BARCELONA -- El Barcelona sigue esperando el desenlace del culebrón De Jong sin la aparente sensación de enfrentarse a una realidad desconocida en su historia y que en los últimos años se ha ido instalando en el fútbol: su poder financiero ya no abre todas las puertas. Y su poder de seducción, en paralelo, parece haber caído en picado.
A la desesperada viajó a Amsterdam la plana mayor del club, con Bartomeu al frente, para intentar seducir contra reloj, y quién sabe si contra corazón, al jugador holandés y su representante, Ali Dursum, que a solas debe relamerse los dedos calculando la enloquecedora comisión que se llevará en una operación que el fantasma del PSG aprieta y casi ahoga al Barça.
Entre la sensación de impotencia y ridículo, recordando lo sucedido con Griezmann y temiéndose lo que pueda ocurrir con Rabiot, el Barcelona celebra precisamente este 20 de enero una fecha que, sin ser histórica, sí cambió el rumbo de su historia. Fue en este día, de 1989, cuando Ronald Koeman proclamó oficialmente desde Holanda que la siguiente temporada jugaría en el Barça.
Se cumplen 30 años y se diría que una eternidad separa aquel episodio de éste. También las circunstancias personales son distintas y el fútbol ha cambiado absolutamente… Pero no deja de ser sintomática la comparación.
En 1989 el Calcio, la Serie A, era la Liga más poderosa de Europa, el Milan de Rijkaard, Gullit y Van Basten era campeón de Europa, el Inter de Massimo Moratti defendía el Scudetto conquistado un curso antes con Matthaus, Klinsmann y Brehme…
Y la Juventus había perdido el paso. El club bianconero solventó liberar a Laudrup (curiosamente para fichar por el Barça) a la vez que Rui Barros y Zavarov no arrancaban… Y puso sus ojos (y sus liras) en Ronald Koeman.
FUTBOL Y DINERO
A Koeman, crack del PSV Eindhoven que en 1988 había conquistado el Triplete con la Champions como mayor éxito, le sedujo la Juve tal como a De Jong, en cierta manera, le seduce el PSG. Podía pelear económicamente con el Barça, incluso tenía mayor capacidad financiera… Pero el Barça le conquistó a través de la palabra y el convencimiento. Johan Cruyff, entrenador azulgrana en la época, le llamó personalmente para explicarle que era él el elegido para liderar al Dream Team al que estaba dando forma.
Con el fútbol por encima de todo, la seguridad de ser intocable y, claro, el ascendente que Cruyff tenía en él, Koeman olvidó las liras italianas y quiso formar parte de ese club tan ligado a su país desde que su padrino jugase en el Camp Nou.
“No podía decir que no… Desde que jugué aquí un trofeo Gamper empecé a verme de azulgrana y aunque tuve muchas propuestas encima de la mesa el nombre del Barça equilibra otros factores” aseguró aquel 20 de enero Ronald Koeman, quien dos días después, con permiso del PSV Eindhoven, viajó a Barcelona y fue presentado como nuevo jugador del Barça.
Esos factores a los que aludía el hoy seleccionador holandés hacían referencia a la diferencia de salario. Con el Barça acordó un sueldo anual algo superior a los 900 mil euros, bastante inferior al 1,3 millones que, por temporada, le ofrecía, según las informaciones de la época, la Juventus.
ORGULLO Y PODER
Cruyff tenía un ascendente sobre Koeman que, obviamente, Valverde no tiene sobre De Jong… Pero, más aún, que al hoy entrenador azulgrana no parece ocuparle. “No he llamado a De Jong” admitió hace pocos días, conociéndose después que Thomas Tuchel, el entrenador del PSG, sí conversó con el mediocampista para trasladarle su enamoramiento futbolístico.
El Barça, que dio por hecho el fichaje de Griezmann antes de que quedar desnudo, no supo durante muchos meses asegurar el de Frenkie de Jong, regalándole los oídos desde la época de Roberto Fernández pero sin presionarle de acuerdo con el Ajax.
Y De Jong, quien conociendo la conexión histórica entre Barça y Holanda no tiene ninguna ligazón personal con el Camp Nou, deshoja la margarita con tanta calma como impaciencia, y cierta sensación de hartazgo, existe en Barcelona.
Aquella sentencia que rezaba “quien dude en venir al Barça no nos interesa” se sabe hoy ya caduca. El ejemplo de Bergkamp (que prefirió en 1993 las liras italianas a las pesetas del Barça) no se sostiene ya ante el poder de los petrodólares.
Probablemente el Barça siga siendo ‘más que un club’ y le acompañe una leyenda que no tiene el PSG pero, seguro, en el Camp Nou deberían empezar a tomar nota de una nueva realidad que le convierte en uno más entre los grandes de Europa. Uno más… Y no precisamente el más poderoso.