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Sin distracciones: un veterano de la NFL se abre sobre su sexualidad

El veterano de la NFL Ryan Russell dice: "Mi verdad es que soy un jugador de fútbol talentoso, un maldito buen escritor, un hijo amoroso, un hermano autoritario, un amigo atento, un amante leal y un hombre bisexual". Bethany Mollenkof for ESPN

Ryan Russell es un veterano con tres años de experiencia en la NFL. Fue elegido en el draft por los Dallas Cowboys en 2015 después de una carrera exitosa en el fútbol americano universitario con la Universidad de Purdue. Jugó una temporada con los Cowboys y dos más con los Tampa Bay Buccaneers. Fue titular en siete partidos con Tampa Bay en 2017. Esta es su historia, en sus propias palabras.

A PRINCIPIOS DE AGOSTO, me reuní con un equipo de la NFL interesado en contratarme en condición de agente libre para la venidera campaña. Ese fue un momento importante para mí porque, aparte del amor que siento por mi familia, poder volver a jugar fútbol americano en la NFL es mi sueño. El equipo me invitó a reunirme con su gerencia y miembros de su plantel técnico porque, si bien estuve ausente durante toda la temporada 2018 después de sufrir una lesión en mis hombros en 2017, siento que la organización cree que aún cuento con las destrezas y carácter necesarios para contribuir con ellos para obtener éxitos. Les agradan las cosas que saben de mí... pero había un detalle sumamente importante de mi vida con el cual no estaban familiarizados.

Mi desempeño en las entrevistas y entrenamientos fue el mejor. Los entrenadores se dieron cuenta de que aún cuento con la clase de velocidad y agilidad necesarias para presionar a los mariscales de campo, las mismas que llevaron a los Dallas Cowboys a elegirme en la quinta ronda del draft de la NFL 2015 y disfrutar de dos temporadas exitosas con Tampa Bay. Los ejecutivos y yo conversamos sobre el legado de la organización y la cultura que intentan armar con el fin de lograr éxitos al más alto nivel. Si bien el equipo en definitiva no necesitaba de ayuda en mi posición, me siento positivo con respecto a la forma en la cual me presenté ese día: como un jugador que trabaja fuerte, que sabe respetar las instrucciones de los entrenadores, responsable y confiable cuyas prioridades están en el lugar correcto. Nunca me había sentido más confiado del hecho que si continúo entrenando y dando valor a las cosas apropiadas, puedo sumar a la cultura ganadora de un equipo de la NFL.

Sin embargo, a pesar de todas las sensaciones alentadoras que me dejó esa visita; siento un arrepentimiento muy grande que me ha motivado a prometerme una cosa a mí mismo: esta es la última vez que me someteré a una entrevista para un empleo intentando aparentar algo distinto a lo que soy en mi totalidad. Es una cuestión de amor, admiración y respeto, quiero que el próximo equipo que me contrate me valore por lo que hago y plenamente consciente de quién realmente soy.

¿Les he mentido a mis compañeros, entrenadores, preparadores físicos, ejecutivos gerenciales y aficionados, con respecto a quién soy? No precisamente. Pero reconozco que mantener cierta información en secreto representa una forma de engaño. Y quiero que la siguiente fase de mi carrera (y mi vida) se fundamenten en la confianza y la honestidad. Durante una temporada, uno llega a pasar mayor tiempo con su equipo que con la familia; la verdad y la honestidad son los cimientos de una cultura ganadora. Mi verdad es que soy un jugador talentoso de fútbol americano, un muy buen escritor, un hijo amoroso, un hermano sobreprotector, un amigo cariñoso, un amante leal y un hombre bisexual.

Hoy en día tengo dos objetivos en mente: regresar a la NFL y vivir mi vida de forma abierta. Quiero hacer realidad mi sueño de jugar el deporte por el cual he trabajado durante toda mi vida para poder practicar y ser abierto con respecto a la persona que siempre he sido.

Estos dos objetivos no deberían entrar en conflicto. A pesar de ello, considerando el hecho que no existe un solo deportista que abiertamente forme parte de la comunidad LGBTQ en la NFL, NBA, el Béisbol de Grandes Ligas o la NHL, me da cierta pausa. Quiero cambiar eso: por mí, por otros atletas que comparten estos objetivos en común y para las generaciones de atletas LGBTQ que vendrán después de mí.

