar"), que es el caballo de Oliver. Adverso a los convencionalismos como suele ser, Oliver típicamente monta sin silla.
La familia es grande y unida. Además de la insistencia de Ed Sr., fue al final el fuerte vínculo de Oliver con Marcus, su hermano mayor que ya estaba en el equipo de Houston, lo que finalmente lo convenció de elegir la escuela. Son muy distintos: Marcus es tranquilo, casi inseguro en persona, mientras que Ed parece incapaz de hacer cualquier cosa sin un gran ruido. Cuando Ed finalmente decidió seguir a Marcus a Houston, su madre se enteró por la televisión.
"Les diré, Marcus me ha mantenido en el camino recto", dijo Oliver. "Porque mi hermano mayor hizo lo correcto todo el tiempo. Fue como, sí él hace lo correcto, es difícil para mí no hacer lo correcto".
Pregunté a Ed Sr. de cuatro maneras distintas por qué era importante para él que los chicos se mantuvieran juntos, y cada vez dio la misma respuesta: "Porque son hermanos". Eso era todo, como si nunca hubiera considerado que existiera una justificación adicional.
Finalmente señala hacia un gran retrato frente a la chimenea de su hermana; se trata de Ed y Marcus hincados antes de un partido, la mano de Marcus posada sobre el hombro derecho de Ed, mientras Ed lleva la bandera de la 'U of H' en su mano izquierda.
"Ese es mi campeonato ahí", explicó. "Ahí está mi trofeo".
Por su parte, Oliver no tiene arrepentimiento sobre no haber asistido a una escuela mayor. Brilló en Houston. Fue un All-American como freshman y en su segundo año se convirtió en el primer sophomore en ganar el Outland Trophy como el mejor liniero defensivo de la nación. Es el único tres veces All-American en la historia de la escuela.
En la pasada primavera, de cara a su tercer año, Oliver tomó el inusual camino --¿cuál otro?-- de anunciar que el 2018 sería su último año de colegial, saltándose el típico proceso de los jugadores estelares de fingir agonía acerca de una conclusión predeterminada. Para Oliver, se trataba de ahorrar a sus compañeros de equipo y al programa los interminables cuestionamientos de "¿Lo hará?" respecto a salir anticipadamente, un gesto apreciado más tarde por su ex entrenador en jefe Major Applewhite y AJ Blum, quien fuera el coordinador defensivo de Oliver en Westfield High y más tarde su coach de línea defensiva en Houston.
"No soy el tipo que va a acaparar a los medios porque se especula que iré a la NFL", explicó Oliver. "Eso no es justo para mi equipo, que alguien siempre esté preguntando, '¿Qué crees que hará Ed?'".
Oliver entró a su temporada final en Houston como un caballo negro en la contienda por el Heisman, pero las cosas no salieron como planeó. Luego de pasar dos campañas destrozando a todas las ofensivas a las que enfrentó, los equipos empezaron a tomar contramedidas. Después de la temporada sophomore de Oliver, Applewhite envi+o a la conferencia una compilación de videos de bloqueos ilegales cometidos en contra de Oliver, particularmente uno violento por un fullback en un partido en contra de Temple, lo que ayudó a instar a la NCAA a determinar el movimiento como ilegal.
Aun así, en un partido en contra de Navy el otoño pasado, Oliver fue cortado de nuevo por un segundo bloeuador mientras estaba ocupado con uno primero. Su pierna derecha falseó desde fuera y colapsó. Aunque de algún modo logró evitar un serio daño al ligamento, sufriendo apenas un golpe al hueso, efectivamente acabó con su temporada. Regresó para medio partido ante Memphis cinco partidos después. Blum, quien dice considera a Oliver como un hijo, dijo que la lesión dejó a Oliver sintiéndose alejado y aburrido, un hecho que admite el liniero. Fue un periodo tenso. Oliver deseaba jugar, pero hacerlo con esa lesión era un gran riesgo para su futuro como alto recluta de draft.
Blum reflexiona sobre el final de la temporada: "Sumas una lesión, sumas toda la presión, muchas personas haciendo preguntas, y luego sumas el hecho de que hablamos de un chico de 20 años".
A lo largo del anuncio y la temporada subsecuente, un patrón obvio para aquellos que lo conocen si hizo más claro en público: Oliver es decisivo e incansable y determinado. Y no posee una cara para el póquer, algo que quedó claro en nuestra entrevista. Una pregunta que le interesa le hace enderezarse; una que le aburre provoca un suspira notorio, y la reclinación de su cuerpo, paseando los ojos lado a lado con una urgencia de escape.
El estrés psicológico d su lesión y las interrogantes sobre si jugaría parecían llegar a su punto máximo en un partido de horario estelar frente a Tulane, el 15 de noviembre. En el segundo periodo, Applewhite se acercó a Oliver en la banca cuando vio al liniero vistiendo una chamarra negra que el que las reglas del equipo designan para jugadores activos, y jaló desde una esquina para sacársela de un hombro. Oliver se sintió señalado y, conforme el equipo ingresó al vestidor, continuó el altercado, con un encendido Oliver gritando a Applewhite, empujando a un compañero y necesitando ser frenado para evitar que se le pusiera al tú por tú con su coach. La mañana siguiente, la escena apareció en todos los medios nacionales.
Applewhite fue duramente criticado, pero la confrontación también generó preguntas respecto a la conducta de Oliver, sus prioridades, su ego.
Todos los involucrados están ansiosos por verter agua helada al incidente. Oliver se rehúsa a hablar de ello, descartando las preguntas con una pasada de su mano. Applewhite, ahora un asistente en Alabama, es más franco, pero solamente para bañar a su ex jugador de elogios y arremeter en contra de los medios por interesarse.
"Así que un tipo es señalado por no seguir las reglas como los demás en la banca, y él se molestó. Ahora, repentinamente, ¿es un tipo malo, es un tipo incontrolable con problemas de actitud?", subrayó Applewhite, con su voz aumentando producto de la exasperación. "Por favor, ¿por qué hablamos de esto?".
Applewhite no soporta la idea de que un clip de video pueda llegar a caracterizarlo como un coach insensible o a Oliver como un chico problema. E insiste en que nunca hubo presión por parte del programa para que Oliver arriesgara su futuro al permitirle jugar.
"Si mi hijo estuviera en la misma posición que tú, probablemente no lo dejaría jugar", dijo Applewhite que informó a Oliver. "Puedes ser un jugador de 300,000 dólares o un jugador de 30 millones de dólares, así que seamos inteligentes con lo que hacemos".
"SOY DIFERENTE", gusta decir Oliver, y lo es: sus elecciones, su impacto sobre el campo, incluso su físico. Hay interrogantes en torno a su tamaño y qué posición debe estar jugando al siguiente nivel.
En Houston, fue primordialmente tackle tariz, pero muchos observadores creen que es demasiado pequeño para ese rol y será mudado a la técnica-3. haciendo sombra al hombro externo de los guardia en la NFL. Blum especula que Oliver es tan talentoso atléticamente que podría bajar desde las 280 libras a 260, y jugar como linebacker en la 260.
El jugador al que más frecuentemente se compara a Oliver es el dos veces Jugador defensivo del Año, Aaron Donald, con quien comparte tamaño y mensurables similares (Oliver sale por delante, apenas, en términos de las pruebas, pero Donald era más avanzado técnicamente saliendo de la universidad), así como su habilidad para dominar en el interior de la línea de golpeo. A lo largo de los cuatro años de Donald en Pitt, impuso una marca de la NCAA con 66 tacleadas para pérdida de yardaje, de las cuales 28 llegaron en su última temporada; en más o menos dos temporadas y media en Houston, Oliver acumuló 54.
Pero incluso cuando es comparado con un talento único, a Oliver le cuesta recibir el elogio.
"Ustedes necesitan dejar de compararnos", dice. "Si van a compararan a Aaron Donald conmigo, a él no le gustaría. No quiero vivir en su sombra. Vamos a estar compitiendo por quién es mejor... trato de ser el mejor que jamás lo haya hecho".
Ahora, los gerentes generales y coaches de la NFL deben decidir exactamente qué clase de jugador será Oliver. ¿Es un unicornio, el siguiente Aaron Donald? ¿O un 'tweener', demasiado poco convencional como para ser un estelar de jugada a jugada, partido a partido? En un momento durante el pro day de Houston, un camarógrafo preguntó, a sí mismo, "¿Va a hacer el recorrido del shuttle?". Y un colega, al escuchar, respondió, "No lo sé. Creo que él no lo sabe, por el modo en que se ha comportado hoy".
Oliver hizo el recorrido del shuttle... con un tiempo imposible de 4.22 segundos, superado únicamente por el esquinero de 5 pies con 11 pulgadas y 187 libras, Alex Myres, con 4.18 segundos. Oliver está apenas por debajo de los 6 pies con 2 pulgadas y unas 280 libras.
"Tengo mi propio movimiento y siempre ha sido así", dijo Oliver. "Seré yo, sin importar lo que pase".