MIENTRAS CRECÍA, siempre sentía que mi existencia se colaba entre las grietas de dos mundos diferentes. No era extravagante, arreglado o me adhería a cualquier otro de los estereotipos dentro de los cuales se les obliga a los niños a construir sus respectivos mundos. No era heterosexual, híper-masculino o agresivo; lloraba bastante y, siendo un hombre joven de origen afroamericano, no me adhería a los estándares. Jugaba al fútbol americano, entonces colocaré eso en la columna de heterosexuales. Escribía poesía y relatos románticos. Entonces, colocaré eso en la columna de gais.

Con el tiempo, terminé armando dos mundos paralelos. Tenía el fútbol americano, el impulso para jugar a nivel profesional, un lugar que servía de conducto a mis instintos competitivos. El fútbol americano representaba un mundo de oportunidades en el cual, si me desempeñaba bien, podía ganar una beca, apoyar a mi familia y construir una vida estable por mucho tiempo después de dejar de jugar. También tenía mi mundo personal, el cual probablemente no sea muy distinto al de la mayoría de las personas que tratan de entender quiénes son durante su adultez. Se trata de un mundo de relaciones, pensamientos interiores e intereses fuera de la cancha. En mi caso, hablamos de mi mamá y mi hermano, amigas de mi terruño, chicos con los que compartí en mis primeros tiempos de veinteañero y mi mejor amigo, Joe, un compañero de la Universidad de Purdue, que falleció el año pasado. Allí se encuentran mi poesía, mis luchas contra la depresión, mi amor por las películas de Quentin Tarantino y mi pasión por los textos de Ernest Hemingway. Para mí, la belleza de la vida se puede encontrar en una sencilla caminata por la playa, en la emoción de viajar hasta sitios nuevos y saborear deliciosos platillos culinarios. Intento capturar la vida entre las páginas de mis diarios personales y en ocasiones, las palabras son la forma más verdadera de captar lo que siente el alma.

Perseguir una carrera en la NFL constituye un reto tan intenso que comencé a hacer concesiones con mi mundo personal... y mi felicidad personal. Si bien le confesé mi orientación a amigos cercanos y familiares y me di permiso para salir tanto con hombres como mujeres de forma discreta, me despojé del privilegio básico de vivir una vida abierta. Eso tuvo como consecuencia que tenía que ser estratégico y cauto a la hora de encontrarme con chicos o de involucrarme con ellos durante la temporada regular. También significó que, si bien estaba haciendo amistades importantes dentro de mi equipo, no podía ser auténtico u honesto con respecto a quién soy o lo que ocurría en mi vida. No siempre estaba totalmente presente dentro del vestuario. Ser un compañero de equipo a nivel de la NFL requiere de otros elementos que van mucho más allá de brillar en el campo. Se trata de construir una confianza común, producto de conocer que tu compañero se encuentra fortificado mental y físicamente. Conoces al hombre que se encuentra a tu lado, tan bien como te conoces a ti mismo y a cambio, confías en él incondicional e irrevocablemente. Si no te encuentras completamente presente y de forma auténtica en el complejo de entrenamientos, pues simplemente no podrás ser un compañero de equipo excepcional.

Después de mi primera temporada en la NFL, un bloguero muy conocido me envió un mensaje. Había encontrado una historia en Instagram de un hombre con el cual estaba saliendo, con un video donde se me podía ver brevemente al fondo. Si bien este hombre y yo nunca salimos juntos en una publicación, las fechas, horas y ubicaciones similares representaban evidencia suficiente para que el bloguero concluyera que éramos pareja. El bloguero pudo haber revelado que yo me encontraba dentro de una relación gay. Mi mundo profesional y mi mundo profesional estaban chocando, conmigo en medio del cataclismo. Entré en pánico y le respondí, recordándole que había implicaciones en sus actos que él no entendía por completo. Si este bloguero me hubiera sacado del closet a la fuerza, estaba seguro de que habría acabado con mi carrera, la misma que estaba apoyando no solamente a mi persona, sino a mi madre y abuelo. Habría borrado de repente un sueño de niñez cumplido, producto de años de trabajo y sacrificio.

Después de escucharme, ¿saben qué me dijo el bloguero? Que me concedería el favor, pero que tenía que mantener mayor cuidado.

Traten de analizar lo anterior cuidadosamente: Si bien existen miembros de la comunidad LGBTQ que prosperan en todas las áreas de la vida pública (la política, el entretenimiento, las principales corporaciones de Estados Unidos), son tan invisibles dentro del deporte profesional que un bloguero de chismes está haciéndole el favor a un jugador de fútbol americano profesional con orientación bisexual al no publicar que se encuentra saliendo con hombres. Nadie debería necesitar de un favor para vivir honestamente. En el mundo de nadie, mantener cuidado debería implicar no ser uno mismo. La carrera que se elige no debería dictar cuáles aspectos de la personalidad se asumen por completo.

HASTA HACE POCO, no me amaba lo suficiente para vivir de forma abierta y honesta. Me sentía avergonzado de quién soy. Durante incontables noches, oré pidiéndole a Dios que me quitara esta parte de quién soy. Me sentía avergonzado de amar a las mujeres porque sabía bien que podía amar a los hombres. Me mantuve en vela durante muchas noches temiendo fuese descubierto, por el pavor de que el mundo del deporte profesional me rechazara por la forma cómo nací. Me mentía cada vez que podía. Me veía en el espejo y mentía, me involucré en relaciones y les mentí, me despertaba cada mañana y me iba a dormir todas las noches, mintiendo con respecto a la totalidad de lo que sentía dentro de mi alma.

Durante mis primeras temporadas en la NFL, racionalicé mis miedos porque era fácil convencerme de tenía mayor sentido que esconder quién era. La competencia por permanecer dentro de la liga es tan feroz que cualquier pequeña marca puede llevar a una gerencia a elegir otro jugador que ocupe tu puesto. Independientemente de ser gay, heterosexual o bisexual, siempre se han sacrificios a favor de tu carrera, bien sea evitar salir durante el transcurso de la temporada o entrenar en los tiempos libres. En mi caso, no reconocer mi sexualidad públicamente se convirtió en uno de esos sacrificios, solo uno de los cientos de pequeños intereses o pasiones que un atleta profesional pone en pausa hasta que sus días como jugador hayan terminado. No obstante, después de mi salida de los Dallas Cowboys, confiarle quién soy en realidad a varios seres queridos y tener la nueva oportunidad de jugar con los Tampa Bay Buccaneers, comencé a sentir la libertad de ser transparente (si bien fue algo pequeño al inicio) y el temor de que la gente se enterara y me rechazara se fue disipando lentamente. Sentirme más cómodo en mi propia piel me convirtió en emjor compañero. Pude jugar y ser titular de mi deporte al nivel más alto que existe en el mundo y sentía que pertenecía allí.

Dentro del mundo del fútbol americano, sin importar el tema, las críticas y escrutinio siempre están presentes. Asumí este lema: "Si no me conoces personalmente, no me tomo a modo personal lo que tengas que decir". Comencé a aplicar esa misma idea a las opiniones de terceros con respecto a mi sexualidad.

Mi tercera temporada en la NFL fue la más exitosa (jugué en 14 partidos con Tampa Bay, siete de ellos en condición de titular y hasta llegué a conseguir dos capturas), incluso tras haber luchado contra una lesión debilitadora de los hombros sufrida en la Semana 5. Lidiar con una lesión durante el año final de un contrato es una situación imposible. Si escuchas a tu cuerpo y no juegas, no es un reflejo positivo de tu resiliencia. Jugar en medio de una lesión, tal como ocurrió durante una buena parte de la temporada, implica el riesgo de empeorar la situación. Jugando con un brazo sano, terminé la temporada con varios partidos como titular y me gané el respeto dentro de mi equipo. Desafortunadamente, la inminencia de la cirugía a la que me tenía que someter y la incertidumbre con respecto a la cantidad de tiempo que necesitaría para recuperarme durante la temporada baja no le dieron a la organización la confianza suficiente para extenderme una nueva oferta contractual al final de la temporada.

Ahora bien, perder a mi mejor amigo Joseph Gilliam a manos del cáncer y luchar contra un cuadro severo de depresión, la verdad se convirtió en parte de mi sobrevivencia. No formé parte de un roster en la Semana 1 de la temporada anterior, pero la vida es demasiado corta como para hacer algo distinto a lo que amo. Me mudé a Los Ángeles y comencé a escribir relatos que deseé haber escuchado siendo niño. Seguí curándome y entrenando para jugar al futbol americano a pesar de estar consciente que mis mejores días como atleta habían quedado atrás. También comencé a salir en citas de forma abierta y libre.

De muchas formas, el último año de mi vida ha sido el más satisfactorio, a pesar de que no he jugado un segundo en la NFL. Creo que siempre estuve consciente de que mantener relaciones románticas sanas, las comunidades que te apoyan y tener pasatiempos significativos hacen que tu vida tenga mayor propósito y sientas menos estrés. No obstante, hasta que comencé a existir día tras día en esa clase de vida, no me di cuenta de lo verdadera que es esa tesis.

Eso me trae a hoy en día y el mayor reto que hasta hoy confronto: ¿Puedo compaginar esos dos mundos? ¿Puedo llevar todo el progreso hecho en mi vida personal durante los últimos 12 meses y combinarlo con el éxito profesional que experimenté durante el año anterior? ¿Puedo unificar mis vidas separadas en lo profesional y personal y convertirlas en una sola?

No creo que eso sea mucho pedir en el año 2019. Puedo decirles, a juzgar por mi experiencia, que siempre y cuando un compañero aporte en el campo y dentro del vestuario, a los jugadores de la NFL no les importa con quiénes salgan sus hombres de línea defensiva. Nunca he sido suspendido o he sido distracción por mi conducta fuera del terreno. La NFL es una empresa de entretenimiento que maneja miles de millones de dólares, que cuenta con el poder suficiente para crear condiciones de trabajo que permita a los miembros de la comunidad LGBTQ desempeñarse en sus puestos de trabajo de la misma forma que lo hace el resto. Los equipos de la NFL que se preocupan por las "distracciones" que genera la cobertura mediática adicional cuentan con profesionales expertos en relaciones públicas, que entienden que hay temas más importantes en la tarde de un domingo que preguntarle a un mariscal de campo: "¿Cómo se siente tener un compañero de equipo bisexual?"

Existen muchos problemas en este mundo y muchos temas que la NFL debe enfrentar. Y puedo decirles con toda confianza que contar con jugadores miembros de la comunidad LGBTQ que se sientan con plena comodidad de ser ellos mismos, salir con quien quieran y compartir esos aspectos de sus vidas con amigos y compañeros no será uno de esos problemas.

Fui testigo de cómo varios jugadores de fútbol americano salieron del clóset. Uno de ellos fue posteriormente elegido en el draft de la NFL. También he visto a varios veteranos de la NFL salir del armario después de su retiro. He visto cómo todo eso ocurrió con una combinación de esperanza y ansiedad, sintiendo como si mi propia existencia, una vez más, estuviera atrapada entre dos mundos. Sin importar lo anterior, ahora sé bien que la verdad es nuestro elemento de sobrevivencia propia y que no podemos sobrevivir en este mundo sin sentir vulnerabilidad y amor. Asimismo, la mejor versión de mi persona, la mejor pareja, el mejor amigo, el mejor compañero de equipo, es esa versión abierta y honesta. Próximamente, le tocará a un jugador bajo contrato, después a un invitado al Pro Bowl y posteriormente, vendrá el día en el cual un campeón del Super Bowl asumirá quien verdaderamente es, de forma pública y abierta.

Siento que este es un paso que doy con miras a ese futuro. En lo que a mí concierne, no estoy buscando convertirme en símbolo o estrella de los medios. Solo quiero jugar al fútbol americano con un equipo que conozca bien quién soy fuera del terreno y me valore, tomándolo en cuenta. Quiero alentar a mis compañeros a que sean las mismas personas que siempre han sido. Quiero que permanezcamos tan cercanos como los miembros de una familia. Quiero ser capaz de poder dedicar mi vida al fútbol americano sin sentir que no puedo dedicar mi vida a la verdad.

Quien quiera que haya sido para ustedes antes de leer esta carta, sigo siendo el mismo. La diferencia es que ahora, nos conocemos mutuamente un poco mejor.